Por Edgardo López Huerta, socio MISHTECH Creative Business Agency
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Viajar nutre el alma. Cada vez que tomamos una maleta y nos disponemos a encontrarnos con aquello que rompe el día a día y la rutina, resulta ser una experiencia altamente grata para los sentidos. Nos encontramos con personas diferentes, comidas nuevas, arquitectura con rasgos peculiares, climas, historias y tradiciones.
Pero, ¿qué hace que ciertos lugares tengan un encanto particular por ser visitados? ¿qué hace que sean parte de ese bucket list? ¿qué genera ese enamoramiento por estar ahí y sentirnos como protagonistas de esa película donde el ruido se detiene y comienza a sonar una banda sonora memorable?
Para bien o para mal, se pierden muchas cosas que quizá merecerían más contemplación y admiración que los clásicos iconos del propio destino, pero son esos landmarks, originales o creados, que se vuelven los imperdibles y, por supuesto, objetos de la foto del recuerdo.
El ejemplo clásico es quien visita por primera vez París y se encuentra con “La Gioconda”. Ríos de gente se forman para entrar al Museo del Louvre, un espacio que expone aproximadamente 35 mil obras, pero es la famosa “Mona Lisa” la que se gana la preferencia por ser visitada. Lo curioso del asunto es que esa persona que tiene su primer encuentro con ella dirá casi que de automático: “siempre me la imaginé más grande”.
Marketing, ciudad y viajes
Bueno, pues nuevamente el marketing tiene mucho que ver en este tema de los viajes, por ello hoy quiero compartir con ustedes este concepto conocido como marca país. Esto aplica para esa ciudad, pueblito o zona con un encanto especial; y no dudo que lo tenga, pero ¿qué tantas veces ese “encanto” es producto de una estrategia clara por atraer visitantes?
La marca país resulta ser ese símbolo que trasciende el propio destino. Una marca país exitosa puede tener un impacto significativo en la economía, el turismo y, claro, en la imagen del propio país.
Ahora, crear una marca país no es casualidad y tampoco es tarea sencilla, como toda marca, ésta consolida un significado, una promesa. Y para llegar a ella se debe hacer un ejercicio sensato de valoración y reconocimiento de los puntos fuertes y débiles con la posibilidad encontrar el mejor escenario a capitalizar, encontrar esos factores de diferenciación a explotar y reconfigurar determinadas conductas y medidas, con el objeto de mejorarlas. En otras palabras, es encontrar esa propuesta única de valor y a partir de ella, darle una narrativa que invite a visitarla.
Este ejercicio, al igual que en un producto, en un servicio o en una compañía, se tiene que detectar en qué se es muy bueno, siendo profundamente autocríticos y honestos. En el caso de esos destinos clave, se tiene que analizar la cultura, la historia, paisajes, gastronomía, entre otros.
Una vez hecho el trabajo estratégico, que es la base de todo, ahora sí podremos pensar en materializar la punta del iceberg, lo que se ve y promueve, construyendo una imagen visual congruente con esa realidad, dotar de un slogan y diseño con el que logre identificar el lugar de manera inmediata y memorable.
Un caso interesante es el de la ciudad de New York en los años setentas. La ciudad, a pesar de ser una gran metrópoli, venía de una mala imagen, de un bajo interés turístico y de una ola de violencia y vagabundos que rodeaban el posicionamiento del destino.
El despertar a una nueva forma de viajar
Es en 1977 que buscan hacer una campaña de marketing y publicidad para reconfigurar esta imagen. Como parte de dicha campaña, contratan a Milton Glaser y nace el símbolo memorable de I ❤ NY, que se ha convertido en parte de la cultura popular estadounidense y es estampado en millones de camisetas que se venden todos los días. Esta acción fue un parteaguas que cambió la dinámica de la ciudad y de los propios ciudadanos, a tal grado que a casi 50 años después, apenas unos días atrás, anunciaron el cambio a We Love NY, y son los propios ciudadanos los no quedaron a gusto con el cambio, porque este símbolo es ya su bandera y los representa.
La reflexión va en el sentido de las grandes oportunidades que tiene nuestra ciudad, aún podemos hacer mucho por ella y su marca. Hay mucho trabajo por hacer por un lugar tan emblemático y, por cierto, símbolo de todo México, como lo es Tequila, Jalisco. Me encantaría tener una gran marca destino, con un gran marketing y comunicación que le dé mayor valor al destino.
Por lo pronto, no dejemos de viajar, y llenar nuestra maleta de inspiración.
Bon voyage.
Fotografías: PEXELS