Dr. Edgar Salinas Uribe
Autor del libro “Sostenibilidad: la responsabilidad corporativa del S.XXI”
@EdgarSalinasU
¿Por qué el mundial de Qatar se realizó en diciembre y no en el verano como tradicionalmente ha sido? Con esa pregunta inicié mi más reciente colaboración en el Contexto de la Sostenibilidad, mi columna quincenal en radio GREM.
La respuesta fue que se consideró inviable jugar durante el verano debido a las condiciones de temperatura que prevalecen en Qatar.
Esto que parece obvio esconde algo que con frecuencia pasamos de largo: nuestro planeta es diverso en temperaturas y en muchas otras realidades.
Por ejemplo, aunque en nuestro entorno la navidad la asociamos a un clima frío y nevado, lo cierto es que en el hemisferio sur es normal que las fiestas navideñas sean en condiciones de mucho calor.
Otro caso es la comida, al final las diferencias en los platillos tienen su origen en los productos que las diversas regiones cultivan debido a las condiciones de suelo, clima y lluvias.
En resumen, nuestro planeta es muy diverso y eso le concede una belleza especial.
Es tan grande la diversidad también en especies vivas y en la flora que poco reparamos en una tragedia cotidiana: la pérdida de naturaleza y, con ello, de biodiversidad.
Aunque no es muy visible, todos los días se pierde biodiversidad y en las últimas décadas se ha acentuado ese fenómeno.
El cambio climático, los cambios en el uso del suelo y el mar, la contaminación, el uso intensivo y directo de recursos naturales y las especies invasoras con factores que inciden directamente en lo que desde el campo de las ciencias se ha documentado como pérdida de naturaleza en nuestro planeta, lo que significa en otras palabras pérdida de biodiversidad y belleza planetaria.
Con infinitamente menos difusión, a la par que de jugaba el mundial de futbol, en Montreal se realizó la Conferencia sobre biodiversidad (COP 15) cuyo objetivo formulado fue acordar medidas para “detener y revertir la pérdida de naturaleza”.
Al término del encuentro, el acuerdo principal entre los países y las organizaciones participantes fue el establecimiento de un objetivo claro: conservar el 30 por ciento de la tierra para el final de la década que estamos atravesando.
En otras palabras, proteger el 30 por ciento del planeta para el 2030.
Este “30 para el 30” compromete a los gobiernos a desplegar acciones para que el 30 por ciento de la tierra y el mar sea “efectivamente protegido” a través de una gestión ambiental que lo garantice, coincidiendo con el año meta de los ODS:2030.
De lo que en el fondo se está hablando es de cuidar con acciones concretas lo que aún hay de biodiversidad en el planeta tierra, así como de las condiciones que posibilitan la vida en sus múltiples manifestaciones, entre ellas, desde luego, la humana.
De lograrse, también se contribuye a preservar la belleza de nuestro planeta azul y el enorme valor de su diversidad natural y cultural.