Ricardo Guillén siempre supo cuál era su camino. Desde los 16 años, una simple observación de una cirugía bucal lo llevó a descubrir su vocación. Hoy, como cirujano oral y maxilofacial, y subespecialista en cirugía craneofacial pediátrica, Guillén transforma las vidas de sus pacientes, con su dedicación y amor por la medicina. “Vi una cirugía y, de una u otra forma, Dios me dijo que sería cirujano maxilofacial”, recordó. Ese momento cambió el curso de su vida.
Sobre su trayectoria
A lo largo de los años, Ricardo ha construido una sólida carrera, marcada por su deseo de ayudar a quienes más lo necesitan. Su enfoque no se limita a tratar la salud física de sus pacientes, sino también a impactar sus vidas emocionalmente. “Mi pasión siempre está influenciada por las manos de Dios. Le pido que use mis manos como instrumentos para sanar”, compartió.
Cuando se le pregunta qué lo llevó a especializarse en cirugía craneofacial pediátrica, Ricardo no duda en señalar su constante búsqueda de mejora. “El amor por mi especialidad me motivó. Quería ofrecer lo mejor a mis pacientes, y hacer una alta especialidad me permitió lograrlo”, destacó con determinación. “Somos muy pocos los cirujanos maxilofaciales en México con esta subespecialidad, y eso me da la oportunidad de hacer una diferencia.”
Trabajar con pacientes pediátricos no es tarea fácil, pero para Ricardo, es un privilegio. “Los niños son como angelitos. Poder ayudarles a mejorar su calidad de vida es increíblemente satisfactorio”, expresó. Los pequeños pacientes que trata no solo reciben tratamiento médico, sino también la ternura y empatía de un especialista que entiende la fragilidad de su situación.
Enfrentar casos complicados es parte de su día a día, y Ricardo admite que estos desafíos requieren tanto de su preparación técnica como emocional. “Siempre trato de estudiar el caso a fondo para tomar las mejores decisiones. A veces recurro a la literatura médica o a la planificación virtual, pero lo más importante es mantener la cabeza fría y ser paciente”, explicó con calma.
“Mi enfoque está en la disciplina, la fuerza de voluntad y el hacer las cosas con pasión y con vocación, todo sacrificio tiene un beneficio al llegar a la meta”
En constante evolución
La medicina es un campo en constante evolución, y para Ricardo, mantenerse actualizado es esencial. “Siempre hay avances. Mis pacientes merecen lo mejor, y por eso me esfuerzo por estar al día con la mejor tecnología maxilofacial”, resaltó. Su motivación para seguir investigando y perfeccionando sus técnicas viene de un deseo genuino de ofrecer la mejor atención posible.
“Cada vez que veo a un paciente sonreír o recibir una recomendación, eso me empuja a seguir. Cada agradecimiento es una motivación para hacer mejor mi trabajo”
Cuando se le pregunta sobre su momento más gratificante en la carrera, Ricardo no elige uno en particular. A futuro, Ricardo tiene claras sus metas. “Quiero convertir Saltillo en un centro de referencia nacional e internacional de cirugía ortognática. Es una rama que me encanta y en la que quiero seguir especializándome”, afirmó.
Los avances en su especialidad son constantes, y Ricardo sueña con ser parte de esa evolución. “La salud nunca se detiene. Me encantaría ver más avances y ser parte de ellos para poder ofrecer lo mejor a mis pacientes”, señaló con visión.
Para cerrar, Ricardo tiene un consejo claro para los futuros cirujanos. “La disciplina y la pasión son claves. Todo sacrificio tiene su recompensa, y si ser cirujano maxilofacial es tu sueño, lucha por ello”, aconsejó con convicción.