Todos los días estamos tomando decisiones y aveces lo hacemos de manera automática, sin conciencia del impacto que puede tener en uno mismo o en quien nos rodea. Tomar conciencia de lo que hacemos y cómo lo hacemos hace la diferencia en el posible resultado.
Hace tres años compré por primera vez un bien inmueble con el fin de invertir. Me emocionó la idea de tener algo a mi nombre y hacerlo como negocio. Mi visión era rentarlo para que no solo pudiera apoyarme a pagar la hipoteca, sino que era la forma de poder hacerme de este bien y que las mensualidades no fueran tan pesadas, aunados a los gastos normales de mi negocio.
Me acerqué a un agente hipotecario que me recomendó la mejor tasa del mejor banco y me apoyó en la gestión del trámite. La verdad es que me sentí muy confiada con todo lo que me asesoró y así fue como tomé la decisión.
Pasados los tres años me di cuenta de que el plazo de mi crédito hipotecario (de 15 años) debió haber sido de más largo plazo para que las mensualidades fueran más pequeñas. En mi afán por quererme quitar una responsabilidad de pagos en menos tiempo, no tuve conciencia plena de esta decisión.
Cuando un inquilino dejó de habitar el departamento la mensualidad se volvió muy pesada, y en ocasiones afectó mis flujos que ya estaban planeados para otras obligaciones. Si bien no fue mala, mi decisión al invertir en un bien inmueble debió haber considerado otros factores que en su momento no contemplé.
Este ejemplo me hace ver cuántas veces tomamos decisiones sin considerar el verdadero impacto que tiene en nosotros y en nuestro entorno. Hacer un ejercicio consciente puede hacer la diferencia en tu toma de decisiones:
Considera los números y una estrategia sólida para implementar. Analiza si es viable para tu organización y tiene un ROI esperado.
- ¿A quién más afecta esta decisión? ¿Influye en que otras personas tengan mejores condiciones o les impactará directamente? El lado humano debe contemplarse sobre todo cuando necesitas generar compromisos auténticos y seguidores en tu liderazgo. Si tu decisión afecta negativamente a otros, se debilita la relación y pierdes influencia.
- Si es que tomas una decisión equivocada, ¿qué tan factible es tomar otro camino que te apoye a resolverlo? Evita ser de los que prefiere parecer firme en lugar de reconocer que puede haber otra forma de solucionar.
- ¿Estás actuando con base en la experiencia? ¿Estás considerando el impacto futuro? Recuerda que el mundo está evolucionando tan deprisa, que en ocasiones lo que te funcionó antes, no es lo que seguirá funcionando después. Actuar con base en el pasado puede limitarte a una zona de confort que impide que pienses con conciencia plena.
- Sobreanalizar también puede hacer que pierdas una oportunidad. El tiempo que te toma cuando no quieres que se escape ningún detalle puede hacer que, o ya sea demasiado tarde, o alguien más lo haga antes que tú.
Comprar un inmueble para vivir o para invertir requiere de tomar decisiones que en ocasiones olvidamos considerar. Pasa algo similar en nuestro día a día en lo profesional y en la vida personal, qué tan conscientes estamos siendo al tomar decisiones y el impacto que tienen en nosotros y en otros.