Jorge Maíz y Patricio Barahona comparten años de amistad, que ahora combinan con un emprendimiento surgido del gusto por el vino y que hasta la fecha les ha dejado decenas de experiencias, más aún, con el objetivo de verlo crecer. Se trata de Rompecabeza, que se produce en Valle de Guadalupe, en Baja California.
Todo comenzó en 2009, cuando Jorge se fue a estudiar a Valladolid, en España, uno de los lugares más importantes en la producción de vino.
Durante su estancia, notó la peculiaridad que mientras él por la mañana tomaba café, los locales acostumbraban a comenzar el día bebiendo, y no es porque fueran alcohólicos, bromea, sino que era por su arraigo cultural.
“Para ellos el vino era una cuestión de empezar bien el día, de tomar algo que les gusta, que lo puede estar tomando alguien de muchos recursos, o alguien que va de camino al trabajo, eso se me quedó muy grabado, del orgullo de su vino”, explica Jorge.
Por su parte, Patricio comenta que desde hace un tiempo había la intención de emprender algo juntos, y fue precisamente el vino lo que los llevó a echar andar este negocio, partiendo con recomendaciones que le solicitaba a Jorge.
Además, Jorge comenta que llegaron a la conclusión que había una falsa percepción del vino que tiene que ser presuntuoso o que tienes que tener cierto conocimiento para comenzar a tomar.
“Tú tomas algo porque te gusta, no porque necesariamente quieras aparentar cierta cosa o porque quieres tener cierto nivel, entonces, quisimos hacer algo divertido, un vino que fuera para todos, y uno de nuestro principal lema es acercar el vino a la gente, un vino que fuera para todos”, señala.
Ambos recuerdan que fueron muchas borracheras para lograr definir lo que deseaban presentar, un concepto diferente, que el consumidor lo pudiera identificar, empezando por el nombre.
Fue así que un día en casa de Patricio, uno de sus hijos estaba jugando con un rompecabezas de pocas piezas, y fue ahí donde para ellos, “todo embono”.
“Quisimos hacer la analogía en ese efecto tan casual”, señalan. “Entre menos piezas tenga, va a ser un vino fácil de tomar, sencillo, nada pretencioso para una persona que está empezando a tomar vino”.
De ahí nació el primero, 50 piezas, y que fue presentado en la boda de Jorge. De ahí se fueron sumando el 75, 100 y 200 piezas, junto con un vino espumoso que por lo pronto está por temporada.
Ambos reiteran que el de 50 piezas puede ser para un principiante como para una persona ya experimentada en el vino. Mientras va aumentando el número de piezas, el proceso se vuelve más robusto, se vuelve el vino más complejo.
Retos de Rompecabeza
Tanto Jorge como Patricio, la idea de crear el vino Rompecabeza fue como un hobbie, ya que ellos están más enfocados laboralmente en el sector financiero, lo que sin duda representó todo un desafío echar a andar este proyecto.
Ambos concuerdan en que una de las razones para mantenerse a flote fue dar pasos firmes y no hacer locuras, lo que les ha permitido tener este negocio aparte y sobre todo, ser fieles a las decisiones.
Además, otro de los desafíos fue ingresar a la comunidad gastronómica de Monterrey, que pese a tener un boom de restaurantes, el núcleo sigue muy cerrado y ha sido complicado entrar en esa área.
Finalmente, entre sus planes está en contar con una plataforma para seguir ofreciendo vino Rompecabeza de forma directa, madurar las etiquetas y seguir creciendo el negocio.