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En la última década, la industria automotriz ha dejado de depender únicamente de la ingeniería y la innovación para avanzar. Hoy, las decisiones que se toman en las oficinas de gobierno, especialmente en lo que respecta a aranceles, tratados y políticas comerciales, tienen tanto peso como cualquier nueva tecnología.
De Donald Trump a Joe Biden, de la guerra comercial con China al auge del nearshoring, las reglas del juego han cambiado. Y en medio de ese reacomodo global, México, y particularmente Saltillo, ha ganado protagonismo.
1. El efecto Trump: aranceles como estrategia de poder
Durante la administración de Donald Trump, la imposición de aranceles a productos automotrices y de acero procedentes de México, China y Europa provocó una reconfiguración en las cadenas de suministro. El mensaje fue claro: producir en Estados Unidos o pagar el precio. Esto generó incertidumbre, pero también oportunidades inesperadas.
Muchas empresas automotrices comenzaron a mirar a México como un punto estratégico, no solo por su costo competitivo, sino por su acceso preferencial al mercado norteamericano a través del nuevo T-MEC. Según datos de la Oficina del Representante Comercial de EE. UU. (USTR), en 2020, México se convirtió en el principal socio comercial de EE. UU., superando por primera vez a China.
Saltillo, con su sólida base de manufactura automotriz, se benefició directamente. Ensambladoras y proveedores apostaron por expandir operaciones en la región, modificando las rutas logísticas tradicionales.
2. Biden, autos eléctricos y la nueva ola de proteccionismo verde
Con la llegada de Joe Biden, el enfoque cambió, pero la política arancelaria se mantuvo como instrumento clave. En lugar de castigar, se incentivó la producción local, sobre todo de vehículos eléctricos (EVs). La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), aprobada en 2022, otorga créditos fiscales a los autos eléctricos fabricados en Norteamérica, lo que excluye a muchos fabricantes asiáticos y vuelve a poner a México en el mapa como socio clave.
Tesla, por ejemplo, anunció en 2023 una megaplanta en Monterrey, a solo unos kilómetros de Saltillo. El efecto dominó ya se siente: proveedores de componentes, baterías y electrónica han iniciado operaciones en la región, mientras gobiernos estatales impulsan políticas para atraer aún más inversión (Bloomberg Línea, 2023).
3. Saltillo en el epicentro del reacomodo global
Saltillo, históricamente conocido por su producción de motores y autopartes, se encuentra en una posición privilegiada. No solo por su infraestructura y talento técnico, sino por su cercanía a EE. UU. y su capacidad para adaptarse a nuevas demandas del mercado.
Hoy, muchas empresas están reevaluando dónde producir, cómo reducir riesgos geopolíticos y cómo aprovechar los beneficios del nearshoring. Y la respuesta, para muchas, está en el norte de México.
Según un análisis de McKinsey & Company (2023), más del 60% de los ejecutivos del sector automotriz están reevaluando sus cadenas de suministro debido a factores como aranceles, costos logísticos y presión por electrificación. México aparece como uno de los ganadores naturales de esta reconfiguración.