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noviembre 5, 2024

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Sandrine Molinard, trazando un camino social

La historia de una mujer investigadora, con ojo crítico y una visión que incide en la ciudad. hoy, lo recorrido por ella se vuelve más fácil de recorrer para las demás.

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Llegó a la ciudad donde estudió la preparatoria cuando recién se habían construido dos líneas de tranvía. Era una de las primeras ciudades de Francia que implementaba este medio de transporte y muchas otras regeneraciones urbanas que sucedían a la par.

Después, vivió en la ciudad francesa con metro más pequeña: tenía menos de 300 mil habitantes y ya tenía dos líneas de metro. Sandrine Molinard se formaba en esas dos ciudades, observaba la dinámica que había y los procesos que ocurrían.

Hoy, piensa en cómo las ciudades se moldearon hacia nuevas caras, adoptaron nuevos hábitos y los procesos políticos detrás de ello. Ese fue el primer acercamiento a lo que hoy es su pasión.

LO QUE SE ENCADENA

Llegó a Monterrey en 1999 por un intercambio que, al principio, buscaba hacer en la Universidad Católica de Chile. El contraste del inicio de clases del hemisferio norte con el del hemisferio sur provocó que se cerrara la opción del intercambio en Chile, aunque ya estaba inscrita en la Universidad.

El destino la hizo llegar al Tecnológico de Monterrey. Sandrine Molinard recuerda que su intercambio fue extraordinario no sólo por la oferta académica, sino por la cultura y la vida nocturna sin inseguridad que se formaba en el barrio antiguo.

Durante su estadía estableció lazos muy fuertes con la ciudad y con sus habitantes que, años después, la llamarían a regresar. La estudiante de licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública se familiarizó con el urbanismo a nivel académico en México y, al regresar a Francia, el contraste vivido la impulsó a tomar un año de especialidad en Urbanización y desarrollo de países en vías de desarrollo.

Ella quería seguir con su primera gran pasión, así que se inscribió en la Maestría en Geografía Urbana. Aún en Francia, el urbanismo de México la seguía llamando: su supervisor de tesis había hecho el doctorado en Puebla y compartían muchas perspectivas en cuanto a la concepción de las ciudades.

Luego de muchas pláticas e investigación, retomó como tema de tesis la regeneración urbana del barrio antiguo y los procesos políticos y sociológicos detrás de ella. Fue así que regresó a México a hacer su segunda estancia —que sería la definitiva— para la investigación de la tesis. En ella, cuestionó cuál era la verdadera intención detrás del proyecto, si lo impulsaba el interés inmobiliario, turístico o si realmente había una intención de conservación histórica.

LO QUE SE CONSTRUYE

Después de haber vivido y visto cómo se conceptualiza la vivienda de interés social y el transporte en Francia, el contraste con México le pareció muy grande. Pero fue ese hueco sin rellenar, esa visión sin trazar, los que la hicieron interesarse más por trabajar en urbanismo aquí. Me orienté hacia el urbanismo por vivencias y observaciones personales, por la influencia académica y también por todo el potencial que había en el barrio antiguo en este momento. Al inicio de la administración de Natividad González Parás, se creó una agencia para la planeación urbana de Nuevo León de la que Sandrine formó parte.

La intención era conceptualizar políticas para la ciudad, desde el gobierno y la participación ciudadana. Para ella, su trabajo en el sector público fue crucial. Aprendió cómo se pueden hacer transformaciones grandes y positivas en el gobierno, y también sobre lo negativo. Tres años después, se integró al sector académico como catedrática del Tecnológico de Monterrey.

Aunque sólo estudió un año en esta institución, para Sandrine, el Tec es su alma máter y fue clave para profundizar lazos con personas de la comunidad desde el sector social. En esa época tuvo su primer acercamiento con el Consejo Cívico, la asociación que ahora dirige. Sandrine Molinard se involucró en la generación de propuestas para hacer cambios, desde la ciudadanía hacia el gobierno.

Recuerda que, como recién graduada, notó que en el trabajo había representación de ambos géneros, pero una enorme mayoría de hombres. Sin embargo, había fi guras femeninas muy fuertes, como Alejandra Rangel en el consejo de Desarrollo Social y María Elena Chapa en el instituto de las mujeres. Vio en ellas un liderazgo basado en la capacidad, con experiencia, conocimiento, y con una trayectoria académica y profesional comprobada. Es complicado trabajar en ambientes masculinos; es difícil que tu voz sea escuchada.

Eso ha sido un reto para todas las mujeres, y lo ha sido también para mí, en los muchos ambientes de trabajo en los que he estado. Pero creo que siempre tienes que buscar las referencias alrededor de ti, a quién puedes ver e inspirarte. En 2012, se integró por completo al Consejo Cívico y, un año después, el consejo le propuso tomar la dirección. Ella tenía siete meses de embarazo, y tenía recuerda que fue muy abierta sobre sus dudas de desempeñar el liderazgo del Consejo. Aún ahora, con todo lo vivido, confiesa que en ocasiones menosprecia sus logros.

Las mujeres sentimos que no merecemos los puestos que se nos ofrecen. Eso es algo que todo el tiempo tenemos que trabajar, porque la sociedad no les manda el mismo mensaje a los hombres. Hoy, recuerda la experiencia de tomar la dirección como un abrir de ojos, porque eso la hizo ser consciente de que la veían como una persona capaz de llevar de la mano los dos roles.

Hoy, Sandrine Molinard nos inspira a la investigación de los temas que nos apasionan, a comprar y mirar con ojo crítico las fuerzas que construyen la ciudad, y a dejar atrás el síndrome de la impostora.

Durante su estadía en Monterrey, se familiarizó con el urbanismo y, al regresar a Francia, se especializó en urbanización y desarrollo de países en vías de desarrollo.

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