Luego de muchos desafíos a raíz de la pandemia por COVID-19, los avances en el esquema de vacunación y el paulatino retorno de actividades pintan un panorama económicamente más favorable para cada empresa que ha logrado sobrevivir a la compleja situación. No obstante, las que llegaron hasta aquí tienen otro reto: un nuevo mercado altamente competitivo y que exige constante innovación.
El entorno actual está marcado por una carrera contra reloj, ya no para sobrevivir, sino para crecer, implementar nuevas y mejores herramientas y explorar otros modelos de negocio, señala Mario Fernández, director general de Aliat Agency, despacho de consultoría digital especializado en acelerar el desarrollo de empresas.
Ante esto, las estrategias de océano rojo y océano azul pueden ayudar a los emprendedores a tener claridad sobre el rumbo de sus negocios, ya que, si bien la pandemia terminó con muchas empresas, datos del Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revelan que durante el 2020 nacieron 619 mil 433 nuevos establecimientos, los cuales representan al día de hoy el 12.75% de las unidades económicas a nivel nacional.
Océano azul y rojo, ¿con cuál te quedas?
Toda oportunidad representa una crisis, prueba de ello son las empresas que durante el confinamiento social viraron sus estrategias hacia el entorno digital. De acuerdo con un estudio de la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el comercio electrónico en México alcanzó 316 mil millones de pesos en 2020, lo que representó un aumento del 81%, en comparación con el año anterior.
En este contexto, el director de Aliat resalta la importancia de elegir un océano para navegar el negocio. El océano rojo es un término que se utiliza para explicar un mercado altamente competitivo, normalmente son muy valiosos y pueden generar enormes ganancias; sin embargo, hay muchos competidores que pueden llevar años bajo el mismo esquema y difícilmente puede entrar un nuevo jugador. Se llaman rojos por la sangre de todos los negocios que murieron al intentar posicionarse.
En cambio, el océano azul alude a mercados no explorados, con pocos competidores y en los que las nuevas propuestas pueden escalar rápidamente.
La pregunta es: ¿Cuál océano debe elegir una empresa para poder escalar ante el contexto actual?
“Lo ideal es elegir un océano azul, esto debido a que, en el océano rojo, si bien hay una industria que es atractiva, por el alto número de competidores que hay, es muy difícil de capitalizar, al igual que tu permanencia dentro de él puede no ser muy larga. Las empresas tienen que buscar nuevas formas de satisfacer las necesidades de los clientes, es decir, buscar su propio océano azul, crearlo, capitalizarlo y replicarlo cuantas veces sea necesario, porque es lo que esta era actual nos exige para mantenernos en el juego”, afirma el director de Aliat.
Si bien en la actualidad la mayoría de las empresas tienden a voltear hacia un mercado de océano azul, también deben saber que este modelo de negocios tiene sus complicaciones a largo plazo, pues en un determinado plazo éste puede llegar a convertirse en un océano rojo.
“Quizá el ejemplo más distintivo es el caso de Netflix. La empresa norteamericana inició ofreciendo un servicio único de streaming, algo que en su momento sólo ella lo tenía, pero con el paso del tiempo nuevos competidores entraron en este mercado, a tal grado que al día de hoy está al tope, es decir, se ha convertido en un océano rojo, y para mantenerse en la competencia la compañía que lo inició todo ahora está llevando a cabo una diversificación de su modelo de negocios con la incursión del sistema de gaming. Esa es la clave”, refiere.
Lo anterior es un claro ejemplo de que al final, lo verdaderamente importante para que una empresa tenga éxito en la actualidad y asegure su crecimiento, es la constante innovación y la exploración de nuevos mercados, ya que éstas son las bases para adaptarse ante cualquier adversidad.
Los negocios tienen que involucrarse más en estas nuevas oportunidades de mercado y conocer a los clientes más de lo que se conocen ellos mismos y deben ofrecer soluciones innovadoras a problemas cotidianos. “En el camino de encontrar un océano azul, las empresas se van a equivocar, pero la clave está en equivocarse rápido y barato para intentar cuántas veces sea necesario”, finaliza.