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mayo 18, 2024

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El poder de las conversaciones – Rogelio Segovia

No sólo rehuimos a conversar a la vieja usanza, es decir, frente a frente, viendo a la otra persona a los ojos y observando sus gestos, reacciones y emociones, sino que también desconfiamos de las otras personas y por eso tenemos que dejar constancia de lo que hacemos.

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Estamos regresando, otra vez, nuestra atención a las conversaciones. Vivimos en un mundo digital en el cual nos es más fácil mandar un correo electrónico, un WhatsApp, o, en el mejor de los casos, un mensaje de voz, antes que tener una conversación frente a frente con otra persona.

Hoy en día nos escudamos en el factor de productividad: “Me es más eficiente comunicarme a través de herramientas tecnológicas”; “al mandar un correo dejo constancia de los acuerdos”; “si mando una nota de voz, no invado el tiempo de la otra persona, y así podrá escucharlo cuando tenga oportunidad”.

No sólo rehuimos a conversar a la vieja usanza, es decir, frente a frente, viendo a la otra persona a los ojos y observando sus gestos, reacciones y emociones, sino que también desconfiamos de las otras personas y por eso tenemos que dejar constancia de lo que hacemos.

Y no, no se trata tampoco de negar los beneficios que las herramientas tecnológicas han dejado en nuestro día a día, tanto en nuestras dinámicas personales como en las laborales, pero hemos de utilizarlas como lo que son: una herramienta para conectar con otras personas, con otros seres humanos. Muchas veces solemos olvidar algo que es importante en toda organización: somos seres humanos trabajando con seres humanos.

Podemos definir una organización o empresa de dos maneras: la legal y la humana. Desde una perspectiva laboral, la empresa no es más que una ficción jurídica de carácter económico, esto es, un acta constitutiva, máquinas, instalaciones y fierros para generar capital económico. La definición humana, la que nos interesa, dice que una empresa es una red de conversaciones compartidas, o dicho de una manera mucho más sencilla, somos personas conversando con personas.

Siendo así de importante el comunicarnos, ¿por qué estamos perdiendo nuestra capacidad de conversar asertivamente? Una conversación asertiva es aquella donde cualquiera de nosotros, como personas, podemos expresar de manera clara y segura nuestros pensamientos, sentimientos y necesidades al tiempo que respetamos y confiamos en la otra persona. Esto nos ayuda a conseguir acuerdos satisfactorios para los involucrados en la conversación.

Las conversaciones que hacemos frente a frente, cara a cara, y de manera asertiva, nos ayudan a fomentar la confianza, crecer como personas, como líderes, como equipo de trabajo de alto desempeño y a conseguir nuestros objetivos como empresa.

Ahora, para llevar a cabo de manera efectiva una conversación asertiva debemos conocer (y poner en práctica) sus elementos.
Veamos:

1. Confianza: en ambientes laborales es la creencia y seguridad que los colaboradores tienen en que sus colegas, líderes y compañeros de trabajo cumplirán con sus promesas y actuarán de manera ética, justa y honesta.

2. Comunicación: en nuestras conversaciones, las cuales, como ya vimos, deben partir de la confianza, seremos claros al explicar lo que necesitamos, tomaremos nuestro tiempo en escuchar genuinamente a la otra persona respetando su punto de vista y buscaremos llegar a acuerdos.

3. Respeto: siempre debemos recordar que yo tengo mis emociones, mis miedos, mis sueños y mis anhelos y, ¿sabes qué? Que la otra persona… ¡también tiene los suyos! Y lo mejor de todo es que son tan válidos como los míos.

4. Responsabilidad: en nuestras vidas conversamos para llegar a acuerdos. En ambientes personales: “Vamos al cine”, “yo paso por los niños saliendo del trabajo”, “el fin de semana vamos a casa de tus papás”; en ambientes laborales: “Te entrego el reporte el miércoles”, “yo me encargo de cubrir el turno de mi compañero”, “el producto tendrá la calidad a la que me estoy comprometiendo”.

Entonces, si conversamos para llegar a acuerdos, ¡debemos cumplir con lo que nos comprometemos! No hace falta enviar un correo electrónico o firmar un papel. Somos personas, seres humanos, que confiamos unos en otros.

Hacernos cargo. ¿Habrá ocasiones en las que no podamos cumplir las cosas con las que nos comprometimos? Por supuesto que sí. ¿En ocasiones la otra persona no cumplirá con su promesa? También sucederá algunas veces, no olvidemos que somos humanos y a veces nos equivocamos.

¿Qué hacer ante tal situación? Hacernos cargo para restaurar la confi anza. ¿Fallé o voy a quedar mal en algo? Debo hablarlo con la otra persona, reconocer mi falla y hacerme responsable. O por el otro lado, ¿alguien me quedó mal o no cumplió de acuerdo con lo que se comprometió? Debo buscar a la otra persona, hacerle ver mi inconformidad, y juntos buscar la mejor solución.

¡De eso se trata conversar! Tú, ¿ya estás conversando de manera asertiva?

Epílogo.- Fue a Humberto Maturana, en 2019, a quien le escuché una de las mejores reflexiones del conversar (lenguajear, le llamaba él): “El lenguaje es lo que nos diferencia como seres humanos. Vivimos en el lenguajear. Cuando surge el lenguajear, surge el humano. ¿Por qué lenguajear y no lenguaje? Lo sustantivo oculta verbos, oculta hacerse, mientras que lenguajear es lo que define las interacciones de nosotros entre nosotros”.

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