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noviembre 22, 2024

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Y ahora, ¿a dónde mandamos a las instituciones, Señor Presidente?

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¿Qué ganamos los mexicanos cuando participamos alrededor del 65% de los electores y más del 50% decide al ganador? La ansiada legitimidad que extingue la posibilidad de marchas, plantones, vandalismo a espacios públicos y negocios, certidumbre política y en los mercados bursátiles; y que los perdedores reconozcan su derrota y no manden al diablo a las instituciones.

López Obrador lo ha logrado. Él y su partido obtuvieron una victoria electoral no vista en décadas. El hartazgo de la corrupción fue el motor que impulsó la maquinaria morena, que al final, no solo confirmó lo dicho desde hace meses por las encuestas, sino que reconfiguró el mapa electoral del país, desde la Federación hasta los estados, congresos locales y alcaldías.

El reto para el ganador del uno de julio será la reconstrucción moral de las instituciones, que alguna vez mandó al diablo. Sin ellas será imposible cumplir con su promesa máxima de eliminar la corrupción.

Morena ganó ambas cámaras legislativas, pero no alcanzó un virtual 80% que podría significar que lo que mande el Presidente de la República se haga ley; la negociación con las fuerzas de oposición será obligatoria. Además, en esta jornada electoral, si bien su partido se llevó la mitad de las 9 gubernaturas en contienda, necesitará la aprobación de 17 congresos locales para cualquier reforma constitucional que promueva.

Las instituciones de seguridad pública, principalmente las municipales, también deberán ser prioridad. Vivimos un proceso electoral violento con casi 100 candidatos asesinados y cuyos crímenes se vinculan a la delincuencia organizada por el control del tráfico de drogas, trata de personas y armas, entre otros delitos.

Sin el Sistema Nacional Anticorrupción consolidado y fortalecido, hasta quienes llegaron a un puesto de elección popular vía Morena estarán tentados a salirse del camino de la honestidad que plantea López Obrador. Es urgente entonces que defina quién y cómo barrerán las escaleras, sobre todo en los escalones más abajo donde las prácticas corruptas forman parte de la cotidianidad.

Acertó López Obrador en su discurso cuando habló de la economía nacional, mencionando el respeto a los capitales privados y a la autonomía del Banco de México, pero tendrá que detallar a fondo su política respecto a la Reforma Energética, ya que son más de 190 mil millones de pesos de inversiones privadas en los últimos tres años. Igual de importante será el camino que trace para la Reforma Educativa, si se trata de su fin, ¿qué modelo adoptará? ¿cederá el control de la educación a los sindicatos? ¿a qué costo?

Finalmente, tomando en cuenta que la coordinación de la Federación, el Estado y el Ayuntamiento es importante para el bienestar público, ¿estamos preparados los laguneros para tomar el control del desarrollo de nuestra región al margen de los tres niveles de gobierno, que por primera vez no compartirán el mismo color?

Esté será el sexenio de las instituciones para avanzar hacia la prosperidad del país, hacía el cierre de las brechas sociales, hacía el fin de la corrupción, hacía el respeto a los derechos de todos los sectores de la sociedad, hacía la paz y la seguridad. Por lo pronto, el INE puede respirar profundo y libre de sospechas gracias al 65% de los electores y al 50% de ellos que decidieron al ganador. Y ahora, ¿a dónde guiaremos al resto de las instituciones?

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