A lo largo de los últimos ocho años, he tenido el privilegio de desempeñar el cargo de director general en una planta automotriz en el norte de México.
Durante este tiempo, he enfrentado numerosos desafíos, pero también he alcanzado muchos logros. En este artículo, comparto mi experiencia personal, destacando los momentos clave, las lecciones aprendidas y mi visión para el futuro de la industria automotriz en esta región.
1. Los primeros pasos y el impacto emocional
En verano de 2015 asumí el puesto con una mezcla de emoción y nerviosismo. Me enfrenté a la responsabilidad de liderar a un equipo talentoso y garantizar el éxito de las operaciones.
Desde el primer día, comprendí la importancia de establecer una visión clara y una estrategia sólida para impulsar el crecimiento de la planta.
Sin embargo, detrás de la aparente estabilidad y éxito, los directores también enfrentan una carga emocional significativa.
Tomar decisiones difíciles, como despidos o reestructuraciones, manejar la incertidumbre de la posibilidad de haberse equivocado en una estrategia o un objetivo, puede tener un impacto profundo en el bienestar emocional de quienes ocupan esta posición.
La responsabilidad de velar por el éxito de la planta y el bienestar de los empleados puede generar un nivel de estrés considerable.
En el primer open house al que invitamos a las familias de todos los empleados, me di cuenta de que no solo estaba a cargo de 250 compañeros, sino que también dependían de mí, de las decisiones de mi equipo y mi liderazgo, la calidad de vida de sus hijos, parejas y hasta, en algunos casos, de abuelos.
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2. Superar desafíos y la soledad del liderazgo
Los últimos años, sobre todo del 2019 al 2021, fueron los más disruptivos que hemos vivido desde los años 2000 y ciertamente pusieron a prueba nuestra capacidad de adaptación.
Desde crisis económicas hasta cambios regulatorios, cada obstáculo nos brindó la oportunidad de demostrar nuestra resiliencia y fortaleza.
Aprendí que la comunicación efectiva con mi equipo y la búsqueda constante de soluciones innovadoras son fundamentales para superar desafíos. Lo más bonito es poder celebrar éxitos en proyectos e hitos importantes con eventos grandes como carnes asadas y posadas.
Sin embargo, a pesar de contar con un equipo de profesionales a mi cargo, la posición de director general puede ser solitaria, ya que hay muchos aspectos, sobre todo los más críticos y confidenciales, que no pueden ser compartidos.
La soledad del liderazgo se hace presente. La comunicación puede requerir un análisis cuidadoso y una carga de responsabilidad personal, lo que suele generar una sensación de aislamiento.
Es esencial que los directores generales busquen un apoyo adecuado, como mentores o grupos de pares, para ayudarles a enfrentar los desafíos y aliviar la carga emocional.
En mi caso, recurrí a trabajar con mi coach y fue lo que me ayudó; se lo recomiendo a toda persona de alto mando.
3. Fomentar la excelencia operativa y mirar hacia el futuro
Mi objetivo siempre ha sido lograr la excelencia tecnológica en nuestra planta automotriz. Implementamos prácticas de manufactura avanzada y nos enfocamos en la optimización de los procesos de innovación. La búsqueda constante de la eficiencia nos permitió reducir algunos costos, mejorar la calidad de nuestros productos y aumentar la satisfacción de nuestros clientes.
Mirando hacia el futuro, reconozco la importancia de la sostenibilidad y la digitalización. Estamos invirtiendo en tecnologías más limpias y en el desarrollo de vehículos eléctricos. Aspiramos a ser líderes en la transición hacia la movilidad sustentable y a seguir siendo un referente en calidad y eficiencia.
A los que aspiran a estar al frente de organizaciones grandes, tanto en esta industria tan retadora como en otras, les recomiendo que sean conscientes de que viene con sacrificios importantes y una carga emocional grande. Consideren prepararse para todos los aspectos, tanto los humanos como los técnicos y financieros.
