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mayo 3, 2024

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Una nueva mirada para decidir el futuro

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Una nueva mirada para decidir el futuro, la propuesta de Arturo González.
Una nueva mirada para decidir el futuro, la propuesta de Arturo González.

Trump no iba a ser presidente de EEUU. El Brexit no iba a ser aprobado. Rusia no iba a invadir Ucrania. Al menos eso dijeron los expertos económicos en su momento, pero se equivocaron. ¿Por qué? Una forma contundente de decirlo es que la realidad siempre es más compleja de lo que creemos. Apostar sólo por un factor, en este caso el económico, para proyectar el curso de un acontecimiento, es una decisión que muy probablemente conducirá al error, sobre todo cuando las antiguas variables y los viejos paradigmas comienzan a perder sentido.

En 1938, los economistas Wilhelm Röpke y Alexander Rüstow, durante su participación en el Coloquio Walter Lippman de París, declararon: “Los últimos avances en el análisis puramente económico nos han ayudado mucho a comprender mejor la mecánica de las oscilaciones económicas, pero en este caso, de nuevo, se ha alcanzado el refinamiento en el detalle a cambio de la ceguera con respecto a los contextos extraeconómicos que constituyen el problema de la realidad”. Un año después, la Alemania nazi les dio la razón a Röpke y Rüstow con la invasión a Polonia.

Los expertos que no vieron a Trump presidente, al Reino Unido fuera de la Unión Europea y a Rusia dentro de Ucrania, pensaron que sus valoraciones económicas eran suficientes para descartar los escenarios fuera de su lógica. Se enfocaron en un factor y se cegaron frente a los contextos extraeconómicos de la realidad. Sin embargo, no debemos culpar totalmente a estos especialistas de su fallo. Durante años, sus paradigmas operaron, la hiperglobalización tenía un rostro definido y marcaba ciertas pautas predecibles. Funcionaron… hasta que dejaron de hacerlo.

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Cuando un sistema entra en crisis, sus parámetros y variables centrales también lo hacen. Otros elementos cobran relevancia y las valoraciones que antes se creían indispensables para construir escenarios viables futuros, se convierten en una más de la pléyade de factores. Es lo que pasa ahora. La hiperglobalización empujada por el neoliberalismo ha entrado en crisis, acompañada del declive de la hegemonía estadounidense que construyó un orden mundial liberal presuntamente permanente e irreversible. De forma gradual, pero sostenida, se ha puesto en duda la efectividad perenne y ubicua de las recetas económicas neoliberales, mismas que son enfrentadas con más éxito que antes desde los ámbitos extraeconómicos. La era del “no importa quién gobierne para la verdad liberal” se precipita a su fin.

La policrisis que vivimos nos muestra la realidad de una profunda transformación en la que los viejos paradigmas son insuficientes para entender el nuevo entorno internacional. Vivimos crisis políticas, geopolíticas, sociales, económicas, sanitarias y hasta culturales. Crisis en el sentido de mutación, principalmente, pero también, en varios casos, en el de debacle. ¿Cuál es el nuevo orden que nace? No queda del todo claro aún, pero hay algunas pistas: China, en eje con Rusia y otras potencias antiliberales, luego de beneficiarse económicamente con la hiperglobalización, impulsa un nuevo orden mundial postliberal y postliderazgo estadounidense. Hay quienes lo llaman orden multipolar, con varios bloques y hegemonías regionales. Es lo que los organismos internacionales llaman la era de la fragmentación. Del mundo unitario hiperglobal pasamos al mundo global hecho de mundos regionales.

Un rasgo característico de la nueva era global es el cambio del paradigma rector de la realidad. De la primacía del factor económico, en el que todo dependía de rendimientos y proyecciones de crecimientos, transitamos hacia un esquema de diversificación de enfoques. Ya no es sólo la macroeconomía, también son la política, geopolítica, geoeconomía, tecnología, religión, cultura, sociedad y… la ideología, aquella que se creyó superada con el ascenso de la verdad global neoliberal. El retorno y resistencia activa del estatismo, el socialismo de masas, el fascismo, el clasismo, el machismo y el nacionalismo, así como el auge de los feminismos, las ideologías de género, los pluralismos culturales y religiosos, demuestran el peso de la cuestión ideológica.

Un elemento central en la nueva ecuación es la historia. El globalismo neoliberal intentó decretar el “fin de la historia” y fracasó rotundamente. Hoy, esta disciplina cobra una relevancia renovada para entender la realidad del mundo. Si queremos trazar rutas posibles para el futuro, debemos comprender el presente, y para comprender el presente es necesario analizar a conciencia el pasado. En este sentido, el análisis global con perspectiva histórica se erige hoy como una nueva mirada para decidir el futuro del mundo y de los estados, empresas y organizaciones sociales que lo conforman. Esa es mi propuesta.

*Arturo González González

MAIL: agonzalez@grupopunto.net

TWITTER: Artgonzaga

WEB: urbeyorbe.com

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