Los Farolitos: Tradición a la mesa

Con 60 años de historia, Los Farolitos recibió el reconocimiento como Legado Lagunero en los PLAYERS Restaurant Awards 2025.

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Hay lugares que no solo se visitan, sino que se viven. Tal es el caso de Los Farolitos, un restaurante que ha trascendido como un símbolo del sabor auténtico y de la tradición gastronómica de La Laguna. 

La particularidad de su sazón, inconfundible desde hace seis décadas, no es casualidad. Es el reflejo de una historia familiar que ha sabido sostenerse en el tiempo sin perder su esencia. 

Gracias a ello, este 2025, Los Farolitos recibió el reconocimiento como Legado Lagunero en los PLAYERS Restaurant Awards, como un homenaje a la constancia, al sabor heredado y al compromiso de varias generaciones con la excelencia culinaria.

El inicio de Los Farolitos

“Yo nací en esto”, dice, con orgullo, Georgina Mendoza, hija de Lucrecia Montesinos y Belisario Mendoza, fundadores de Los Farolitos.

Hoy, como representante de la segunda generación al frente del negocio, su testimonio es la puerta de entrada a una narrativa que se entrelaza con la historia misma de La Laguna.

Georgina recuerda que el restaurante original abrió sus puertas a mediados de mayo de 1965, en la Calle Galeana, frente al entonces Cine Torreón. 

Lucrecia Montesinos y Margaín, fundadora de Los Farolitos.
Lucrecia Montesinos y Margaín, fundadora de Los Farolitos.

El concepto de entonces fue sencillo y potente, buscando ofrecer comida mexicana hecha con recetas caseras, como el mole verde —entonces poco común en la región— y tacos de guisado preparados por Lucrecia Montesinos y Margain, su madre.

Doña Lucrecia, precisa Georgina, era originaria de la Ciudad de México, pero la amplitud de su conocimiento gastronómico era tal, que le permitió encontrar la receta perfecta para dar gusto a La Laguna. 

El esposo de doña Lucrecia, don Belisario Mendoza, inicialmente se desempeñó como agente de medicinas, pero pronto se sumó al esfuerzo de su esposa tras el éxito del negocio.

Una historia que se volvió tradición

La historia de Los Farolitos, agrega por su parte Eduardo, hijo de Georgina, está hecha de pequeños gestos que se volvieron tradiciones. 

El mole verde, por ejemplo, se convirtió con el tiempo en el platillo más solicitado; y el famoso vampirito, un taco de carne asada con queso, surgió de una anécdota familiar durante un viaje a la Ciudad de México, en un restaurante de Tintán. 

“Mi abuela lo vio, preguntó cómo se hacía, lo trajo a Torreón y mi abuelo dijo: ‘este va a pegar’. Y pegó”, recuerda Eduardo, tercera generación al frente del negocio.

Con el éxito de este y otros platillos, la expansión no tardó. 

A lo largo de los años, la familia Mendoza abrió nuevas sucursales, cada una replicando fielmente la receta original y el modelo de atención. 

“Mi mamá nos enseñó directamente cómo cocinar los platillos. Por eso el sabor no ha cambiado, porque nosotras aprendimos viéndola, trabajando a su lado”. 

-Georgina Mendoza, segunda generación al frente de Los Farolitos-

Gracias a ello, la transmisión generacional en Los Farolitos ha sido natural, pues, desde niños, los miembros de la familia estuvieron expuestos a la operación del restaurante, observando y aprendiendo, hasta asumir roles directivos.

Hoy, Eduardo Nieto lidera junto con su madre Georgina este legado. Siempre consciente de los retos contemporáneos y buscando llevar a Los Farolitos a modernizarse sin perder su base. 

Vampiritos, platillo icónico de Los Farolitos.
Vampiritos, platillo icónico de Los Farolitos.

Los nuevos años para Los Farolitos

Sin cambiar lo básico, sino para impulsar su esencia, con la llegada de Eduardo, acompañado por su madre y su padre, también llamado Eduardo, han llegado nuevos ingredientes a la receta original de Los Farolitos.

La apertura del drive-thru, por ejemplo, es uno de los resultados de la adaptación a nuevos contextos.  Pero, entre todos los procesos vividos, mantener la calidad del lugar ha sido uno de los retos más importantes y también de los pilares innegociables. 

Así, desde los insumos hasta los proveedores, incluyendo al personal, todo pasa por filtros rigurosos. 

Ante ello, Los Farolitos ha emergido a nivel local no solo como un negocio, sino como una tradición compartida por generaciones. 

“Me dicen: ‘Mi abuelo me llevaba de niño, ahora yo traigo a mis hijos’. Eso es lo que más nos llena. Que la gente siga viniendo, que se sientan en casa”, afirma Georgina. 

Georgina Mendoza y Eduardo Nieto, segunda y tercera generación al frente de Los Farolitos.

Su receta para el éxito

Por supuesto, tanto en su faceta al frente de Los Farolitos, como en la de Presidente de la CANIRAC Laguna, cámara empresarial que impulsó su abuelo, Eduardo conoce y comparte con Georgina los ingredientes que no pueden faltar en la receta para el éxito.

Por ello, dentro del equipo del restaurante, la dinámica es clara y cada quien tiene su rol, aunque todos remando en la misma dirección. 

“Aquí estamos todos en el mismo barco. Esto es un sustento para muchas familias, y todos entendemos que la meta es que el cliente se vaya contento”.

-Georgina Mendoza, segunda generación al frente de Los Farolitos-

En la cocina del sitio, el ritmo es intenso, pero se vive con pasión. 

“Trabajar en gastronomía es pesado, pero muy gratificante. Ver a los clientes satisfechos vale todo el esfuerzo”, dice al respecto Eduardo.

Bajo este pensamiento y, a 60 años de haberse fundado, la dupla formada por madre e hijo impulsa una continuidad absoluta para Los Farolitos.

Pero, siempre, recordando que la estructura existe, que la identidad está clara y que, como lo estipularon doña Lucrecia y don Belisario, la clave es adaptarse a los cambios del entorno, sin comprometer nunca lo esencial.

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