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junio 12, 2025

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Jaime Lomelín: “El agua es mi espejo”

Jaime Lomelín Gavaldón es una leyenda viva de la natación en aguas abiertas, que ha roto récords, cruzado mares y desafiado límites físicos y mentales durante casi cuatro décadas

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Todo es incertidumbre en el mar, pero Jaime Lomelín Gavaldón ha aprendido a convertir ese caos en calma. En cada brazada, se enfrenta no solo a la fuerza de la naturaleza, sino a sí mismo.

“La mente puede ser tu mejor aliada o tu peor enemiga”, dice el nadador, quien ha roto récords mundiales y sobrevivido a los peores climas.

Es el único mexicano con la Triple Corona de las Aguas Abiertas (Canal de la Mancha, Canal de Catalina y la Vuelta a Manhattan), abajo de 10 horas cada prueba, y posee, al día de hoy, seis récords nacionales vigentes. 

Jaime Lomelín

En 2023, impuso un Récord Guinness al completar dos vueltas a la isla de Manhattan, nadando 92 kilómetros en menos de 20 horas.

“Si te veo en la calle, no me imaginaría que tienes un récord mundial”, le han dicho. Y es que no exhibe una complexión fuera de serie. Eso sí, sorprende a los médicos por su excelente estado de salud, a sus 62 años.

“No soy ningún superdotado, soy muy mortal. Lo que tengo es enfoque, trabajo, disciplina… y corazón”, comenta con sencillez.

Joven comienzo

En su familia, Jaime es el primer deportista de alto rendimiento. Nació en la Ciudad de México en 1963, pero muy joven se mudó a Monterrey, para estudiar la carrera en el Tec. Justo ahí,  descubrió su pasión por las aguas abiertas. 

“Teníamos un entrenador acapulqueño, Emilio Gómez, y él nos llevaba cada año a nadar al Maratón Guadalupano. Ahí me enganché”, recuerda.

Aquel joven ingeniero químico, con estudios de maestría en Administración por la Universidad de Northwestern, se convertiría con el tiempo en uno de los más destacados atletas de resistencia del País. 

Su debut internacional fue en 1987, nadando de Capri a Nápoles (33 km), donde quedó en quinto lugar, codeándose con los mejores del mundo. 

“Ahí me di cuenta que sí podía competir al nivel más alto”, añade. 

Cuatro años más tarde, en el Mundial de Aguas Abiertas de FINA en 1991, fue el mejor latinoamericano, al ubicarse en el lugar 15.

Por supuesto que compaginar el deporte con su carrera profesional, en ventas y mercadotecnia, no ha sido fácil. 

“Usaba mis vacaciones para entrenar o competir. Me levantaba a las cinco de la mañana, nadaba hora y media, trabajaba, y en la noche volvía a nadar. El fin de semana lo dedicaba a fondo”, recuerda.

Esa constancia, reconoce, ha sido la clave: “Si realmente hay pasión, si lo quieres, lo puedes lograr”, señala Jaime, quien ha nadado bajo temperaturas de 11 grados centígrados, superando incluso la hipotermia. 

“Nunca piensas que no vas a llegar. No hacerlo es muy frustrante, realmente es terrible”, dice. 

Pero a veces, el cuerpo no perdona. A pesar de todo, Jaime, quien es el Presidente del Deportivo San Agustín, insiste en volver al mar una y otra vez. Y no por la gloria, sino por el amor a esta disciplina.

Promotor del deporte

En 1993, Jaime colgó los googles para cumplir con otras metas de vida, como casarse, tener hijos y cursar su maestría. Fue un año sabático, como él le llama, que se prolongó por 10 años, hasta que se dio la oportunidad de volver a las competencias de aguas abiertas. 

“Yo creía que ya había terminado, pero me di cuenta que todavía podía. Me metí a competir de nuevo y gané carreras generales. Ahí dije: de aquí soy”, cuenta.

Desde entonces, no ha parado. Fue entronizado al Salón de la Fama Internacional de Maratones de Natación, en 2023; al Salón de la Fama del Deporte del Tec de Monterrey, en 2021, y recientemente fue nombrado uno de los 200 protagonistas del deporte de Nuevo León.

Además, Lomelín es un activo promotor del deporte. Como embajador de competencias locales y conferencista motivacional, busca inspirar a nuevas generaciones. 

“Me invitan a nadar, pero también a dar charlas. Es una forma de compartir lo que he aprendido y motivar a que otros se animen. Las aguas abiertas son un espejo de la vida”, afirma.

Respecto a lo que viene, no baja la guardia. Su siguiente gran meta es completar el reto de los Siete Mares, uno de los desafíos más prestigiosos del mundo de la natación. Ya ha cruzado cinco y le faltan dos: Japón y el Mar del Norte. Si lo logra, sería el atleta de mayor edad, en el mundo, en alcanzar esta hazaña.

“La natación es una terapia, más barata que el psicólogo. Cuando nado, libero estrés, organizo ideas, encuentro paz. Me ha dejado amigos, salud, claridad mental… y mucha gratitud”, confiesa.

También asesora a nadadores de alto nivel, aunque no se considera formalmente un coach. 

“Me gusta ayudar. Pero sí les digo: no subestimen las aguas abiertas. No es lo mismo nadar en un Ironman que cruzar el Canal de la Mancha. Hay que prepararse, tener historia, resistencia, cabeza y asesoría profesional”, advierte.

Con su gorro de Borregos, equipo al que representó con tanto orgullo hace cuatro décadas, a Jaime se le puede ver en la piscina del deportivo sampetrino todos los días. 

“Hora y media entre semana, dos los fines de semana. Todo depende de lo que venga. Y siempre hay algo que viene. Mi mejor carrera es la que sigue”, señala.

Cuando se le pregunta si alguna de sus hazañas lo enorgullece especialmente, responde con una sonrisa.

“Quizás el Récord Guinness es el más visible. Pero cada carrera tiene su historia, su valor. Cada una me ha enseñado algo. Lo mejor siempre está por venir”, concluye.

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