La mirada de Marisol Schulz chispea cuando comienza a hablar de su pasión por la literatura. La directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) se define como lectora antes que otra cosa. Y pese a ello, ha dirigido el proyecto LéaLA, el encuentro del libro en español de la Universidad de Guadalajara en Los Ángeles. Ha sido directora en el Grupo Santillana, y estuvo al frente de los sellos Alfaguara y Taurus. Por si fuera poco, fue la editora de autores como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y José Saramago.
Marisol, de ojos claros y sonrisa franca, se define como lectora precoz y voraz. Comenzó su travesía en el mar de las letras desde muy pequeña, impulsada por sus abuelos, lectores empedernidos.
“Desde muy chiquita fomentaron en mí el hábito de la lectura. Me compartían historias de todo tipo y yo disfrutaba mucho. Leía lo que cayera en mis manos, cualquier novela infantil que hubiera cerca me la devoraba”, cuenta en entrevista desde las oficinas centrales de la FIL.
La directora de la feria más importante de habla hispana se explaya y sonríe cuando recuerda que se “maravilló” con “Robinson Crusoe” y “Robin Hood”.
“La lectura me abrió el mundo y yo fui muy precoz y muy voraz en ese sentido. Cuando tenía 12 años ya leía obras muy elaboradas por influencia de mis abuelos. Mi abuelo materno era un gran lector del siglo de oro español e inglés; me daba a Lope de Vega a leer y por él conocí la versión ilustrada de Cervantes”.
La edición como forma de vida
La profesión de editora le llega casi de forma natural. Aunque se graduó como licenciada en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el viento del destino apuntó sus velas hacia el trabajo detrás de la palabra.
“Yo no estudié literatura porque para mí ya era parte de mi vida. Y cuando estaba estudiando se dio la oportunidad de empezar a trabajar en revistas como editora, como escritora y como periodista incluso. De manera natural lo empecé a ejercer sin habérmelo preguntado”.
Recuerda que su primer espacio profesional en el ramo fue la Gaceta de la UNAM, para luego pasar como directora de publicaciones del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), donde tuvo la oportunidad de trabajar con la obra de Eduardo Matos Moctezuma y Luis Villoro.
“En ese entonces, y sin proponérmelo, mi trabajo ya era el de una editora. Hubo un momento en el que me ofrecieron trabajo como historiadora, lo pensé y dije que no. Las razones es que como historiadora tenía que empezar desde cero, empezar otra vez a poner ladrillos mientras que como editora ya estaba construyendo casas”.
Al frente de un monstro literario
Dirigir la FIL implica muchos retos. Es una feria de libro que los tapatíos y visitantes la asumen como suya, más allá de quién esté detrás de ella. Por ello, para Marisol Schulz, hay que cuidarla y mimarla. Hasta antes de la crisis de salud en todo el mundo, congregaba a más de 800 mil personas en cada edición y se mantiene como autosustentable financieramente.
“Dirigir la FIL es un compromiso con una cantidad inmensa de lectores, de público y con toda la ciudadanía de Jalisco. Esta es una feria adoptada por la gente, hay un sentido de pertenencia a la feria, no con el comité organizadores. Entonces, imagínate lo que significa saber que cada uno de los visitantes se asume dueño de la FIL. Es algo que no visto en ninguna parte del mundo”.
Además, los días que dura el encuentro entre autores, lectores y toda la cadena editorial, la ciudad se convierte en una fiesta de todos. “La feria como tal la organiza la Universidad de Guadalajara, pero no le pertenece a la universidad, no es nuestra, es de toda la gente”.
Imperdibles de la FIL
Marisol Schulz se resiste a responder cuando se le pregunta por sus espacios o eventos favoritos de la FIL. Tras la insistencia se anima a recomendar que los asistentes visiten el pabellón del invitado de honor.
“También que se involucren con las actividades que organicen. Y que vayan al Foro y descubran esa otra parte cultural. También es importante recorrer los pasillos porque te encuentras con unas obras mágicas que no te imaginabas que existían. O pasa que en una de las esquinas descubres una editorial con libros prodigiosos. Hay que recorrerla y disfrutarla toda”.