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noviembre 21, 2024

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El ‘big moment’ de las regiones y metrópolis mexicanas-Arturo González González

En medio de una globalización que se está regionalizando, con tensiones geopolíticas y transformaciones geoeconómicas, los inversionistas internacionales buscan nuevos lugares para asentar su capital bajo una óptica distinta a la vigente hasta hace unos años.

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Columna de Arturo González.
Columna de Arturo González.

La fuerza de México está en sus regiones. Y las regiones de México están en un punto crucial para atraer inversión y generar prosperidad. En medio de una globalización que se está regionalizando, con tensiones geopolíticas y transformaciones geoeconómicas, los inversionistas internacionales buscan nuevos lugares para asentar su capital bajo una óptica distinta a la vigente hasta hace unos años.

Aquí es donde metrópolis mexicanas como Monterrey, Guadalajara, Sureste Coahuila y La Laguna pueden sacar provecho. En junio te conté de la importancia de la paradiplomacia para posicionar a las regiones en el contexto de un nuevo escenario mundial. Hoy te cuento de las oportunidades y los retos que enfrentan.

Primero, hablemos de lo que impulsa a los inversionistas a voltear su mirada hacia México. La creciente rivalidad entre EEUU y China ha cambiado las reglas del juego. Cada vez más empresas están reconsiderando su dependencia productiva de China, por lo que buscan diversificar sus cadenas de suministro.

Este movimiento de relocalización (reshoring-nearshoring) hace que México aparezca como una alternativa casi ideal. Su cercanía geográfica y comercial con EEUU –el mercado de mayor valor todavía–, combinada con una infraestructura industrial en proceso de consolidación, convierte a las regiones del norte, centro y occidente del país en destinos muy atractivos. Pero la ubicación, regalo de la Providencia, no es suficiente; hay que ofrecer más.

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En medio de las tormentas globales, los inversionistas buscan estabilidad. En un mundo lleno de incertidumbre, las regiones que puedan garantizar un entorno seguro y hasta cierto punto predecible tendrán una ventaja clara.

Los gobiernos locales que sean transparentes, que ofrezcan reglas claras y que mantengan políticas fiscales estables, generarán confianza. Esta confianza es clave, porque cuando un inversionista siente que su inversión está segura y puede operar sin sorpresas desagradables, está más dispuesto a apostar por esa región.

La infraestructura es otro factor primordial. Las regiones que invierten en mejorar su red de transporte, como carreteras, puertos y aeropuertos, y que aseguran un suministro de energía en calidad y cantidad suficiente, están mejor preparadas para atraer empresas que dependen de cadenas de suministro rápidas y eficientes.

Además, contar con talento humano calificado es elemental. Las regiones que colaboran con universidades y centros de formación técnica para capacitar a sus trabajadores en las habilidades que demanda el mercado laboral (carreras “STEM”) y otras complementarias tendrán un atractivo adicional.

Sin embargo, no todo es campo de rosas. Las metrópolis mexicanas enfrentan desafíos serios. La seguridad, por ejemplo, no es una preocupación menor. Es difícil imaginar que alguien quiera invertir en una región donde el crimen y la violencia son la norma cotidiana. Es menester que los gobiernos locales, en coordinación con el federal, apliquen políticas efectivas para garantizar la seguridad de las empresas y, sobre todo, de sus trabajadores.

Un entorno seguro no solo atrae inversiones de calidad, sino que también retiene talento y fomenta el crecimiento a largo plazo.

Otro obstáculo importante es el burocratismo. Es más factible que un inversionista se decante por una región donde los trámites para abrir y operar un negocio sean más sencillos y rápidos que en otra en donde las trabas son la regla.

Si los gobiernos locales no simplifican estos procesos, si las regulaciones fiscales son complicadas y cambian súbitamente, o si las ciudades de una metrópoli carecen de homogeneidad en sus normas, es probable que los inversionistas opten por irse a otro lado. La simplificación burocrática puede ser el mejor incentivo fiscal para convencer a las empresas de instalarse en una región.

La falta de infraestructura suficiente es otro desafío. Aunque México tiene una posición geográfica envidiable, con un pie en Norteamérica y otro en Latinoamérica, y rodeado de los océanos más importantes del mundo, muchas regiones aún carecen de la infraestructura necesaria para apoyar un crecimiento sostenido.

Mejorar la conectividad y garantizar un suministro confiable de servicios básicos como electricidad y agua es fundamental para atraer industrias modernas y de alta tecnología. Las regiones que superen este desafío tendrán una ventaja competitiva significativa.

La sostenibilidad es otro factor que ha cobrado relevancia. Ya sea por convicción o por conveniencia, cada vez más empresas internacionales están asumiendo compromisos con la reducción de su huella ambiental y, en consecuencia, buscan regiones que ofrezcan oportunidades para invertir en energías limpias y prácticas sostenibles.

Las regiones mexicanas que no adopten políticas ambientales progresistas o que no inviertan en infraestructura verde corren el riesgo de quedarse atrás en un mercado global cada vez más tendiente hacia la sostenibilidad.

La oportunidad se asoma en el horizonte para las regiones mexicanas, pero acompañada de la demanda de acción y compromiso para superar los retos. ¿Estamos tomando nota?

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