Octubre llega con calabazas, disfraces y muchísimos dulces. Noviembre da inicio a posadas, reuniones y roles de canela. La verdad se me hace una época ¡divertida!. ¿No está genial buscar ese disfraz para ti, o para tu hijo? ¿O las decoraciones navideñas para tu árbol? Un poco estresante a veces jaja pero al final son días divertidos y diferentes.
Pero también son días en los que muchos sentimos el conflicto entre “disfrutar” y “cuidarnos”, y agregale si eres mamá o papá que no sabe cómo administrar dulces y pan con sus hijos. La culpa aparece disfrazada de conciencia saludable, y sin darnos cuenta terminamos perdiendo lo mejor de ambas cosas: el placer y el equilibrio.
Comer dulces o pan no es el problema. El problema es cuando los vemos como un premio o un castigo. Cuando los prohibimos tanto, que en cuanto los tenemos enfrente, se vuelve casi imposible detenernos. Nuestro cerebro no entiende de “prohibido”; entiende de placer, y mientras más lo restringimos, más lo desea.
Por eso, esta temporada no se trata de eliminar el azúcar, sino de aprender a convivir con ella conscientemente. Si, así como lo acabas de leer, puedes disfrutar de un dulce y, al mismo tiempo, cuidar tu cuerpo. Puedes decir sí, pero con atención, no en automático.
Una buena estrategia es elegir con intención: Elige ese dulce que realmente te encanta, no el que comes solo porque está ahí. Un tip que te voy a dar es acompañarlo con algo de proteína o grasa saludable, por ejemplo, un puñado de nueces o un yogurt griego, para evitar esos picos de glucosa que te dejan cansada o con antojos infinitos.
Y si por alguna razón te excedes un día, no es el fin del mundo. No arruinaste tu progreso. Lo importante no es un dulce, sino los hábitos que repites la mayoría del tiempo. Recuerda que lo que define tu salud no es lo que haces en esta temporada, sino lo que haces en los otros 364 días del año.
Así que, quita la culpa y agrega conciencia.
Disfrutar también es parte del bienestar.
¡Nos vemos el próximo mes!


