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marzo 27, 2025

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Susana Aguirre y el reto de emprender: La historia de Coracao

La historia de Susana Aguirre es una inspiración para quienes sueñan con emprender, recordándonos que todo es parte del proceso.

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Fotos: Alejandro Almaraz

El emprendimiento es una aventura llena de retos, incertidumbre y determinación. Para Susana Aguirre López, dueña de Coracao, este viaje comenzó desde su época universitaria en el Tecnológico de Monterrey, donde estudió Administración con Finanzas y se graduó en 2019.

Aunque su formación académica la dirigía hacia el mundo corporativo, su pasión la llevó por otro camino: el de crear su propio negocio.

“Realmente, desde que me gradué, tenía esta idea de negocio en mente, solo que se atravesó la pandemia y ahí fue cuando empecé a idear”, comenta Susana.

Su visión de un espacio diferente en Saltillo, donde la gente pudiera trabajar y convivir, nació de sus experiencias en el extranjero, donde los cafés son puntos de encuentro y productividad.

“Siempre veía muchas cafeterías llenas de personas trabajando, y en Saltillo no había algo así”, explica.

Sin embargo, convertir su sueño en realidad no fue tarea fácil. Durante la pandemia, Susana comenzó la búsqueda de un lugar ideal, explorando opciones entre locales comerciales y casas antiguas para remodelar.

“El proceso fue larguísimo porque, además de la pandemia, construir requiere demasiados permisos”, menciona. Finalmente, en 2024, Coracao abrió sus puertas, consolidando su concepto de cafetería y espacio de coworking.

Coracao… de una idea pequeña a un concepto integral

Lo que comenzó como una idea sencilla de cafetería con un menú reducido, evolucionó rápidamente hasta convertirse en un restaurante con una amplia oferta gastronómica.

“Mi papá me decía: ‘Qué padre poner un café, pero ¿qué tanto te da el café para sobrevivir?’. Y tenía razón”, recuerda. Así, poco a poco, fue ampliando el menú hasta el punto de necesitar una cocina más grande de lo planeado.

Otro de los desafíos que enfrentó Susana fue la integración del concepto de coworking, algo novedoso para la ciudad.

“Al principio, cobrar por un espacio para trabajar generó resistencia. Pero detrás de eso hay un costo: internet, luz, un lugar cómodo, servicio”, explica. Con el tiempo, los clientes entendieron el valor de la propuesta y comenzaron a adoptarla.

“Al final, quienes más se quejaban, terminaban consumiendo más de los 300 pesos del consumo mínimo”, agrega con una sonrisa.

Los retos de emprender en Saltillo para Susana Aguirre

Emprender en Saltillo ha sido un reto en sí mismo. “Mis maestros en la carrera siempre decían: ‘Si quieres poner un negocio y te funciona en Saltillo, entonces llévalo a otro lado'”, cuenta Susana, destacando lo difícil que es atraer y retener clientes en una ciudad donde los hábitos de consumo son más tradicionales.

A esto se suman los desafíos del día a día: la gestión del equipo, el trato con clientes y los detalles operativos que conlleva un negocio en crecimiento.

“Nunca imaginé lo demandante que sería la operación diaria, desde coordinar empleados hasta manejar situaciones con clientes. Pensaba en el sueño de abrir un café, pero no en todo lo que implicaba”, confiesa.

Aun así, la respuesta ha sido positiva. Espacios como la sala de juntas y el salón para eventos han sido bien recibidos, atrayendo empresas que buscan un lugar diferente para reuniones y talleres.

“Cada vez hay más interés porque en Saltillo no hay muchas opciones de este tipo”, señala.

Un futuro de crecimiento y comunidad

A pesar de los retos, Susana no se arrepiente de su camino. “Sí da miedo, pero todo se puede lograr. Y si fracasas, aprendes y sigues adelante”, dice con determinación.

Aunque no tiene planes inmediatos de expandirse, se enfoca en consolidar el modelo de negocio y asegurarse de que todo funcione con estándares altos.

“No se trata de comerme el mundo. Primero quiero tener todo bajo control aquí y luego ya ver qué sigue”, afirma.

Para Susana, emprender en Saltillo es una apuesta con mucho potencial. “La ciudad está creciendo y le faltan muchas cosas.

Sí recomendaría emprender, pero con una propuesta diferenciadora”, aconseja. Su visión de comunidad también es clave en su éxito: “Entre emprendedores nos apoyamos mucho. Tengo amigas que siempre me dan consejos y proveedores que también son emprendedores. Hay un buen ambiente para crecer juntos”.

El nombre de Coracao también tiene su propia historia. “Nos tomó tiempo definirlo. Mi prima, que es diseñadora, ayudó en el proceso. Queríamos algo pegajoso y diferente. Mucha gente lo pronuncia mal, pero nos gusta. No es portugués, aunque suene así. Viene de unir ‘corazón’ y ‘cacao’”, explica entre risas.

Hoy, a un año de abrir su negocio, Susana Aguirre se siente satisfecha con lo que ha logrado.

“Me encanta ver cómo el equipo de trabajo se ha consolidado, cómo ya saben cómo es la dinámica y proponen mejoras. Ese es el chiste, tener un equipo que ayude a mejorar”, concluye con orgullo.

Coracao es más que una cafetería; es un testimonio de perseverancia, innovación y la importancia de crear espacios que sumen valor a la comunidad.

La historia de Susana Aguirre es una inspiración para quienes sueñan con emprender, recordándonos que el miedo es parte del proceso, pero nunca un impedimento para lograr grandes cosas.

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