Creatividad, pasión y valentía son características que definen a Isabel Herrera, diseñadora de joyas exclusivas, quien por más de 25 años ha destacado por la expresión multicultural de sus creaciones.
Encontrar nuestra pasión en la vida, en la mayoría de los casos puede ser complicado, pero defenderla y luchar por convertir esos sueños a metas y esas metas a logros lo es aún más. La valentía y la creatividad resultan fundamentales al momento de ir en busca de nuestro camino en la vida.
Isabel Herrera decidió convertir sus sueños en metas. Desde niña encontró el gusto por el arte plástico y esa sensibilidad la ayudó a marcar su camino por el diseño de joyería. En ella convergen el arte y la historia, es una mujer que enmarca su creatividad a través de la tradición.
Desde muy joven decidió irse a estudiar a Florencia, la cuna del diseño, para especializarse y conocer a fondo el arte de la joyería. Durante siete años se enfocó totalmente en su formación académica, así como a la par en trabajar, experiencias que le brindaron las bases para formar y expandir lo que hoy es Isabel Herrera Jewelry.
Con sus decisiones, ella le cambió el significado a la palabra “rebelde”, ya que, gracias a eso creó un estilo de joyería que expresa, por medio de cada pieza, la autenticidad, sentimiento y detalle de su marca.
Los sueños se construyen
La conexión con los metales surgió desde su infancia, ya que desde pequeña Isabel Herrera tuvo cercanía a la industria minera por su abuelo paterno Jorge Herrera, quien tiempo después la impulsó para que estudiara diseño de joyería en Florencia.
Con el paso de los años, creció con la firme idea de que su plan de vida profesional era en el mundo de las joyas, por lo que al llegar el momento partió sin mirar atrás para iniciar su formación en el Instituto Metallo Nobile, una de las tres escuelas más reconocidas en este sector, donde estudió la carrera de Diseño y Manufactura de Joyería, en la que llevó un plan de estudios en el que conoció desde los procesos más artesanales, hasta llegar a la joyería industrial, que es el desarrollo de prototipos para la producción en serie.
“Es una experiencia sumamente valiosa el trabajar en las distintas áreas del proceso, desde la creación de la pieza, hasta que llega a su comprador. Tuve la fortuna de vivirlo desde distintas posiciones, entre ellas como diseñadora en una fábrica, así como en una joyería, donde aprendí sobre precios, cómo interactuar a los clientes e identificar su estilo”.
-Isabel Herrera-
Durante el tiempo que vivió en Italia, Isabel Herrera no dudó aprovechar su estancia al máximo, así que además de joyería, estudió Historia del Arte Miniatura en el Centro di Formazione Professionale di Firenze, aunado a constantemente buscar oportunidades laborales que le sumaran habilidades para desenvolverse cada vez mejor en su ámbito.
Al terminar de cursar su plan de estudios adquirió el grado de artesana, al que le seguían tres años de trabajo en la industria joyera para finalmente recibir su título.
“Al inicio de mi llegada a Italia trabajé en ventas para joyerías como Jean Sade Firenze y Even Bijoux; luego, estuve como artesana en la fábrica de AEG Giogielli, como parte del programa de intercambio de la escuela; después, me enfoqué en diseño y prototipos en Idrus Giogielli, donde más aprendí sobre este oficio y, finalmente, me independicé, abrí mi propio taller con Werner Altinger”.
El arte de los negocios para Isabel Herrera
Ya inmersa en la cultura italiana y después de vivir la experiencia de convertirse en empresaria al abrir su propio taller en Florencia, Isabel decide regresar a México para vivir su pasión por la joyería en la Laguna. Es así como nace Boato Arte en Joyas, marca de alto diseño en plata, creada junto a Eduardo Benítez y otros tres socios. Comenzó en el interior de la tienda departamental Cimaco, con el apoyo de Eduardo Murra Marcos, Presidente del Consejo de Administración de Cimaco, quien tuvo la visión y confianza de lo que este proyecto llegaría a ser. Posteriormente, abrió sucursales en la Plaza Cuatro Caminos y en otros lugares de la República. Sus diseños se caracterizaban por ser trabajados totalmente a mano y bajo las técnicas aprendidas por ella en Italia.
Además de tener talento y convicción indiscutibles, a lo largo de la vida, Isabel ha tenido fortuna de tener a su alrededor a personas que de una u otra manera la impulsaron, aconsejaron y hasta fungieron como mecenas, describe ella misma, uno de ellos fue el reconocido editor Miguel Ángel Porrúa. De igual manera, su hija Aldonza fue cautivada por la elegancia y sensibilidad de Boato así que en conjunto con la diseñadora abrió la primera franquicia en la Ciudad de México, en el interior de su galería Tenanitla, ubicada en San Ángel.
