Nuestro país escribe un nuevo capítulo amargo de su historia, y somos los medios de comunicación a quienes nos toca redactar (conteniendo el aliento) gran parte de lo sucedido. Mi colaboración de hoy va dirigida a estudiantes de Comunicación y Periodismo, a colegas y al público en general:
Ahora fue un sismo de 7.1 grados en la escala de Richter el que dañó múltiples estructuras en seis Estados de la República, arrebatándonos al menos dos centenares de personas; pero han sido huracanes, epidemias y, en nuestra región particularmente, inundaciones, las que nos han marcado como sociedad. Es importante que quienes nos dedicamos al periodismo sepamos abordar estos eventos.
Dar cobertura a un desastre natural o a una contingencia de salud requiere que el profesional de la comunicación tenga compromiso, vocación, compostura y conocimientos para tratar con la máxima objetividad posible esta clase de sucesos. Por eso enlisto a continuación los seis puntos principales que deben tener en cuenta.
1. Prevención. La “gestión de riesgos”, tema recurrente en la comunicación social y la seguridad industrial, debe ser un tópico permanente en la agenda de los medios. Los reporteros deben elaborar un directorio de expertos que puedan explicar, bajo conocimientos científicos, los fenómenos que puedan llegar a afectar a una población: geólogos, meteorólogos, epidemiólogos, etcétera. De igual forma, tener contacto con profesionales de la salud que puedan auxiliar y orientar a la población afectada psicosocialmente tras una eventualidad catastrófica, como psicólogos, psiquiatras o tanatólogos.
2. Compromiso. La labor de los medios de comunicación y de los periodistas debe centrarse en informar sin estorbar, ni perturbar o faltar el respeto a víctimas y familiares. Al momento de entrevistar a testigos debemos considerar el impacto de los acontecimientos sobre ellos y estar preparados para orientar la información que nos proporcionen, tomando en cuenta que pueden sobredimensionar lo sucedido y es nuestra responsabilidad no propiciar el miedo, la impotencia y la frustración.
3. Compostura. No debemos alentar los rumores, y debemos pensar en las víctimas antes de hablar fríamente de cifras y estadísticas.
4. Vocación. Sí debemos destacar la solidaridad y fomentar la participación de la ciudadanía.
5. Conocimiento. Es importante dominar la terminología de fenómenos naturales y no utilizar a la ligera términos y conceptos que no conocemos.
6. Interés. Tras los eventos, nuestra labor será dar seguimiento a las acciones de reconstrucción y reparación de daños. Las contingencias activan cuantiosos fondos presupuestarios que es importante que se manejen con transparencia y celeridad.
Finalmente, aplaudo el entusiasmo de mis alumnos de primer año de la carrera de Comunicación y Periodismo de la UAL, quienes tan pronto les ha sido posible, comenzaron el acopio de víveres para nuestros hermanos damnificados.
Hace más de 30 años los mexicanos gritamos “estamos de pie” y hoy gritaremos “nos volveremos a levantar”.