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mayo 8, 2024

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ENTRE AZUL Y BUENAS NOCHES – Humberto Guajardo

Por

humberto guajardo

Por Humberto Guajardo

Consultor organizacional en el área de las actitudes

Aquella persona inició el año con muchas expectativas pero sintiéndose con poca energía, sabía que para mejorar habría que desarrollar los planes que se había trazado (lo que tradicionalmente se llama propósitos de año nuevo), sin embargo, no se sentía con el suficiente vigor para llevarlos a cabo, y es que pensamientos pesimistas le rondaban por su cabeza y hacían que dudara de sí mismo.

Ésta es una situación que puede ser común para muchas personas y que puede presentarse en cualquier época del año, y es que esa sensación de carga que a veces los pensamientos traen, puede llegar a ser muy difícil de sobrellevar.

Ojo, mucho ojo, especifiqué que puede ser muy difícil, pero no imposible, que quede bien claro. Recuerde que es más difícil, cuando creemos que es difícil.

Esperar a sentirnos 100% seguros en algo para dar un paso, tomar una decisión, generar un cambio, es una práctica bastante limitante, puesto que la certeza absoluta es más un deseo que una realidad, debido a que puede haber múltiples situaciones que influyan en la implementación, desarrollo y éxito de cualquier plan, es por eso que se sugiere que, cuando estemos frente a una resolución de cualquier cosa que se presente, buscar los pros y los contras, los costos y los beneficios que eso conllevará, tomando en cuenta que todo tiene un precio.

Se han catalogado tres niveles de impacto en las decisiones, todo esto, por supuesto, dependiendo de la persona, la pareja, la familia, la empresa, no quiera cortar parejo, porque lo que para usted es muy especial, para alguien más no tiene tanta trascendencia y viceversa.

Hay decisiones de mínima importancia, como qué comeremos hoy, si vemos una película o una serie.

Hay decisiones de mediana importancia como dónde pasar la navidad, comprar vehículo nuevo, el trato con la familia. Hay decisiones de máxima importancia, como un casamiento o divorcio, cambiarse de país, dónde estudiarán los hijos, una herencia.

Como lo apunté anteriormente, no se compare con nadie, ni quiera que los demás piensen exactamente igual que usted, entender que la escala de valores, gustos e intereses son diferentes, puede ayudar al manejo de ciertos conflictos, de la misma manera, dejarse influenciar con tal de quedar bien, no es buena estrategia. Recuerdo aquella frase que dice “no sé cuál es la clave del éxito, pero sí sé que la clave del fracaso, es querer quedar bien con todos”.

Entonces, sentirse entre azul y buenas noches, como que sí como que es bastante aceptable y se espera en algunas situaciones, como aquella en la cual la hija de la persona anuncia que se va a casar y hay una sensación ambivalente, dijéramos, agridulce: que bien que va a dar ése paso y se espera la mayor prosperidad para su vida matrimonial y por otro lado, qué triste que el tiempo no pasa en vano, que se hizo mujer y que se va a ir de casa.

Cuando se revisen los pros y los contras, le invito a que dimensione de manera adecuada, para que no idealice las cosas a favor ni satanice las cosas en contra, revise, pida ayuda, busque otras opiniones, lea sobre el caso, etcétera.

Cuando aparezca el temor a que salga mal aquella decisión, plantéese, realistamente, qué puede salir mal, elaborando diferentes escenarios y sus posibles alternativas de solución, de esa manera el miedo pasará de ser paralizante, es decir, que le impida avanzar, a ser precautorio, es decir que le sirva para estrategias de mejora.

La duda es razonable, perfectamente entendible, pero entre más información tenga, más seguridad habrá, lo que ayudará en el manojo de los problemas. Después de todo, también es cuestión de actitud.

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