Por: C.P.C. y M.I. José Mario Rizo Rivas
“Toda empresa que decida abordar este proceso, debe experimentar un cambio cualitativo y cuantitativo para lograr la eficiencia y permanencia a través de las generaciones” -Mario Rizo
Las condiciones actuales del entorno nos enfrentan a grandes desafíos, y las empresas familiares no son la excepción. Los retos son múltiples y variados; armonizar las relaciones emocionales de sus integrantes, enfrentar la globalización, enfrentar a competidores nacionales e internacionales que en apariencia son mejores-, entender los cambios del mercado y hasta la forma de hacer negocios. Todo lo anterior nos plantea no sólo la necesidad de realizar cambios continuos, sino también, la de generar una cultura de adaptación constante a entornos en permanente estado de desequilibrio.
El concepto de estrategia empresarial ha venido evolucionando, y es así como de un modelo relativamente estático, basado principalmente en una planificación formal -de arriba hacia abajo-, pasamos a otro totalmente distinto y emergente; uno que se va adaptando a los cambios en tecnología, en innovación, a los diferentes tipos de mercados, a las distintas formas de trabajo y remuneración del personal, por mencionar algunos de los más relevantes.
Es imperativo, ante tal cantidad de cambios, que el negocio de la familia se convierta en una empresa familiar inteligente, que aspire a alcanzar el éxito, y que así lo refleje. Una empresa con grandes propósitos comunicados en sus mensajes corporativos-, que profesionalice su propiedad, administración y gestión, con la mira puesta en el plan de sucesión y el cambio generacional.
En una empresa familiar inteligente, cada uno de sus colaboradores -en todos los niveles- tiene una clara definición de su visión y misión, así como herramientas para mantenerse a lo largo del tiempo. Se adapta a los cambios que exigen las modificaciones de las circunstancias, consiguiendo un permanente deseo de superación. Hace del aprendizaje continuo su modo de ser, generando nuevos conocimientos, dando origen al tipo de empresas que saben manejar la velocidad de la información y adaptarla para mejorar la operación en la empresa, con el fin de comprender el entorno.
Una empresa familiar inteligente se construye fundamentalmente con la calidad de su recurso humano y con el respeto y separación de las relaciones entre empresa y familia. Esto exige que el fundador asuma el rol de ser un líder transformador, convirtiéndose en la persona visionaria que no sólo capacita y desarrolla a sus colaboradores y familiares, sino que también ejerce la habilidad de delegar en ellos algunas actividades.
Hay que dejar muy claro que toda empresa familiar que decida abordar este proceso debe experimentar un cambio cualitativo y cuantitativo, para que de esta forma se pueda diseñar y ejecutar un modelo de estrategia exitoso, y para el cual se requerirá la reafirmación de los valores, la creación o modificación de la visión familiar y, en consecuencia, también de la misión. Una vez determinado lo anterior, se tendrá que iniciar con la tarea de alinear a la empresa con esta visión, misión y valores.