Con una clínica propia, cinco años de experiencia como emprendedora y una vocación que nació en la infancia, Ana Karen Fernández, médico veterinario zootecnista saltillense, le ha dado un giro tierno, profesional y muy humano al cuidado de mascotas.
Ana Karen Fernández: De los juguetes de infancia a la mesa de quirófano
Desde pequeña, Ana Karen Fernández Pacheco supo que lo suyo eran los animales. “Siempre quise ser veterinaria. Mis juguetes favoritos eran la Barbie veterinaria y los sets de Playmobil con animales. Era algo muy claro para mí desde niña”, cuenta con una sonrisa que confirma esa conexión genuina que mantiene hasta hoy con sus pacientes de cuatro patas.
A sus 34 años, Ana Karen ha recorrido un camino lleno de aprendizajes, tropiezos, valentía y pasión. Se graduó como médico veterinario zootecnista por la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2015, y desde entonces ha pasado por distintas áreas dentro del mundo animal.
Primero fue el mundo equino el que la atrapó, pero pronto descubrió que el ambiente era exigente, sin horarios y poco equitativo: “Es un medio muy machista y pesado. Me di cuenta de que no era para mí”, confiesa.
Luego vino una etapa distinta y muy enriquecedora en el Museo del Desierto, donde trabajó con fauna silvestre: “Era increíble, pero los manejos son muy controlados. No puedes tener contacto constante con los animales, y yo soy muy de convivir, de interactuar con ellos”, dice.
Fue entonces cuando tomó la decisión que cambiaría su vida: dedicarse de lleno a los perros y gatos.
Nace Mascotas Consentidas
El 1 de julio de 2020, en plena pandemia, Ana Karen abrió las puertas de su clínica Mascotas Consentidas, un espacio donde combina medicina, empatía y un enfoque muy particular en el bienestar emocional de sus pacientes.
“Siempre soñé con una clínica donde los perritos recibieran premios después de sus vacunas, donde el ambiente fuera cálido, familiar, sin estrés”, explica.
Pero lo más especial de su emprendimiento no está solo en su filosofía de atención… sino en su imagen.
El logo de Mascotas Consentidas es ni más ni menos que Bolo, su propio perrito, una tierna representación que resume el amor, el propósito y el motor de este proyecto.
“Bolo es mi compañero y mi inspiración. Él representa todo lo que quiero transmitir: confianza, cariño y cercanía con los animalitos”, asegura.
Emprender con miedo… y con apoyo
Aunque la idea de tener su propia clínica rondaba en su cabeza desde hace años, dar el paso no fue fácil.
“El principal reto fue vencer mis propios miedos, el famoso síndrome del impostor. Dudaba de mí, de si era capaz de hacerlo sola. Mi mente fue mi principal obstáculo”, reconoce con honestidad.
Ana Karen también señala que su decisión se vio motivada por las condiciones laborales en otras clínicas. “Los sueldos eran muy bajos. Tenía ideas y no podía aplicarlas. Entonces decidí crear un espacio donde pudiera hacer las cosas como yo creía que debían ser”, cuenta.
Pero no estuvo sola. Su madre jugó un papel fundamental en el nacimiento de Mascotas Consentidas:
“Siempre me ha apoyado en todo. Fue ella quien me dijo ‘no te salgas de la idea, vamos a hacerlo realidad’. Sin su impulso, no estaría aquí”.
Una clínica con alma
Hoy, a casi cinco años de abrir su consultorio, Ana Karen continúa creciendo como profesional y como mujer emprendedora. En su día a día, combina ciencia y sensibilidad, y sigue apostando por un modelo de atención diferente, donde el cariño y la personalización son tan importantes como el diagnóstico.
Mascotas Consentidas no es solo una clínica veterinaria. Es un refugio, un espacio de confianza, y un recordatorio de que cuando se trabaja con vocación, incluso los miedos más grandes pueden ser domados… igual que un perrito nervioso en su primera consulta.
Y ahí está Bolo, en cada letrero, cada bata, cada publicación de redes. No solo como logo, sino como símbolo de una historia donde el amor por los animales es el centro de todo.