La noticia de la próxima apertura de una gigafactory de Tesla en México generó un gran revuelo en el mundo de los negocios, situando a Nuevo León en el epicentro de la conversación.
Este proyecto representa una significativa inversión extranjera directa en el país por parte de uno de los conglomerados más grandes del mundo.
Sin embargo, a pesar de las expectativas, la construcción aún no ha comenzado en la zona de Santa Catarina. ¿Cuáles son las razones detrás de este retraso?
Según información obtenida por Forbes México, Tesla Manufacturing Mexico, la filial mexicana de Tesla, ha revelado que la demora en el inicio de la construcción se debe a la autorización pendiente del cambio de uso de suelo en un terreno forestal que abarca una superficie de 2.608.182,83 metros cuadrados (260 hectáreas).
Este terreno es el elegido por Tesla para erigir su futura planta de ensamblaje automotriz.
Un documento confidencial indica que la solicitud para el cambio de uso de suelo ha sido presentada a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Una vez que esta autorización sea otorgada, se requerirá un proceso adicional para dar inicio a la construcción, lo que significa que todavía habrá que esperar antes de que la gigafactory se convierta en una realidad.
Se estima que el proceso de construcción de la planta tomará aproximadamente 36 meses, incluyendo todas las etapas necesarias.
La inversión destinada a este proyecto se estima en unos 5.000 millones de dólares.
Tesla ha destacado las ventajas logísticas de Nuevo León, en particular la ubicación en Santa Catarina, que resulta ideal para la exportación de productos terminados hacia la frontera con Estados Unidos.
Esto se debe a su proximidad tanto a la zona metropolitana de Monterrey como a los proveedores de piezas y materias primas necesarias para la producción automotriz.
“El predio tiene una comunicación directa con la zona metropolitana de Monterrey, así como
Cabe resaltar que la construcción de la gigafactory se llevará a cabo fuera de las áreas naturales protegidas, como el Cerro La Mota y Cumbres de Monterrey, lo que garantiza que el cambio de uso del suelo no tendrá un impacto negativo en el entorno.