Con apenas 25 años, Alejandro Ayala Aguirre ha demostrado que la grandeza no siempre se mide en años de experiencia, sino en la pasión y dedicación con la que uno persigue sus sueños.
Este joven montañista, originario de una ciudad rodeada de montañas, ha encontrado en el ascenso a las alturas mucho más que una afición: ha descubierto un estilo de vida, una fuente de aprendizaje y una conexión única con la naturaleza.
Alejandro Ayala conectó su infancia a las montañas
Desde pequeño, Alejandro sentía una fascinación por las montañas que lo rodeaban.
“Siempre me pregunté qué había allá arriba, cómo sería el bosque o el frío en esas cimas cubiertas de nieve”, comenta.
Esa curiosidad infantil se convirtió en el motor de su pasión.
Fue en diciembre de 2019, cuando subió por primera vez el Cerro de La Viga, en Arteaga, que todo cambió.
“Había nevado y me invitaron unos amigos. La experiencia fue tan increíble que no pude dejar de hacerlo”. Ese primer ascenso marcó el inicio de su travesía en el mundo del montañismo.
El primer gran reto
El camino, sin embargo, no ha estado exento de desafíos. Alejandro recuerda con detalle su experiencia más retadora hasta ahora: el ascenso al Pico de Orizaba en enero de 2024.
En medio de fuertes nevadas, vientos helados y el agotamiento físico y mental, casi se dio por vencido.
“Estaba a solo 300 metros de la cima y sentía que no podía más. Pero pensé en todo lo que había logrado y en lo que esa cima representaba para mí: un premio por mis años de esfuerzo. Ese pensamiento me dio la energía que ya no tenía”.
Más allá de los retos físicos, Alejandro destaca la preparación mental que requiere el montañismo. Para él, entrenar su mente es tan importante como fortalecer su cuerpo.
“Me obsesiono con la idea de estar en la cima. Pienso todo el tiempo que puedo lograrlo, que soy más fuerte que mi cansancio. Esos pensamientos positivos hacen la diferencia”.
Uno de los momentos más significativos de su trayectoria ocurrió en 2022, cuando lideró una excursión al Iztaccíhuatl.
Aunque fue una experiencia inesperada y desafiante, le dio la oportunidad de ayudar a otros a alcanzar sus metas.
“Acompañar a cuatro personas hasta la cumbre fue una de las mayores satisfacciones de mi vida. Fue un recordatorio de que el montañismo no solo trata de llegar más alto, sino de compartir el camino”.
El montañismo como disciplina a futuro
Alejandro asegura que esta disciplina lo ha transformado. “La montaña te enseña a vivir de manera más sencilla y auténtica. Allí no importa quién eres ni cuánto tienes. Eres solo una persona enfrentándose a la naturaleza”.
Esta conexión con lo esencial lo ha llevado a valorar lo que realmente importa y a regresar a su vida cotidiana con una perspectiva más clara y auténtica.
Su mensaje para las nuevas generaciones es de esperanza y motivación. “A quienes sueñan con dedicarse al montañismo o cualquier deporte extremo, les digo: persigan esos sueños. Ustedes tienen la curiosidad, el coraje y la pasión que pueden cambiar el futuro del planeta”.
Alejandro Ayala Aguirre no solo escala montañas; también inspira con su historia a todos aquellos que se atreven a mirar más allá del horizonte, recordándonos que los sueños más grandes se conquistan paso a paso, con valentía y determinación.
