En octubre pasado, Javier Ruiz cruzó la meta del Campeonato Mundial Ironman VinFast en Kona, Hawái, con una doble satisfacción: lograr un excelente tiempo y que, con su participación, logró recaudar 100 mil pesos para la Fundación CardioChavitos.
En solo tres años, el Director de Adquisiciones Indirectas de ArcelorMittal, de 41 años, ha completado siete Ironman, prueba que consiste en correr un maratón, nadar 3.86 kilómetros y recorrer 180 kilómetros en bicicleta.
Pero además, tiene bien puesta la camiseta de triatleta con causa.
Este gesto tiene un trasfondo personal: él mismo pasó por una operación a corazón abierto que no solo puso en riesgo su vida, sino que también marcó un antes y un después en su enfoque hacia el deporte.
Prueba superada
En 2018, durante un chequeo rutinario, los médicos le detectaron un soplo cardíaco que, tras más pruebas, resultó ser una comunicación intraventricular, que si bien nunca le había provocado síntomas, fue necesario que pasara por el quirófano para evitar complicaciones.
Este desafío de salud no lo frenó, al contrario, lo motivó a cambiar su estilo de vida, enfocándose en el ejercicio físico como una herramienta de superación.
“El doctor me dijo que ya no podría hacer esfuerzos grandes, pero yo sentí que la mejor manera de mantenerme saludable era seguir entrenando”, relata Javier.
Empiezan las competencias
Buscó una segunda opinión médica, que le dio luz verde para continuar con su preparación física, a un nivel de atleta de alto rendimiento.
Su recuperación fue rápida, y tan solo tres meses después, participó en su primer medio Ironman, logrando un tiempo impresionante para su condición.
Javier comparte que el verdadero desafío llegó cuando se propuso clasificar al Mundial de Ironman en Kona, Hawái, la prueba más prestigiosa en el mundo del triatlón, lo cual fue posible gracias a su constancia.
Compromiso social
Casado con Romina, también triatleta, y padre de una bebé, Javier asume que las competencias deportivas no son sólo una cuestión de superación personal, sino también pueden contribuir al bienestar de los demás.
Tras superar su condición médica, decidió ser parte de una iniciativa solidaria y comenzó a correr “con causa”, recaudando fondos para organizaciones que apoyan a niños con problemas de salud como los que él atravesó.
“Yo pasé por lo mismo y me di cuenta de lo importante que es recibir apoyo en esos momentos difíciles, sobre todo cuando se trata de algo tan delicado como la salud de un hijo”, explica Javier.
Así, cada evento en el que participa no solo es una competencia, sino una forma de transmitir un mensaje de esperanza a aquellos que atraviesan situaciones similares a las que él vivió.
“Lo que quiero que los niños entiendan es que no importa el desafío, siempre pueden superarlo. Yo lo hice, y con esfuerzo, sacrificio y apoyo, pueden llegar a donde se propongan”, afirma con una sonrisa de satisfacción.
Camino por delante
Hoy, Javier sigue entrenando con la misma disciplina que lo llevó a la cima de sus competencias. Con sus entrenamientos matutinos, en los que combina natación, ciclismo y carrera, no solo prepara su cuerpo para los próximos retos, sino también para seguir luchando por una causa que, para él, va más allá de cualquier medalla.
“El triatlón me ha dado muchas cosas, pero lo más importante es la oportunidad de ayudar a los demás”, concluye.
Con cada zancada, cada pedalada y cada brazada, Javier demuestra que el verdadero Ironman no es solo el que cruza la meta, sino el que lleva consigo una causa que cambia vidas.