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julio 2, 2024

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De la parálisis diplomática a la paradiplomacia – Columna de Arturo González

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Columna de Arturo González.
Columna de Arturo González.

La diplomacia de los estados nacionales se encuentra atascada. La incertidumbre mundial y los conflictos geopolíticos han descarrilado los trenes tradicionales de la negociación política internacional.

Las gestiones diplomáticas no logran frenar las guerras, ya sean de fusiles o aranceles. El mundo se encuentra en proceso de fragmentación. Cada vez es más difícil construir acuerdos más allá de los espacios geográficos o ideológicos cercanos. Los gobiernos nacionales enfrentan una doble tendencia: inestabilidad que les impide ver más allá del horizonte de la siguiente elección, y una acción motivada cada vez más por filias y fobias políticas.

Las provincias y sus regiones se ven afectadas por la falta de capacidad de los gobiernos nacionales para sostener esquemas de contacto, proyección y atracción en el mundo.

Frente a esta realidad, la paradiplomacia se asoma como una alternativa viable y sostenible para instituciones provinciales y metropolitanas que deseen construir vínculos más allá de las fronteras de sus países y de los sesgos ideológicos.

La paradiplomacia es la práctica mediante la cual estados, provincias, regiones y ciudades, ya sea a través de instituciones públicas, privadas o sociales participan en actividades diplomáticas y relaciones internacionales. Las entidades subnacionales actúan de manera autónoma en el contexto global para promover sus intereses en múltiples ámbitos, tales como el industrial, tecnológico, comercial, turístico, cultural, ambiental, educativo, entre otros.

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Con la paradiplomacia, las entidades subnacionales o regionales pueden interactuar con actores internacionales, bajo su propia iniciativa, con su agenda y sin depender de los canales diplomáticos de sus países. Construir sus propias vías de interacción les permite trabajar en objetivos específicos y vinculados a sus realidades.

Una posibilidad interesante de la actividad paradiplomática es la construcción de redes de cooperación e intercambio. Una de sus principales ventajas es la flexibilidad para adaptarse a los retos y las oportunidades, ya que las restricciones diplomáticas suelen ser más rígidas para los gobiernos nacionales que para los subnacionales.

Otras ventajas son la descentralización y un ejercicio más equitativo del poder; el incremento de la visibilidad de los problemas regionales y la participación de organismos locales en temas de carácter global, y el fomento de la innovación a través del intercambio de conocimiento y buenas prácticas.

Metrópolis, asociaciones de municipios, empresas privadas, cámaras y agrupaciones sectoriales, universidades y organizaciones de la sociedad civil también pueden ejercer una actividad paradiplomática fructífera. Frente a la inacción o parcialidad de la diplomacia tradicional, cualquier actor provincial o regional de peso tiene la posibilidad de construir una agenda internacional bajo esquemas de colaboración y cooperación novedosos e innovadores.

En el mundo hay varios ejemplos notables de paradiplomacia. En España, los gobiernos de Cataluña y el País Vasco son los más activos. El primero ha desarrollado una red de “embajadas” catalanas en varias ciudades, principalmente europeas, para promover sus intereses políticos, culturales y económicos, como la atracción de turismo e inversiones.

El País Vasco impulsa la estrategia Euzkadi Basque Country para promover los intereses y la cultura vasca en el extranjero, a la par de que ha incrementado su presencia en organismos internacionales para afianzar su autonomía e identidad. Otros casos interesantes en el mundo son el de Québec, Flandes, Escocia y Sao Paulo.

Tras el abandono por parte del gobierno federal de la estrategia ProMéxico, principal instrumento de promoción internacional del país, han crecido las iniciativas paradiplomáticas, tanto de gobiernos subnacionales, como de regiones y organismos privados. Ciudad de México, Yucatán, Jalisco y, más recientemente, Coahuila, con ProCoahuila, son buenos ejemplos de estados mexicanos con proyección internacional.

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En el ámbito regional y metropolitano destacan los esfuerzos de la metrópoli regiomontana en temas como economía, urbanismo, seguridad y cultura. En turismo, sobresale la Riviera Maya, una marca regional en sí misma con gran atractivo internacional.

Pero los casos que me resultan más notables son aquellos que surgen de una iniciativa empresarial y/o de sociedad civil y que, además, trascienden las fronteras estatales. En este sentido, El Gran Bajío es un referente de cómo proyectar una región que abarca seis estados (Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí, Guanajuato, Michoacán y Zacatecas) como un polo de desarrollo industrial.

Y en la misma ruta avanza el binomio Invest In La Laguna-Metrópoli Laguna, una estrategia dual que busca promover en el mundo a la región ubicada en Coahuila y Durango, a la par que mejorar sus capacidades a través de una gobernanza metropolitana.

En tiempos de parálisis diplomática, la paradiplomacia se asoma como la vía para el desarrollo y proyección de las provincias y regiones.

*Arturo González González

MAIL: agonzalez@grupopunto.net

TWITTER: Artgonzaga

WEB: urbeyorbe.com

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