“Eduardo Murra Marcos es una persona a quien le tengo profundo agradecimiento y quien siento una gran admiración. Confió en mi talento desde el principio y siempre me apoyó”.
-Isabel Herrera-
Mientras tanto, Isabel Herrera seguía creciendo como empresaria y diseñadora de joyas, así como conociendo a figuras muy importantes del sector y uno de ellos le dijo que era muy romántica, que quería cosas muy bonitas pero que, en realidad en producción lo bonito tiene que ser costeable y que todavía no contaba con la suficiente experiencia para llegar a donde ella deseaba.
Estas palabras fueron un impulso más para que siguiera convirtiendo su sueño en una realidad, por lo que continuó formándose al cursar todo programa educativo que le proporcionara las herramientas para fortalecerse en la parte del negocio, entre ellos en el Ipade, así como en otras tantas instituciones.
Compartir conocimiento es otra de las joyas que Isabel se encargó de diseñar y traer a México. Por eso, también junto a Eduardo Benítez colaboró con Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey Campus Laguna, el Ayuntamiento de Torreón e Industrias Peñoles en la creación de un diplomado sobre el arte y el diseño de joyería, programa con duración de dos años, que a la fecha lleva nueve generaciones egresadas y sigue vigente.
“Enseñar no solo ayuda a comprender, sino también a mejorar. La adquisición de conocimientos y la sensibilidad humana que se desarrolla en este proceso es invaluable. Este proyecto ha sido sin duda un punto de inflexión en mi carrera, tanto en la credibilidad de nuestra capacidad de producción como empresa, como en el desarrollo de nuevos proyectos. Desde la concepción de la idea hasta su ejecución, este diplomado ha sido un verdadero catalizador de crecimiento y aprendizaje”, expresó.
Con el paso del tiempo, con grandes éxitos y satisfacciones alrededor de Boato, el camino que su vida estaba tomando, ya se había mudado a Los Ángeles, California, para establecer ahí la familia que inició junto a su esposo, la llevó a tomar una de las decisiones más complicadas de su vida: vender la marca. “Fue muy doloroso, era mi bebé. Nunca había trabajado tanto y puesto tanta dedicación en algún proyecto como con Boato. Lo dejé ir porque era la decisión correcta”, recordó.
Un nuevo comienzo
Tras su cambio de residencia, Isabel se enfocó de lleno a su marca Isabel Herrera Jewelry, con la que desde 2005 ha hecho diseño exclusivo, tomando la decisión de a partir de ese momento únicamente crear piezas en oro. En 2014, continuó su formación estudiando gemología en el Instituto Gemológico de América (GIA). “Lo hice con la intención de mejorar mi capacidad para reconocer la calidad de los productos que adquiría. A través de esta experiencia, también adquirí conocimientos sobre la gestión empresarial, la logística, las fluctuaciones en los mercados de metales preciosos y la comprensión de los mercados internacionales”, indicó.
Su especialidad es diseñar joyas únicas y exclusivas bajo pedido, utilizando los mejores materiales como diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas y metales preciosos. Además, realizó remodelaciones de joyas en colaboración con laboratorios gemológicos respaldados por la Asociación de Peritos Valuadores de Estados Unidos. Incluso, de ser necesario, trabaja con lapidarios especializados en gemas preciosas para revitalizar las piedras. Este proceso de diseño lo aplica basándose en las necesidades, gustos y estilo de vida de cada cliente.
“El día a día de la ejecución empresarial, cometer errores, caer y levantarme, fue lo que verdaderamente impulsó mi crecimiento y me llevó a encontrar soluciones”.
-Isabel Herrera-
Actualmente, tiene un taller orfebre, en el Distrito Joyero del centro de Los Ángeles, que es una de las plazas de joyería más importantes en Estados Unidos y el mundo, asimismo tiene sus oficinas y un estudio de diseño en el condado de Palos Verdes Estates, donde recibe a clientes solo por cita para quienes trabaja diseño exclusivo y sobre pedido. Los diseños que se pueden apreciar en sus redes sociales son una muestra de las creaciones que ha hecho a la medida.
También tiene una oficina en Torreón, donde recibe todas las piezas que le son solicitadas en diferentes ciudades de la República, las cuales visita constantemente, sobre todo Ciudad de México y Monterrey.
Isabel Herrera es el claro ejemplo que, estudiar una carrera artística y vivir de ello es tan solo el primer paso, y que para dar estabilidad y crecer el proyecto es importante tener objetividad y apertura de hacer lo necesario para cristalizar nuestros sueños.
“Mi trayectoria de más de 25 años ha estado marcada por la experiencia de vida, la colaboración con personas admirables y la madurez que me ha mantenido con los pies en la tierra. Cada paso en este camino ha sido una oportunidad para aprender y crecer, tanto a nivel personal como profesional”, concluyó.
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