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mayo 16, 2025

Rodolfo Orozco, el comunicador humano

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Rodolfo Orozco. Fotos por Carlos Zepeda.
Rodolfo Orozco. Fotos por Carlos Zepeda.

Hablar de Rodolfo Orozco es hablar de un publicista que entiende su profesión más allá de los slogans y las campañas. Para él, la publicidad no es solo un vehículo de venta; es un ejercicio de diálogo, un puente entre marcas y personas. “Este negocio es de entendimiento humano”, dice con una convicción que se refleja en cada uno de sus proyectos. Orozco, un autodidacta apasionado que crea conexiones profundas entre las audiencias y los mensajes.

A lo largo de su carrera ha enfrentado múltiples desafíos, pero ninguno tan grande como el de comprender la esencia misma de su oficio. “No puedo poner de fondo una canción de reguetón para vender ataúdes, a menos que mi comprador sea un joven no mayor a 20 años”, reflexiona, dejando claro que, para él, la creatividad no es un acto aislado, sino una herramienta para construir relevancia.

La historia de Rodolfo Orozco como creativo no se define únicamente por los éxitos, sino por los riesgos que tomó. Después de años en el mundo corporativo, un momento de estancamiento lo llevó a dar un salto al vacío. “No tenía crecimiento en el último lugar donde me empleaba y por fuera había posibilidades de emprender. El resto fueron contactos, aprendizaje y descubrir que fuera del mundo corporativo hay más tiempo personal”, confiesa.

Este cambio no solo marcó una transformación profesional, sino que también le permitió descubrir un nuevo equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Como creativo, ha tenido la libertad de elegir proyectos que lo apasionen, como las campañas para la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. Estas no solo representan un reto, sino también una experiencia colaborativa enriquecedora. “Convoqué a un equipo de trabajo que incluyó entrañables amigos: Maru Huerta, Iván Morales y Santana Altamirano”, recuerda con orgullo.

CREATIVIDAD EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

En un mundo en constante cambio, adaptarse a las nuevas tecnologías se ha vuelto esencial para los creativos. Para Orozco, la llegada de la inteligencia artificial (IA) fue un proceso de evolución personal. “Primero piensas que no lo hará tan bien como tú, luego entiendes que sí lo puede hacer y mejor que tú”, admite. Pero lejos de verlo como una amenaza, encontró en la IA una herramienta para potenciar su trabajo: “Al final descubres que la IA es como una calculadora científica. Las ideas son tuyas, solo te acompañas de una herramienta que te ayuda a procesarlas más rápido”.

Esta actitud resiliente lo ha convertido en una suerte de “dinosaurio funcional”, como él mismo se describe, alguien que entiende la necesidad de equilibrar la creatividad humana con el avance tecnológico.

Sin embargo, no todo ha sido aciertos en la trayectoria de Rodolfo Orozco. Sus errores, lejos de ser tropiezos, han sido lecciones que moldearon su carrera. Uno de los momentos más vergonzosos, según cuenta, fue escribir “consesionario” en publicaciones nacionales, un descuido que marcó su paso por la escritura publicitaria. “Un bochorno terrible para alguien que escribía esa palabra más de una vez al día”. Pero también recuerda con autocrítica su incapacidad para concluir la campaña del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) en 2010. “Me faltó experiencia y conocimientos técnicos en la programación de las páginas web de aquel momento”, admite.

Estos errores, sin embargo, no han opacado su capacidad para aprender y crecer. “Esos momentos te enseñan que el talento no lo es todo, que también necesitas técnica y preparación”, reflexiona.

Rodolfo Orozco. Fotos por Carlos Zepeda.
Rodolfo Orozco. Fotos por Carlos Zepeda.

ESCRIBIR COMO UNA NECESIDAD

La narrativa ha sido una constante en la vida de Orozco. Desde sus días en la preparatoria, la escritura se convirtió en una extensión natural de su creatividad. “Nunca supe qué fue primero, si la narrativa o la publicidad”, confiesa. Para él, ambas disciplinas se complementan y, a veces, se cruzan. “Como publicista no era un buen escritor, y ahora como escritor cada vez soy más mal publicista”, bromea, pero sin perder de vista el valor que ambas actividades tienen en su vida.

Hoy se ve a sí mismo más como un comunicador de marcas que escribe cuentos y poemas. “Una cosa ayuda en la otra”, dice, evidenciando que su amor por las palabras trasciende los formatos y las etiquetas.

Como narrador, ha ganado el Premio nacional cuento Fantástico y Ciencia Ficción Puebla, en 2016. Y el Premio Nacional de Literatura Laura Méndez de Cuenca, del Estado de México, en 2022. Además, ha publicado los libros “Lo que duden las palabras”, “Robaplanas” y “Beta tester/la nostalgia del futuro”.

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