Aquella persona, siempre llegaba a trabajar antes que todos y se iba después que todos, siempre estaba ahí al “pie del cañón”, le sabía muy bien a su trabajo, sin embargo, muy frecuentemente estaba envuelta en dimes y diretes porque no le gustaba mucho eso de hacer equipo, medio malacariento, renegado, excusándose siempre en el clásico y muy mediocre “yo así soy”.
En alguna ocasión, la empresa pidió trabajar coaching con él para ver si mejoraba los aspectos negativos de su manera de ser.
En la primera sesión, menciona que no le ve caso, que como es muy bueno en lo que hace y la empresa lo necesita mucho, entonces no tenía necesidad de mejorar. De hecho, empeoró sus reacciones, ya que sintió como una afrenta lo de las asesorías.
Después de mucho batallar, la dirección general llegó a la conclusión que estaba haciéndole mucho daño a la institución puesto que alteraba el ambiente laboral, había quejas en el manejo de la atención al cliente, desperdiciaba mucho material y tiempo.
Conclusión, salía peor mantenerlo ahí que despedirlo. La estrategia fue empezar a formar personas con las habilidades técnicas (hard skills) que la persona presentaba y fomentar las habilidades blandas (soft skills) y al tiempo, fue despedido.
La reacción cuando se le notificó su salida fue tremenda, quedó en shock, aunque se le dijo alrededor de seis ocasiones, de manera verbal, escrita en papel, email, WhatsApp, no creyó que sucediera, pero sucedió.
Puedo certificar que la empresa realmente lo quería rescatar, se le dieron más oportunidades que a muchos, pero le ganó la soberbia.
En marzo de 2015, se dio a conocer un caso muy representativo de la situación, le comparto un extracto de la noticia:
“Después de varios días de analizar el caso de Jeremy Clarkson, los directivos de la BBC han tomado la decisión de despedir al conductor estrella de Top Gear”.
De acuerdo a la prensa británica, Clarkson fue citado a las instalaciones de la British Broadcasting Corporation para escuchar de boca del director general, Lord William Anthony “Tony” Hall, su despido de Top Gear tras haber insultado y golpeado a Oisin Tymon, productor de la televisora.
Es un hecho que este último altercado fue la gota que derramó el vaso, y es que como es bien sabido el conductor había incurrido en actitudes déspotas dentro y fuera de la pantalla.
Ese presentador, generaba muchos millones de euros a la televisora, aun así, quedo fuera por mal manejo de sus emociones.
Estamos hablando de personal que labora en alguna empresa, sin embargo, qué pasa cuando es la conducta del dueño o director la que no favorece al desarrollo, cuando es improductiva y se la pasa echando culpas.
Se lo digo porque lo he vivido cantidad de ocasiones, que me invitan como bombero por que no está funcionando bien la organización, pregunto posibles razones y comentan que la gente es muy irresponsable, que no se ponen la camiseta, que esto, lo otro y aquello.
Ya han cambiado no sé cuántas veces de gerente, tienen una rotación de personal altísima, problemas graves de comunicación porque hoy dice una cosa y mañana vas para atrás, la cambia, exige resultados, pero no da las condiciones, tiene reacciones viscerales, contratan para un puesto y a la mera hora, están haciendo cosas diferentes o extras a lo que los contrataron.
Es verdaderamente un mundo de cosas, cuando la cabeza de la institución no tiene desarrolladas sus propias actitudes y es que, frecuentemente, son personas que se hicieron a base de trabajo, de esfuerzo, de estar en la batalla, creyendo que con saber hacer las cosas es suficiente, o heredaron y no batallaron en generar productividad sana.
Puede vender mucho, pero si no tiene una organización adecuada, no va a crecer sistematizado y va a salir más caro el caldo que las albóndigas. Cuestión de Actitud.