Por Alejandro Vogh
Esta arista de la mercadotecnia ha cobrado mucha relevancia gracias al crecimiento de la tendencia digital, sin embargo, no están necesariamente ligadas.
¿Qué vale más: una foto de un rico plato de comida que llegará a 100 mil seguidores, o convocar a 10 personas relevantes a que lo coman?
El “IM” solo se ha popularizado más con el Internet, aunque no es nuevo. El objetivo último siempre fue generar WOM (Word-of-Mouth), es decir, que las personas hablaran de un producto o servicio. Esto puede lograrse con o sin redes sociales, aunque la popularización de éstas le ha dado otra dimensión a esta rama.
La ironía es que la publicidad digital se hace cada vez más segmentada y barata que la tradicional, pero en IM el efecto es totalmente inverso.
Cualquier influencer podría ser comprado (online u offline), y para cada uno existe un uso particular: llegar a audiencias grandes o generar credibilidad en ciertos nichos.
Lo ideal es tener una buena combinación y elegir a personas que comulguen con la marca -incluso que ya sea usuario fiel- y que tenga credibilidad en el segmento al que se desea llegar.
En Taste hemos operado campañas de IM de distintos tipos para distintos objetivos: Ballantine’s y B&H (offline, compra y prueba), SportsWorld y Kleenex (digital 100%), Axtel, Miller y Tequila Altos (mixta, prueba y viralización de campaña digital).