¿Cómo hacer crecer a las ciudades? Es la pregunta que ocupa a miles de líderes por el mundo que tienen el reto – y la responsabilidad- de generar mejores condiciones de vida para sus gobernados.
El modelo del Siglo XX de desarrollo económico se sostuvo durante décadas de la atracción de fábricas a las ciudades bajo la premisa de que la gente querría vivir donde hay trabajo. Al día de hoy, muchos de nuestros gobiernos siguen anclados a ese modelo: giras por el mundo intentando convencer a directores de fábricas de instalarse en sus ciudades ofreciendo tierra barata, mano de obra barata, impuestos baratos… En resumen, abaratando la ciudad.
A finales del siglo pasado, el urbanista norteamericano Richard Florida emprendió estudios de economía regional en Estados Unidos para intentar identificar por qué algunos polos urbanos estaban creciendo a ritmos acelerados, mientras que otros, antaño productivos, caían en picada. El resultado de décadas de medición fue el entendimiento de polos de talento.
Identificó hace ya 20 años que el paradigma estaba cambiando: las personas no van hacia donde hay trabajo, las empresas más rentables van hacia donde hay talento. Este nuevo paradigma es aún más fuerte hoy con el crecimiento de la generación de nómadas digitales (personas que no desean establecerse en una ciudad por largos periodos, sino mudarse constantemente en función de mayores experiencias laborales y personales).
Florida identificó, a partir de la medición de decenas de factores de medición de calidad de vida, tres grandes características de ciudades que experimentaban mayor desarrollo económico en la era actual del conocimiento:
Tolerancia: Las ciudades con una mayor tolerancia social a la diversidad sexual, política o económica suelen ser muy atractivas. Sociedades más dispuestas a escuchar y convivir con personas que creen en ideas diferentes, practican religiones diferentes o votan opciones políticas contrarias hablan de contextos más propicios para la libertad y el desarrollo creativo.
Creación cultural y tecnológica: Espacios públicos de convivencia, programas de creación y fomento cultural y creativo, así como apertura tecnológica y educativa son elementos fundamentales para ciudades donde la gente con ganas de aportar y crear desea vivir.
Habitabilidad: Aunque pareciera una contradicción en sí misma, la frase “ciudades que se pueden vivir” resume cómo el desarrollo urbano concentrado en torno a los centros de las ciudades, conectadas por sistemas eficientes de transporte público, con espacios también públicos para aprender, hacer deporte, compartir ideas o trabajar son los escenarios que la gente con talento busca.
Así, podemos entender por qué ciudades como San Francisco, Austin, Medellín, Manchester o Tel Aviv, se han convertido en los últimos años en puntos a donde la gente que más valor aporta a la economía quiere ir a vivir: ciudades tolerantes, abiertas, creativas, que se puedan caminar, convivir y hacer comunidad. Porque la gente más valiosa ya no va a donde hay trabajo, las empresas van a donde vive la mejor gente. ¿Aceleramos el paso?
Diana Cecilia Torres Álvarez
Especialista en Estrategia de Comunicación, Innovación
y Plataformas Digitales | Fundadora y directora de Grupo Punto.
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