“Mi papá soñó en grande… y creyó en sí mismo. Creo que por eso hoy cree también en mí”, dice Mariana Cabello Ventura con una mezcla de orgullo, nostalgia y una certeza que le ilumina la voz.
Ella encabeza la transición generacional de Botanas Selectas, una empresa saltillense que comenzó en 1990 con un hombre empujando una visión que cabía en una bolsa de papas… pero que terminaría alimentando algo mucho mayor.

Botanas Selectas, donde empieza todo
Botanas Selectas nació al mismo tiempo que Mariana. Mientras ella daba sus primeros pasos, su padre recorría calles, tienditas y colonias vendiendo frituras hechas con esfuerzo, inventiva y un impulso que no sabía de límites.
“Él trabajó mucho, muchísimo… trabajó sin descanso para lograr esto”, recuerda ella.
El origen es sencillo y enorme a la vez: una familia saltillense, un papá decidido, una ciudad que abrazó el sabor y una hija que hoy aprende a dirigir con la misma tenacidad con la que él comenzó.
Mariana creció sin dimensionar del todo lo que su padre estaba edificando. Su primer recuerdo es simple, íntimo: “Nos llevaba papitas a la casa… papitas y churritos.” Esa era su ventana al mundo de Botanas Selectas.

Años después, ya licenciada en Ciencias de la Comunicación, la vida la llevó de frente a una decisión crucial: tomar o no el camino que la unía al legado familiar. La escritura la llamaba, los medios la inquietaban, pero había algo más profundo esperando:
“Mi papá quería que la empresa siguiera generación tras generación. Y entendí el compromiso.”
Hoy, mientras su papá sigue al frente y ella avanza como directora en transición, trabaja en conjunto para honrar ese sueño que creció junto a su infancia.
Entre máquinas, cacahuates y la certeza del propósito
Aunque su fuerte es la administración, Mariana confiesa que hay un lugar que le recuerda por qué hace lo que hace: la planta.
Ahí, entre máquinas que vibran, cacahuates tostándose y frituras que toman forma, Mariana se conecta con la esencia del negocio:
“Ahí me doy cuenta del amor que se le pone a lo que hacemos.”

Para ella, no se trata solo de números, rutas o estrategias; se trata de ver cómo 60 familias construyen día a día esa gran historia salada que luego se exhibe en Fresh, OXXO, Seven, Merco, la Región Carbonífera, Monterrey y San Luis.
Trabajar con su papá es, para Mariana, un abrazo y un reto: “Es bonito porque es mi mayor respaldo… pero también es complicado separar al jefe del papá.”
Aprender a no llevar las emociones del hogar a la oficina —y viceversa— ha sido una de las enseñanzas más duras. Y aun así, donde otros ven dificultad, ella encuentra fuerza:
“Es una responsabilidad enorme… pero él ha hecho todo por nosotros, y yo también quiero seguir.”
Innovar sin perder la raíz (y la esencia de Botanas Selectas)
Ser parte de una nueva generación dentro de una empresa familiar significa cuestionar, proponer y, sobre todo, atreverse. “A veces el choque generacional es fuerte… presentar ideas nuevas y pedir confianza también es retador.”
Pero Mariana sabe que la innovación no debe borrar la esencia, sino amplificarla. El espíritu del fundador sigue ahí: creer en grande, arriesgarse aun con miedo, y trabajar con un corazón que no conoce la palabra “pequeño”.

Cuando piensa en su hija, en los jóvenes y en quienes sueñan con emprender, Mariana dice:
“Botanas Selectas nació de un sueño y de ganas de superación. Todo aquí se hace con calidad y con mucho amor.”
Quiere que sepan que detrás de cada bolsa de cacahuates, de cada fritura o chicharrón, hay historias, manos y un proceso que no se toma a la ligera… quiere que entiendan que heredar algo es un privilegio, pero decidir continuarlo es un acto de valentía.
Aunque su camino parecía ir hacia la escritura y los medios, Mariana encontró en la empresa un nuevo modo de expresar lo que siempre la movió: comunicar.


