El pasado 1 de diciembre, a sus 61 años, Yoyo Iribarren hizo historia al convertirse en la mujer de mayor edad en cruzar la meta del Patagonman, tras haber nadado 3.8 kilómetros en aguas abiertas, pedaleado 180 kilómetros y completado un maratón en campo traviesa.
“Es como un Ironman salvaje”, comparte la mujer sobre la competencia internacional, donde participan 300 atletas, previa selección.
Durante la travesía, considerada la más extrema y desafiante, donde el clima es 100% impredecible, Yoyo puso a prueba su resistencia, al enfrentarse a las aguas heladas del Pacífico y la dureza del terreno.
“Nunca dejé de creer en mí. En momentos difíciles, tienes que estar decidido a seguir adelante”, asegura.
Motor de superación
Originaria de Monclova, y avecindada en Monterrey desde la adolescencia, Yoyo, quien es consejera ciudadana del Parque Chipinque, comenzó su carrera deportiva hace más de 45 años.
“Siempre me ha gustado el deporte, incluso tuve un gimnasio por muchos años, pero después de que tuve a mis hijas y dejé de lado esa actividad, hasta que me invitaron a las carreras de aventura”, recuerda Yoyo, instructora en Atoms Studio.
Fue a partir de allí que empezó a explorar nuevos horizontes, hasta llegar al triatlón, una disciplina que se caracteriza por su exigencia física y mental. A la fecha, ha participado en múltiples carreras de aventura en las Islas Canarias, Brasil, Estados Unidos y México, así como más de 18 Ironmans.
Para Yoyo, el deporte ha sido más que una forma de mantenerse activa.
“Me da una sensación de logro, de resiliencia, de no rendirme. Aprendo a manejar los altibajos que surgen en las carreras, pero también en la vida”, explica.
La triatleta destaca que este enfoque, en el que acepta las dificultades y busca soluciones paso a paso, ha sido fundamental no solo en su carrera deportiva, sino también en situaciones personales difíciles, como duelos o problemas familiares.
“Es una fuente de felicidad, de empoderamiento. No solo me siento bien físicamente, sino que me da esa sensación de felicidad que viene con el esfuerzo bien hecho”
Yoyo Iribarren
Cada vez que corre, pedalea o nada, dice que experimenta una sensación de plenitud, de agradecimiento por poder hacer algo que muchos no pueden hacer debido a su salud o sus circunstancias.
“Cuando haces deporte, especialmente al estar en la naturaleza, tu cabeza se relaja. Y lo más importante, el ejercicio te lleva a una plataforma de agradecimiento, que te hace valorar lo que tienes y te ayuda a poner en perspectiva los problemas”, explica.
Superar dificultades
Su historia no está exenta de sacrificios. En sus primeros años de triatlón, las mujeres eran una minoría en este deporte, y se sentía aislada en muchas ocasiones. A pesar de los cuestionamientos de su entorno, Yoyo siguió adelante.
“Cuando empecé, las carreras eran mayoritariamente masculinas, y a veces era complicado, pero no me importaba. Yo simplemente hacía lo que me apasionaba”, recuerda la deportista.
A lo largo de los años, la comunidad deportiva de Monterrey ha crecido significativamente, y ahora las mujeres tienen más opciones para participar en este tipo de competencias.
Aunque reconoce que el cuerpo tiene un límite y que poco a poco deberá disminuir la intensidad, Yoyo asegura que su pasión por el deporte continuará.
“Creo que cuando mis rodillas ya no me den para seguir corriendo, cambiaré a la natación o a otro deporte de menor impacto. Pero siempre seguiré activa, dice.
La edad, lejos de ser un obstáculo, ha sido un motor de superación. Aunque en algún momento consideró despedirse de los triatlones a los 60 años, nada parece detenerla.
Nuevos retos para Yoyo
Por lo pronto, en octubre participará por quinta vez en el Campeonato Mundial de Ironman, en Kona, Hawaii, siendo la mujer mexicana con más calificaciones para esta competencia.
“Es un privilegio, porque muchas personas no tienen la oportunidad de hacer lo que yo hago. Mi hermana falleció hace tres años y mi mamá ya no está, por eso valoro tanto cada momento”, reflexiona.
El retiro puede esperar: siempre habrá una nueva meta por alcanzar.