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mayo 6, 2024

Hacer el bien, te hace bien por Rita E. Fishburn Olson

Así como un microbio llega a través de un contagio y nos enferma, también un solo hecho bondadoso, como una sonrisa, nos contagia

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Una ley básica de física estipula que toda acción tiene una reacción. Así como un microbio llega a través de un contagio y nos enferma, también un solo hecho bondadoso, como una sonrisa, nos contagia, activando el sentimientos de bienestar que impacta a cada célula del cuerpo. Investigaciones demuestran que con tan solo escuchar o leer una historia podemos sentir lo que el personaje sintió al estar viviéndola. 

En un estudio dirigido por el profesor de psicología, David McClelland, se analizó la saliva de 132 alumnos antes y después de ver un documental. La mitad del grupo vio un filme de la Madre Teresa cuidando a niños huérfanos; a todos los participantes se incrementó el nivel de inmunoglobulina A (S-IgA, la cual defiende al cuerpo del virus del catarro).

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Al otro grupo de alumnos, se les mostró un documental acerca de los Nazis y el resultado fue que no se incrementó el nivel de inmunoglobulina A. Este estudio, al cual se llamó el “Efecto de la Madre Teresa”, demostró que la salud mejoró aun cuando los alumnos únicamente estaban viendo una película.

En su libro The Healing Power of Doing Good, Allan Lurks reportó que hay un fenómeno llamado helper’s high (que quiere decir, que el que ayuda se siente “exaltado”). Las personas experimentan una sensación de euforia, un bienestar vigorizador, luego de hacer el bien, sobre todo si es cara a cara, comparado con la manera que se siente una persona después de hacer ejercicio. Lurks escribe sobre las personas que pausan en el camino para ayudar a otro ser viviente, los que hacen voluntariado, u otros actos de bondad, y como se estimulan las endorfinas (analgésicos naturales) en sus cuerpos. Al sentirse tan bien, quieren regresar a estas actividades para continuar con la sensación de bienestar, reduciendo el estrés de su vida. 

Estos beneficios emocionales y físicos dan recompensas de salud a la larga, haciendo que se sienta más control sobre la vida, incluso, reduce la depresión, lo que mejora la inmunidad hacia enfermedades. 

Los beneficios para la salud y la sensación de bienestar regresan durante horas, o incluso días, cada vez que se recuerda el acto de ayuda, por eso, el objetivo de mi libro Epidemia de Bondad es el de contagiar a otros de esas buenas vibras por el solo hecho de leerlas y motivarlos a que hagan sus propios actos de bondad; incluso cuando se le ayuda a un extraño, estudios demuestran que se multiplican los beneficios.

En el libro de Dan Buettner, Los Secretos de las Zonas Azules (documental en Netflix, Vivir 100 Años), unos de los secretos de las personas longevas es convivir entre y con la gente mayor, ser voluntarios, incluyendo el concepto japonés del ikigai, que se describe como un gozo que fluye dentro de las personas y da una razón para vivir. Todo esto además de estar activos y tener una buena alimentación. 

Mihaly Csikszentmihalyi lo describe en su libro “Fluir” de la siguiente manera: “Los mejores momentos de nuestras vidas no son los momentos pasivos, receptivos y relajantes sino que suelen ocurrir cuando el cuerpo o la mente de una persona se esfuerza hasta sus límites en un ahínco voluntario por lograr algo difícil y que valga la pena”. Este estado de conciencia lo denomina “estar fluyendo”.

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