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noviembre 22, 2024

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Agustín Landa: ADN de servicio

Descubrió en el emprendimiento social su razón de ser. durante casi toda su vida ha impulsado una sociedad que funcione en armonía y pueda satisfacer sus propias necesidades.

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Ingeniero agrónomo de profesión, oriundo de Monterrey pero con gran parte de su vida en Puebla, Agustín Landa ha ejercido el liderazgo social porque ese es el terreno donde se siente más cómodo. Ahí, ha encontrado la motivación suficiente para ayudar a comunidades a que logren su propio desarrollo, y eso es lo que le hace sentirse bien. Le viene de familia, “siempre han querido ayudar a las personas, desde cualquier posición donde han estado”, asegura. “Una tía creó una casa hogar para niños de la calle cuando ya tenía 50 años de edad. Fue la que después trabajé”.

Por si hiciera falta otra referencia, Landa es nieto de Ignacio García Téllez, “un hombre que hizo muchas cosas por el país”. Fue parte de la comisión que elaboró el Código Civil de México. Fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1929 a 1932, además de secretario de Educación Pública de 1934 a 1935, secretario de Gobernación de 1938 a 1940, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social de 1944 a 1946, durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho, entre otros puestos importantes. Es cuestión de herencia.

VIENE DE FAMILIA

Agustín Landa narra cómo sus padres crearon la organización de padres de familia de Nuevo León a su llegada a Monterrey. Su mamá se manifestó el 7 de febrero de 1962 sobre el texto único, mientras él aún era estudiante. “Lo ves en la casa”, dice sobre el deseo de ayudar a los demás. Cuando terminó de estudiar Agronomía, se unió a un grupo de misiones con el padre Gerardo Cárdenas, de la parroquia de San Agustín. Trabajó como agrónomo en el rancho de su familia, hasta que un día le dijo a su papá que se marchaba a la casa de niños en Puebla. “Iba por dos años, y me quedé 15”.

Landa ayudó a crear la Fundación Comunitaria de Puebla y estuvo al frente de un programa de apoyo a migrantes en Carolina del Norte. Siempre trató de ver cómo la sociedad podría participar más. Se preocupó por dejar estructuras para que la gente pudiera hacer por su comunidad. “En un momento en mi vida, me di cuenta que servir me daba una gran satisfacción”.

Tiempo después, recibió una beca en los Estados Unidos por dos años para aprender más sobre liderazgo y cómo ayudar. “Me tocó ir a Brasil, a Jamaica, a Estados Unidos, otras partes… Ver diferentes contextos y eso me abrió las puertas. Al frente de la organización de niños de la calle en Puebla (Instituto Poblano de Readaptación), con 72 niños a cargo, Harvard se fijó en nosotros”.

LLEGA EL MOMENTO DE ACTUAR

En Estados Unidos, Agustín Landa pudo notar que el tema de organizaciones de la sociedad civil se tomaba muy en serio. “Aprendí mucho; en esa época había una cosa que se llamaba la base de la pirámide, cómo se hace negocios con personas que viven con menos de un dólar al día. Era el emprendimiento social del que se empezaba a hablar y yo veía que se iba a hacer una tendencia”.

Al volver a México, le tocó trabajar para la Lotería Nacional, en la época de Vicente Fox, en programas de entrega de donativos a organizaciones de sociedad civil, “conocí las zonas más pobres del país”. Cuenta que en algunas partes tenían que ser escoltados por residentes de las comunidades para poder entrar a donde ni siquiera el Ejército lo hacía.

“Se creó el fideicomiso Transforma a México, yo fui el segundo director. Me tocó llegar a supervisar y a darle continuidad, aunque fue muy atacado por los priístas en ese entonces y desapareció como a los dos años de que yo salí”, recuerda.

Volvió a Puebla para ser vicerrector de la Universidad Popular Autónoma. Durante esa época, ayudó a generar proyectos interesantes. Entre ellos, un programa de becas para jóvenes indígenas, una apuesta del futuro. “Se trataba de traer jóvenes indígenas que estudiaran en la universidad con una beca, pero tenían que regresaran a su comunidad para trabajar cuando terminaran. El programa sigue, ha tenido bastante éxito”.

UNA APUESTA MAYOR

Cuando cursaba la maestría, junto a algunos amigos, Landa elaboró un plan de negocios para que funcionara la Fundación Comunitaria de Monterrey. Ese plan estuvo guardado de 2002 a 2011. “Tuve la suerte que mis compañeros pensaron que yo debía ser el primer presidente; hoy, estamos muy orgullosos de que la fundación funciona”. Sus amigos son Carmen Garza T, Armando Estrada, Erika Laveaga, Emanuel Garza y don Eduardo Garza T.

“La mayor satisfacción que hemos tenido es que Comunidar es una estructura que empodera mecanismos muy bien hechos para que la sociedad pueda tener los recursos económicos y de talento para hacer las cosas que la comunidad necesita y quiere hacer. Ha fortalecido a organizaciones de la sociedad civil a que sean mejores. Ha ayudado a crear tres iniciativas civiles en Monterrey: NEO (New Employment Opportunities) con Cemex; Ico, dentro del consejo cívico, y Contemos juntos, el primer despacho no lucrativo para darle atención en contabilidad y legal a las organizaciones de la sociedad civil. Comunidar existe y ha creado otros mecanismos para que la sociedad de empodere”.

Por su labor, Landa recibió la medalla al Mérito Cívico de Nuevo León y en gran parte fue gracias a su interés por empoderar a las comunidades. “Comunidar es una entidad para ayudar. Francisco Fernández y yo decimos que es para que Monterrey siempre tenga con qué, cómo salir adelante”.

Ahora, “el principal es que los que creamos una fundación, o los que participamos en ella, la cuidemos y la atendamos con la rigurosidad que se requiere para lograr crear el mayor impacto. Debemos tener una mentalidad como si se tratara de ventas para hacer crecer el ‘negocio’. El reto está en el paradigma que tenemos, no es nada más una ‘curita’ para arreglar la vida de unos cuantos, tenemos que trabajar con toda esa pasión de hacer más y lograr más.

Por último,  Agustín Landa manda un mensaje claro: “Aquí me voy a quedar, esta es mi comunidad, esta es mi casa. Me siento muy regio, me siento muy orgulloso”.

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