Durante un vuelo, un pasajero le platicó a Melissa O’Farrill sobre sus planes de crear una página de internet para implementarla en el negocio que él ya tenía. Entonces, a ella se le ocurrió que era buena idea empezar al revés: primero crear el sitio web y después tener el punto de venta. Esto lo vio como algo práctico, ya que se evitaba el riesgo de invertir en un local. Además, era un momento donde el e-Commerce comenzaba a abrir nuevas oportunidades de negocio.
“Por influencia de mi mamá tener una florería había estado en mi mente y en la de mi hermana desde chicas; por lo tanto, le propuse a mi hermana vender arreglos florales a través de una página de internet”, comenta Melissa. “No teníamos que pagar renta ni empleados, solo armar la página y entregar los productos cuando cayeran las ventas”.
Para ir tras sus sueños, O’Farrill tomó la decisión de renunciar a un trabajo de tiempo completo en el giro de la museografía, una de sus grandes pasiones, sobre todo porque estudió la licenciatura en Artes. A esto se sumó el reto de prepararse y aprender, en sus primeros pasos, el nombre de todas las flores.
Siempre es difícil comenzar un nuevo proyecto, muchas veces no se sabe por dónde empezar. A Melissa le dio confianza tener a su hermana Marisol de socia porque ella se estaba graduando de Diseño Industrial y siempre era ingeniosa para resolver retos. De igual forma se les unió una amiga, Daniela Madero, consolidando así el equipo para darle compromiso, orden y formalidad al negocio.
“Teníamos muy claro dónde posicionar la marca y qué productos ofrecer, ya que en esos años existía una florería que dominaba el segmento de ventas por internet”, relata O’Farrill. “Por otro lado, admirábamos florerías de mucho estilo que lideraban en el segmento de ventas al mostrador. Vimos la oportunidad de juntar las dos cosas y crear en Monterrey la primer Boutique Floral en línea”. Así nació Flores y Fresas.
En esa época, allá por el 2007, estaban de moda los arreglos minimalistas que requerían de mucho ingenio para sacar diseños novedosos. Por lo tanto, ella y el equipo contactaron a expertos en flores, tomaron cursos particulares y asesorías para conocer más del negocio y la competencia.
Entre los retos que se presentaron fue encontrar un proveedor de páginas de internet que se acoplara a las necesidades de la empresa y el que Marisol y Daniela se aprendieran a administrar la página. También fue un desafío diseñar el logo y crear un branding que diferenciara al negocio de otros similares; por ejemplo, el listón y el dije de fresita de vidrio que todos los arreglos llevan y que está hecho por artesanos de Tlaquepaque. “Conforme las ventas fueron aumentando fuimos invirtiendo todo en el negocio, primero en transporte para las flores, luego tienda física, después en empleados”, añade Melissa. “Nos cambiamos dos veces de local a medida que se nos iba permitiendo pagar mejores rentas conforme íbamos creciendo”.
Tres años después de iniciar, Marisol se fue vivir a otra ciudad y años más tarde, Daniela hizo lo propio. Las tres acordaron apoyar desde su lugar de residencia. Melissa se quedó a cargo de la operación en Monterrey, mientras que las dos socias se dedicarían al mantenimiento y gestión de la página web, así como brindar apoyo presencial en fechas fuertes como el 14 de febrero y el 10 de mayo.
Para Melissa se vinieron tiempos de muchos retos al llevar la administración, los diseños, el trato con los colaboradores y las negociaciones con los proveedores, sin dejar de lado la atención personalizada con el cliente. A esto se sumó el ofrecer un producto perecedero, mientras los usuarios esperaban la mejor calidad.
Se vinieron años de estancamiento, donde el tiempo no alcazaba para innovar y estar al 100. No obstante, se logró mantener a los clientes y el negocio siguió operando sin tener mucho crecimiento. Todo gracias a la calidad y atención, así como a una regla básica: no vender nunca flores en mal estado.
Hace ya varios años, Melissa se quedó como socia mayoritaria, buscando apostarle a la marca. “Concluí que hay un mercado muy grande en Monterrey y que nunca hay que escatimar en el diseño por cuidar el costo, si tu producto es bueno, de calidad y se diferencia, los clientes van a comprarlo”.
Una gran satisfacción fue haber abierto la segunda tienda física en una de las plazas más prestigiosas que hay que ahorita en Monterrey y fue justo seis meses antes de la pandemia. Con la crisis sanitaria, se hicieron varios cambios en los diseños, se creó un nuevo catálogo y se renovó la estrategia publicitaria, elementos que ayudaron al crecimiento de nuestra marca. Todo bajo la presión de trabajar desde casa y apoyar a los hijos con sus clases ‘online’.
Con la historia de Flores y Fresas queda claro que cuando se tiene un sueño bien definido y se va tras él, no hay nada que impida sacarlo adelante.
“Aprendí que no hay que tener miedo de invertir en tu negocio, que apostar a crecer será siempre la mejor decisión, que la buena publicidad aporta mucho”.