David Mendel no tiene registro de cuándo fue que probó por primera vez el sabor del vino tinto; sin embargo, aseguró, con una carcajada, que solo recuerda que no le gustó tanto.
Fue hasta 2002, luego de dos años de trabajo, que probó las primeras gotas del esfuerzo que su padre y sus hermanos habían puesto en el viñedo de Don Leo, que se declaró amante del vino.
Proveniente de una familia con tradiciones vinícolas, el nieto de don Leo Mendel e hijo de Arturo Mendel Gruenebaum nos recibió en su viñedo, ubicado en el Valle del Tunal, en Parras de la Fuente, para contarnos, en nombre de sus familiares, una historia de más de 100 años de anécdotas.
“No olvido el día que mi papá preguntó en una comida familiar qué nombre nos parecía bien que le pusiéramos al viñedo. Toda la familia concluyó que debía ser Don Leo, el nombre de mi abuelo, en honor a su vida”, recordó.
Cuando se le cuestionó sobre la clave del éxito, el también empresario mencionó que aún hay retos por superar.
Sobre los ya superados, aseguró que lo más importante ha sido mantenerse muy cerca del negocio, pues piensa que eso ayudó a alcanzar las metas impuestas por él y sus hermanos, Arturo y Sofía Mendel, quienes también se involucran en el desarrollo y administración de la finca vinícola.
“El mejor acierto fue haber puesto el viñedo en este preciso lugar; otro factor importante que nos ha ayudado a posicionarnos como un vino de referencia es el cuidado que le damos a la tierra, sobre todo por el cariño que le pone el equipo que trabaja en la bodega”, recalcó.
El viñedo cuenta con más de 50 personas que trabajan la tierra, podan las parras y contribuyen al proceso del vino, haciendo de este un viñedo “muy consentido”, como lo mencionó el empresario.
Con la mira en el futuro, David Mendel mencionó que el cambio climático es el mayor reto al que se enfrenta el viñedo; las sequías, las lluvias aisladas y el aumento de algunos grados en el valle han hecho que el equipo trabaje de sobremanera para atender las necesidades de la tierra, siempre respetando el entorno natural de la zona.
“Si tomamos en cuenta que el ecosistema es el que hace la magia en la uva, el calentamiento global es el principal enemigo de nuestro vino”, refirió David Mendel.
Sobre los retos positivos, el experto comentó que permanecen enfocados en la mejora continua de la calidad de los vinos.
“Tratamos de hacer cada vez mejor las cosas, pues hay muchísimo potencial para hacerlo”, dijo.
En cuanto al lugar que Don Leo logró alcanzar en el mercado nacional, Mendel comentó que no ha sido un proceso fácil, puesto que la producción es más bien pequeña, más como un viñedo boutique; sin embargo, la familia tiene en la mira adentrarse más al mercado internacional.
“Es una producción pequeña porque se poda mucho la planta, así nos aseguramos de tener una mayor calidad de fruta; es decir, las hectáreas no nos producen lo que nos deberían producir dado que estamos cien por ciento enfocados en la calidad”, indicó.
Asimismo, comentó que la idea de tener mayor enfoque en la calidad que en la cantidad es mucho más difícil de mantener que de hacer; sin embargo, la perspectiva rindió frutos en 2020 cuando Don Leo fue acreedor del premio a Mejor Cabernet Sauvignon del Mundo, de acuerdo con el Concours International de Cabernet.
“La verdad fue un gran premio, nos sentimos muy contentos. Los ojos de muchos países voltearon a vernos como un país productor de vinos; me parece que el premio fue para todas las bodegas de vino de México”, exclamó.
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Sobre el futuro, David Mendel dijo estar seguro de varias cosas; entre ellas, de que seguirá trabajando en conjunto con su familia para posicionar sus vinos como ejemplos de calidad, pues mencionó que una de las metas de la empresa es estar en los mejores lugares del mundo. “Atrás de la etiqueta de Don Leo hay una familia y un equipo enfocado en el cuidado de nuestras vides”, exclamó.
Finalmente, David cerró nuestra charla contando que no fue hasta que vio el “trabajal” que conlleva toda la producción detrás de un viñedo, que valoró cada una de las gotas que se producen desde hace más de dos décadas en Don Leo y que provienen del esfuerzo de una familia que buscó abrir camino en tierras desconocidas.