Existe en Veracruz, desde la década de los 70´s, un campamento para empleados de la Central Nucleoeléctrica de la Laguna Verde llamado El Farallón; ubicado a 93 km de Xalapa, está compuesto por al menos 600 casas y fue creado para que las familias de los trabajadores de la empresa tuvieran todos los servicios necesarios para desarrollarse en total armonía.
A pesar de que sus padres son oriundos de Sinaloa, Susana Zazueta y su familia vivieron en la comunidad gracias al trabajo de ambos, por lo que ella y sus dos hermanos cursaron su infancia en un ambiente de extranjeros que también trabajaban en la central nuclear, situación que, sin duda, impactó en el desarrollo profesional de Susana.
“Recuerdo que me llamaba mucho la atención el ver personas con chalecos, cascos y zapatos de seguridad caminando por la calle. Nos llevaban de la escuela a hacer el recorrido anual a la planta y me parecía fascinante ver a los ingenieros trabajando”.
Luego de concluir sus estudios en la carrera de ingeniería industrial en la Universidad Cristóbal Colón, Susana decidió seguir los pasos de su hermano, quien se había trasladado a Monterrey para estudiar su maestría. “En ese momento, hace 24 años, mi papá ya estaba trabajando en Ciudad de México, entonces mi mamá nos propone, a mi hermana y a mí, mudarnos de Veracruz a Monterrey”.
“Yo me decidí a estudiar la carrera de ingeniería industrial porque me parecía muy completa, llevaba tópicos de ingeniería, contaduría y mercadotecnia. Después, ya establecida en Monterrey, estudié la maestría en administración de empresas en el ITESM”.
Tras graduarse, se le dio la oportunidad de trabajar en la difusión de la Universidad Virtual del ITESM, lo que la motivó a concluir su segunda maestría, ahora en mercadotecnia. “Duré cuatro años trabajando para el Tecnológico, inclusive llegué a ser coordinadora; yo les comentaba a mis compañeros que se me hacía chistoso que estuviera escogiendo colores para campañas publicitarias cuando yo quería trabajar en lo que soñaba desde niña”.
Ahora o nunca
Durante el 2004, Susana se encontraba platicando con una amiga cuando salió al tema que su esposo, quien trabajaba en Whirlpool, estaba buscando a alguien que pudiera integrarse a su equipo de trabajo en el área de mejora continua. “Dije, es mi oportunidad si me quiero mover a la industria, o sea si no me muevo ahorita ya no me voy a mover, para ese momento yo tenía 28 años y cuando me entrevistaron me aseguraron que me iban a capacitar así que perdí el miedo, acepté el reto y así fue como entré a Whirlpool”.
Susana comenta que durante su primer día en la empresa le tocó ver los planos de la planta que el día de hoy dirige, la de Ramos Arizpe. “Fue súper interesante porque si alguien me hubiera dicho que 18 años después yo iba a ser la directora de esa planta, no le hubiera creído”.
El no tener experiencia práctica en la industria no fue impedimento para Susana, pues inmediatamente comenzó a desarrollarse dentro de las plantas del noreste de México, comenzando como ingeniera, luego ingeniera senior y después, ingeniera lead; “Después de 5 años, trasladaron al ingeniero que me había contratado a Estados Unidos y yo me quedé en su puesto, ya era la líder de mejora continua de las cinco plantas de Whirlpool México”.
Retos y movimientos
Para mediados del 2012, se le presentó a la ingeniera la oportunidad de integrarse a la planta de Ramos como líder de producción, lo que implicó un gran reto para Susana, pues su equipo creció de cinco personas a más de 2500 operarios, además, fue la primera mujer en ese puesto.
“En ese momento era muy complicado ver mujeres en áreas de producción, eran equipos de puros hombres, inclusive mi equipo, eran puros hombres. Ahí fue que entendí que tocaba demostrar que podía hacerlo como cualquiera y si hay algo que le admiro a Whirlpool es que me dieron toda la confianza, no importa el género, no importa el físico, tampoco importa si eres casada o si tienes hijos”.
“Además de creer en ti y tener el empuje, lograr los resultados siguiendo siempre tus valores, es el mejor ejemplo que puedes dar a tu equipo”.
Susana platica que, ni su 1.50 mts de estatura, ni el hecho de ser mujer, han sido limitantes para ella, al contrario, para la directora lo importante está en las relaciones personales que se crean con el equipo; en la empatía, en el buen entendimiento y en el respeto hacía las personas.
“Me encanta estar en el piso de la planta, me gusta platicar con la gente, ver como van, porque así es que te das cuenta de lo que está pasando, más que una sala de juntas, los operarios son los que te dicen la verdad sobre las necesidades que tiene la producción”.
La directora se mantuvo en su puesto por cuatro años, luego, se le presentó el cambio a Whirlpool Plastics, empresa de inyección de plásticos con base en Monterrey, en la cual se desenvolvió por dos años. “Fue muy divertido, fue entender otra cara del proceso, para ese momento ya había estado en distintos puestos de trabajo, lo que me terminó de capacitar para lo que se venía”.
De Coahuila para el mundo
El camino de regreso a la planta de Ramos Arizpe, que exporta el 98% de su volumen de producción de refrigeradores a Norteamérica, fue claro para Susana cuando a mediados del 2018 le ofrecieron la dirección de los más de 3 mil empleados que laboran en la plaza.
“Ha sido toda una satisfacción para mí trabajar en esta planta, hace algunos años nos ganamos la certificación WCM nivel bronce, fuimos la primera en Norteamérica en recibirla, fue un momento de mucho orgullo para mí y para todo mi equipo”.
Otro de los méritos que hacen que la ingeniera se sienta orgullosa es el de haber sido merecedora del premio al liderazgo que otorga la empresa internacional a sus líderes destacados en el 2019; La también esposa y madre de dos adolescentes, menciona que sus puntos de balance son su familia, el deporte y el mantenerse positiva y proactiva ante los retos que se presentan en la vida.
