Las mujeresson la base para mantener unida y sana a la sociedad. Más allá del enorme valor que aportan en el ámbito profesional, quiero en esta ocasión destacar su invaluable contribución en el cuidado de quienes más las necesitan: hijos, nietos, enfermos y ancianos
Destaco esta contribución fundamental porque las tendencias actuales a menudo priorizan la contribución de naturaleza económica: la generación de ingresos, la reducción de los costos de vida y las necesidades materiales de una familia. El costo de oportunidad de esta perspectiva materialista es que dejamos de lado los elementos más fundamentales y extremadamente necesarios de la sociedad, que históricamente han sido una contribución de la mujer.
Lejos de posturas absolutistas o de pensar que hay una sola fórmula perfecta para que las mujeres conduzcan su vida en la actualidad, es importante reconocer que existen muchas maneras de conseguir que nuestras familias estén sanas. Sin embargo, una gran parte del esfuerzo para lograrlo radica en una entrega muchas veces invisible y poco reconocida de mujeres que, con generosidad, sostienen nuestras vidas.
Hillary Clinton, en su discurso del IV Congreso Mundial sobre la Mujer en Beijing (1996) y posteriormente en su libro “Se necesita un pueblo (para criar a un niño)”, presenta su visión para los niños del mundo, enfocándose en el impacto que los individuos y grupos fuera de la familia tienen:
“Mientras la discriminación y las desigualdades sigan siendo tan comunes en el mundo, mientras las niñas y las mujeres sean menos valoradas, sobrecargadas de trabajo, mal pagadas, no escolarizadas, sometidas a la violencia dentro y fuera de sus hogares, el potencial de la familia humana para crear un mundo pacífico y próspero no se realizará”.
Las mujeres hemos alcanzado metas antes impensables, pero el gran trabajo que realizamos aún no es debidamente valorado, ni por los historiadores, ni por los economistas, ni por los políticos. Hoy, en todo el mundo, mujeres están dando a luz, criando hijos, cocinando, lavando ropa, limpiando casas, plantando cultivos, trabajando en fábricas, dirigiendo empresas y gobernando países.
Para las madres que trabajan fuera de casa, el principal reto es integrar y equilibrar el trabajo y la familia. Viven con la atención dividida: “¿qué daré de cenar? ¿Cómo estarán los niños?” Necesitan empleadores más empáticos con las enfermedades de sus hijos o de sus parientes.
El Pew Research Center informó sobre tendencias en EE.UU. en 2023: entre las madres con pareja y con hijos menores de 18 años, el 78% dice que hace más que el padre en la gestión de horarios y actividades de sus hijos; el 58% brinda más consuelo o apoyo emocional; el 65% de las madres con hijos en edad escolar ayuda más con las tareas, y el 57% de las madres con hijos menores de cinco años se encarga en mayor medida de satisfacer sus necesidades básicas, como alimentarlos, bañarlos o cambiarles los pañales.
Quiero hacer hincapié en el trabajo relevante y esencial que hacen miles de mujeres cada día, nutriendo, reparando y creando esa red que sostiene a la sociedad.
Hillary Clinton nos deja un llamado claro:
“Escuchemos el llamado para que podamos crear un mundo en el que cada mujer sea tratada con respeto y dignidad, cada niño y niña sea amado y cuidado por igual, y cada familia tenga la esperanza de un futuro fuerte y estable. Debemos reconocer que las mujeres nunca alcanzarán la dignidad plena hasta que sus derechos humanos sean respetados y protegidos”.