Ariadnne Porter, 22 años y una misión: iluminar lo que ya existe

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A sus 22 años, Ariadnne Porter ya domina un territorio que muchas apenas comienzan a explorar: el maquillaje entendido no como máscara, sino como espejo. Desde Saltillo, ha construido una propuesta estética que rehúye la exageración y apuesta por algo más poderoso: la autenticidad.

Su historia, curiosamente, empezó antes de que ella pudiera nombrarla.

“Mi camino comenzó en la infancia, observando a mi mamá tomar cursos de maquillaje; un recuerdo que creí olvidado, pero cuya semilla de curiosidad se quedó dentro de mí”, comparte.

Esa memoria, casi dormida, terminó guiándola hacia diplomados, cursos y una formación en Diseño de Imagen. Pero su verdadero punto de partida llegó con una revelación personal:

“Entendí que mi rol no era transformar, sino revelar y amplificar lo que ya existe”. Para Ariadnne, maquillar es recordarle a cada persona su propia luz. Una luz —insiste— que permanece incluso sin producto.

Su curiosidad por el maquillaje inició con su mamá
Su curiosidad por el maquillaje inició con su mamá

Esa visión se replica en su proceso creativo. Cuando recibe a una nueva clienta, su primer filtro no es el pincel, sino la escucha. “Busco la conexión humana”, explica.

Después, dirige la mirada a esos rasgos que hacen única a la persona: las pecas, la forma de los labios, los ojos. “No me centro en lo que hay que corregir, sino en lo que hay que resaltar”. La belleza real como punto de partida; el resultado, un look fiel, pero elevado.

En cuanto a tendencias, Ariadnne aplaude una que hoy vibra con fuerza: la piel saludable. “Me encanta el enfoque en el cuidado facial… se alinea conmigo”, cuenta.

Pero también hay modas que preferiría archivar. “Me gustaría ver desaparecer la tendencia que promueve la uniformidad o el borrado de las facciones”. Para ella, las particularidades no son defectos: son patrimonio.

Le gusta enfocarse en el cuidado de la piel
Le gusta enfocarse en el cuidado de la piel

Quizá por eso su sello es, justamente, preparar la piel como quien afina un instrumento. “El skincare representa el 80 % del éxito de un maquillaje”, afirma. Su técnica se basa en hidratación por capas y masaje facial, una antesala que activa la circulación y despierta la luminosidad natural.

“Cuando la piel está nutrida y radiante desde la base, el maquillaje solo tiene que hacer un trabajo mínimo”.

Ese respeto por la piel también guía su forma de equilibrar expectativas frente al espejo. Ariadnne lo resuelve con diálogo honesto.

“Mi estética se basa en el bienestar de la piel y la belleza atemporal”, explica. Por eso, cuando le piden looks que borran rasgos o no se adecuan a la textura natural, no descarta la idea: la transforma.

“Les muestro cómo lograr un impacto dramático honrando sus facciones… convierto su deseo de ser diferente en el deseo de ser su versión más espectacular”.

Busca transformar las ideas que no son adecuadas en cuanto a rasgos o texturas
Busca transformar las ideas que no son adecuadas en cuanto a rasgos o texturas

A quienes desean entrar profesionalmente al mundo del maquillaje, en un mercado saturado, les ofrece un consejo que parece simple, pero exige valentía: encontrar la misión personal.

“La habilidad técnica es fundamental, pero el verdadero diferenciador es la filosofía que guía tu mano”, afirma. También invita a desmitificar el individualismo.

“No busques ser ‘el único’. Este es un mundo lleno de variedad… el verdadero crecimiento viene de apoyarse en los demás”. Inspirarse —dice— no es copiar, es llenarse de referencias que expanden la mirada.

Por eso insiste en autenticidad: “Los clientes eligen a la persona que no solo es experta, sino que también ofrece una conexión genuina”. Al final, asegura, el único camino para ser inolvidable es ser fiel al arte y a la ética propia.

Así trabaja Ariadnne Porter: una artista que maquilla para iluminar, no para ocultar. Una creadora que entiende que la belleza está ahí —esperando a ser revelada.

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