En el verano de 2020, Roberto Madero González, joven empleado de un banco de inversión, enfermó de COVID-19 y tuvo que aislarse en casa por dos semanas, tal como recomendaban las autoridades sanitarias. Inquieto por naturaleza, el efecto del encierro le generó unas ganas intensas de respirar nuevos aires cuando acabara el periodo de resguardo.
Como tenía mucho tiempo disponible, buscó información sobre los destinos turísticos más cercanos y vislumbró que había un mundo de opciones por descubrir, más allá de Santiago, Arteaga y Parras.
“Metiéndome a investigar, encontré que hay muchos destinos cerca de Nuevo León y Coahuila, que están a tres o cuatro horas manejando, como Allende, Montemorelos, Cuatro Ciénegas, Zaragoza, etcétera…”, cuenta el graduado de Finanzas de la Universidad de Monterrey.
Sin afán de monetizar, Roberto abrió una cuenta en redes sociales para compartir con sus contactos el resultado de su investigación. Eran hoteles boutique y propiedades vacacionales que había encontrado en Airbnb y otros sitios.
“Quería dar a conocer estos lugares que para mí eran un gran hallazgo. Mis amigos empezaron a compartirlo con sus amigos y se empezó a crear una comunidad. Luego comenzaron a llegar muchos mensajes directos, preguntando por precios, ubicación, las condiciones de la ruta, qué incluía y qué no”, cuenta.
Cumpliendo la demanda en sitios remotos
Roberto respondía de acuerdo con sus posibilidades, pero, a la par de que crecían el número de contagios y la incertidumbre por la pandemia, se incrementó también la demanda de hospedaje en sitios remotos.
“No había eventos, no había hoteles abiertos ni servicio en restaurantes. No había nada qué hacer y una propiedad vacacional era una alternativa para irte con tu familia y guardar la cuarentena sin subirse a un avión”.
Fue en entonces cuando se dio cuenta de que había una oportunidad de negocio, al que decidió llamar “Escapadita”, por ser un término coloquial que suele usarse para hacer referencia a paseos cortos en un lugar cercano.
Comenzó a contactar a los dueños de las propiedades que aleatoriamente había subido a sus redes sociales para negociar con ellos y acordar una comisión por cada reservación. Así realizaba el match entre las necesidades del usuario y la casa, quinta o cabaña ideal, todo desde las redes sociales. “Era ir a casa de cada huésped, recoger el efectivo y entregárselo al dueño, restando mi comisión”, explica.
Si bien era una mecánica rudimentaria, también es cierto que permitía un contacto muy cercano, tanto con los clientes como con los dueños de las propiedades. Esta retroalimentación fue fundamental para entender el negocio y formalizarlo en octubre de 2020.
Siendo Escapadita su primer emprendimiento, Roberto Madero comenzó con un inventario de aproximadamente 30 propiedades en Nuevo León y Coahuila. Hoy, con una plataforma digital desarrollada a la medida de sus necesidades, cuenta con un inventario de 580 propiedades y ha ampliado sus horizontes a prácticamente todos los destinos turísticos de México.
CALIDEZ EN EL TRATO
Muchas variables intervienen en una reservación de este tipo: variación de precios por temporalidad, horarios extendidos, aceptación de mascotas y período mínimo de estancia, entre otras, siempre con apertura para dar el mejor servicio a clientes y propietarios.
Roberto Madero, de 31 años, designó cinco perfiles distintos de anfitriones, desde los más institucionales, con estrictas políticas y procesos, hasta los más informales, como son aquellas personas que incursionan en la renta de su propiedad. Para todos hay un filtro exhaustivo antes de ingresar a la plataforma, donde, a su vez, hay reglas que protegen ampliamente a los propietarios.
A diferencia de Airbnb, Escapadita se enfoca únicamente en destinos rurales: lagos, playas, montañas y los municipios que han recibido la denominación de “pueblo mágico”. Además, cuentan con una atención cercana, más parecida a una agencia de viajes.
“Brindamos asesoría porque algunos usuarios tienen como destino la playa, pero no es lo mismo la celebración de los 80 años de tu abuelita que una despedida de soltera. Eventualmente, lo podremos hacer con inteligencia artificial, pero por ahora lo hacemos directamente”, dice Roberto.
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Entrar de lleno en Escapadita
Llegó un momento en que Escapadita resultó tan demandante que Roberto renunció a su trabajo para dedicarse de lleno a su negocio, donde hoy cuenta con el respaldo de un par de inversionistas. Confiesa que estos cuatro años han sido como una montaña rusa, eso sí, con grandes satisfacciones.
“Es un medio muy noble: en Escapadita se han comprometido parejas, han festejado abuelitos, se reencontraron familias que no se habían visto en mucho tiempo, ¡es algo muy gratificante!”, dice.
Con muchos planes a futuro, como explorar destinos internacionales, Roberto empezó este trayecto soltero, pero ahora cuenta con una copiloto que lo inspira: su esposa Paulina Ibarra, quien se sumó al proyecto y ahora es la encargada de crear contenido para redes sociales.
“Ahorita somos como los influencers de Escapadita, visitando todo México para conocer cada rincón”, señala.
¡Y pensar que todo comenzó con el deseo de una ‘escapadita’ de la pandemia!