Más que en alegrías y sonrisas, para Pablo García Chacón, la felicidad se mide en revoluciones por minuto.
Y es que, con la clara bandera de ser ingeniero de vida, su “yo profesional” ha encontrado sus motivos en el sonido acompasado de una máquina que cobra vida, en la armonía de un proyecto que se mueve con precisión y en el silencio interior de quien sabe cuál es su propósito.
Como una buena máquina
Pablo es director general de YPC de México, actual presidente de CANACINTRA Torreón y un convencido de que la felicidad se construye igual que una buena máquina: pieza a pieza, con fe, con amor y propósito.
“Mis días felices son con mi familia”, dice. Pero, agrega con el mismo énfasis, que se debe aprender a vivir en armonía, combinando a la familia con el trabajo e incluyendo a Dios, pues “esa combinación es la perfecta”.
Su despacho, sobrio pero imponente, se encuentra ubicado en la ciudad industrial de Torreón. Desde ahí, Pablo no solo dirige una empresa, sino que también habita su vocación.

La vocación de Pablo García Chacón
En términos profesionales, es ingeniero mecánico industrial con especialidad en Diseño, un oficio al cual le ha dedicado más de cuatro décadas, y que le apasiona tanto por su enfoque técnico como por su pasión: la automatización.
Su historia, la narra entre válvulas, cilindros y sistemas de control, pero también entre decisiones valientes y su peculiar estilo de alcanzar sueños que parecían imposibles.
Cuenta, por ejemplo, que nació en un entorno humilde, que empezó a trabajar desde los 16 años como ayudante en la Jabonera de Gómez Palacio y que fue justo ahí, entre el ruido de las máquinas y el olor metálico del esfuerzo, donde descubrió su destino.
“Vi cómo funcionaba una máquina y pregunté qué carrera manejaba eso. Me dijeron que ingeniería mecánica, y desde ese día supe que eso era lo mío. Amo mi carrera. Soy fanático de las máquinas”, expresa con orgullo.
Su camino, sin embargo, no siempre fue sencillo. Pablo atravesó años de sacrificio, jornadas largas y tropiezos familiares que casi lo hicieron rendirse.
En la mitad de su carrera universitaria, la pérdida de un ser querido lo llevó al borde de abandonar sus estudios. Pero el nacimiento de su hija, como un toque casi divino, transformó su rumbo.
“Ella fue mi inspiración”, comparte, asegurando que le dio el impulso para concluir su formación, trabajar en distintas empresas y, lograr, antes de cumplir 35 años, fundar su propio proyecto, conocido como Automatización y Proyectos de Ingeniería, el antecedente directo de lo que en 2007 se convertiría en YPC de México.
Esfuerzos que no son en vano
En el escritorio de Pablo García Chacón, una especie de caja llama la atención lo mismo por su forma que por la frase que lleva escrita: “tanto esfuerzo no puede ser en vano”, un lema que se ha transformado en su estilo de ser, hacer y de poseer las cosas.
En esa frase, se comprende la base y la historia de YPC, una empresa que nació, como muchas grandes ideas, de una mezcla de audacia y oportunidad, con una invitación a una exposición en Corea del Sur como el punto de partida.
Y es que, en ese viaje, Pablo estableció una alianza comercial, una amistad y, sobre todo, una visión: la de desarrollar en México tecnología de clase mundial.
Así, lo que empezó como una empresa de importación, se transformó en una firma de manufactura y automatización con clientes en todo el país y en Estados Unidos.
“Empezamos con cilindros neumáticos, luego incorporamos maquinado CNC, inyección de aluminio, corte láser u pintura electrostática”, enumera Pablo. “Hoy, enviamos productos a todo México, todos los días. Nos hemos diversificado, pero sin perder la esencia”, dice.
Esa esencia, justamente, tiene nombre: humildad y servicio. Otra frase que acompaña al ingeniero y que nunca se ha quitado de la misión de YPC de México, pues define su liderazgo.

Su forma de vivir el trabajo
Gracias a ello, tanto en la planta como en las oficinas, el trabajo es una forma de vida que se alimenta de la empatía y la curiosidad constante, con el ingrediente adicional de la innovación, concebida como un hábito.
“La tecnología siempre avanza, no puedes quedarte estancado”, advierte Pablo, repitiendo las palabras “curiosidad”, “imaginación” y “preparación técnica” con la naturalidad de quien cree y defiende que, “en la ingeniería, como en la vida, siempre debes ir un paso adelante”.
“La vida no es gratis”
Fuera de su temple técnico y de su liderazgo industrial, Pablo García Chacón es, ante todo, un hombre con una brújula interior profundamente humana. No habla de éxito sin hablar de esfuerzo, ni de crecimiento sin mencionar la gratitud.
“La vida no es gratis. Todo lo que logres será por ti mismo”, advierte, refiriéndose a la placa encima de su escritorio, que le obsequió un colaborador y que resume su credo.
Al salir de su oficina y mientras recorre su planta, saluda a cada empleado de mano, detallando al mismo tiempo que, desde su aprendizaje, la clave para que una persona pueda ser feliz es que encuentre cuál es su bandera, es decir, aquello que más ama y más le apasiona.
Él, por su parte, considera que “su bandera” está hecha de amor, de propósito y de fe, entendiendo que el éxito no es una meta, sino un estado del alma, y que “cuando haces algo que te gusta, te sientes feliz, te sientes cómodo”.
“Yo soy feliz en esta fábrica. Es mi refugio”, concluye.



