Hay momentos en la vida que lo cambian todo. Para Pedro De la Garza (Peter de la G), ese momento llegó antes de tener uso de razón plena… con una pequeña videocámara en mano y una imaginación desbordada por las películas y programas de televisión que lo hacían soñar.
Hoy, a sus 28 años, Pedro no solo es un creador de contenido, es un referente de constancia, evolución y autenticidad dentro del mundo digital.
“Desde pequeño siempre me llamó mucho la atención ver a la gente en la televisión y en películas”, recuerda Pedro.
“Tenía mi primera videocámara cuando tenía como 8 o 9 años… y me grababa haciendo cualquier cosa.” Lo que comenzó como un juego, con el tiempo se convirtió en vocación.
Cuando YouTube empezó a hacerse un hueco en internet —por allá de 2010— Pedro entendió algo muy simple pero poderoso: no quería solo ver los videos, quería ser parte de ellos.

De las calles con JustMaming al despegue con PeterdelaG
El primer gran salto llegó con su canal JustMaming, donde junto a su hermano y sus primos se atrevieron a hacer bromas callejeras cuando pocos se animaban a hacerlo. El canal explotó. Un millón de suscriptores, algo impensable por aquellos años, les abrió las puertas al reconocimiento dentro de la comunidad digital.
“Ese canal me encantaba, estar con mi hermano y mis primos era lo mejor. Pero el momento que cambió mi rumbo fue cuando decidí empezar mi propio canal: PeterdelaG**”, comparte Pedro. Con esa decisión, llegaron nuevas colaboraciones, marcas interesadas y una relación más íntima con su audiencia. Pedro se convirtió en su propio director, editor, actor… y jefe creativo.

No todo es viralidad: el lado B del contenido
Detrás de cada video hay horas (a veces días) de planeación, grabación, edición, frustraciones y esperanza. “Lo más difícil ha sido dedicarle bastante tiempo a un video y que no tenga el apoyo o la atención deseada”, confiesa. “Desmotiva. Pero así es esto. La clave está en no parar de subir contenido.”
Y en medio del juego entre lo que le gusta y lo que el público quiere, Pedro aprendió a encontrar el equilibrio. “Intento siempre mezclar un poco de ambas cosas, lo que le gusta a mi audiencia y lo que a mí me apasiona. Así los voy llevando también a descubrir otras facetas mías”.

¿Ser uno mismo… o ser personaje?
Estar frente a miles —a veces millones— de personas puede ser tan emocionante como desafiante. “Trato de ser lo más auténtico posible, pero claro… hay partes de mí que sé que no puedo mostrar completamente”, dice con honestidad. “Al final sabes que tienes que influir de forma positiva. Eso también es una responsabilidad.”
Con el tiempo, Pedro ha aprendido a jugar con los espacios: redes donde puede mostrarse más libre, y otras donde debe cuidar más su imagen. Pero siempre bajo un principio claro: no traicionarse a sí mismo.
“Influencer”: una etiqueta que no se gana con seguidores
“Nunca me ha gustado la palabra ‘influencer’”, dice sin rodeos. “Para mí, un influencer es alguien que cambia algo en la vida de otra persona, que motiva, que mejora el mundo. No es algo que tú te llames a ti mismo… eso te lo da la gente.”
Por eso, él prefiere definirse simplemente como creador de contenido. Lo demás, que lo diga su comunidad.

El consejo que nunca soltó
En este camino, hay una frase que Pedro lleva tatuada en la mente (y casi en el alma):
“La constancia es la clave.”
Puede parecer simple, pero es una verdad que lo ha mantenido en pie aún en sus peores días creativos. “Hay contenido que pega, otros que pasan desapercibidos… pero mientras sigas creando, siempre habrá una nueva oportunidad.”
El futuro ya está aquí… y Pedro lo tiene claro
“El internet ya sobrepasó a los medios tradicionales, es un monstruo que no para de crecer”, reflexiona. “Cada vez hay más trabajos en este mundo y la gente debe sumarse a lo que yo llamo el trabajo del futuro.”
Pedro lo tiene claro: su lugar está ahí, entre cables, cámaras, ideas locas y mucha, mucha edición. “Ya no me veo fuera de este mundo. Siempre estoy pensando en cómo aprovechar las nuevas oportunidades del contenido digital.”
Y mientras tanto, seguirá ahí, del otro lado de la pantalla… creando, inspirando y, sin querer, influyendo.



