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febrero 5, 2025

RETROVISOR: Pablo Ferrara, una mente inquebrantable

Pablo Ferrara es un arquitecto cuya vida dio giro de 360 grados al ser diagnosticado con Esclerosis lateral amiotrófica, revive esta entrevista de nuestra edición de marzo de 2017

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Retrovisor: Pablo Ferrara

Con 24 años de edad, Pablo Ferrara decidió contraer matrimonio con Yolanda Saro y antes de sus 30 ya tenía a sus tres hijos: Pablo, Bárbara y Adrián. En el terreno de lo profesional, desde sus diez años le gustaba imaginar y crear espacios en tres dimensiones, su destino era más que claro.

Estudió la carrera de Arquitectura en el Tec de Monterrey. Cuando era pequeño visitaba las casas del Sorteo Tec, y una vez graduado no solo construyó tres de éstas, sino que se adjudicó el primer lugar con la casa mejor calificada por el gusto de la gente en toda la historia del evento, además de la casa vendida más rápido en la trayectoria de este concurso.

En el área deportiva, Ferrara corrió un maratón en menos de tres horas antes de sus 40 años. Y en la parte espiritual, conoció a sus 38 años a la Madre Anastasia Jaramillo, que para él es lo equivalente a La Madre Teresa de Calcuta, por su dedicación para ayudar a los más necesitados. Actualmente lleva diez años colaborando en su obra, y desde hace tres años ella lo nombró Hermano Honorario de las Siervas del Señor.

Pablo Ferrara
Pablo Ferrara

Como todo ser humano, en una edad ideal para pensar en el futuro, Pablo estaba seguro de muchas cosas que debía realizar.

Diseñar un edificio en Nueva York, hacer un libro sobre sus obras arquitectónicas, convertirse en Presidente de la Academia de Arquitectos, ser un gran padre para sus hijos, realizar muchas hazañas deportivas, viajar por el mundo en velero, y vivir sin tener que trabajar después de los 50 para dedicarse de lleno a obras de beneficencia.

Plan de vida

¿Recuerdan los planes a futuro que tenía Pablo? Siete años después de la detección, ha sido la única persona con discapacidad en el mundo que ha completado un Ironman gracias a la ayuda de sus amigos; viajó por el Reino Unido en un triciclo electrónico y subió el cerro de Machu Picchu cargado por sus hijos y esposa, construyó un edificio de 20 pisos con ayuda de gente que confió en él; y sigue haciendo proyectos.

Lideró la construcción de la casa de su hermano, ¿cómo lo hace?, él describe a gran detalle y se apoya de gente muy talentosa que le ayuda a dibujar los planos. No escribió un libro de sus diseños arquitectónicos, pero sí uno acerca de su espíritu.

Hoy, años ya cerró su oficina, dedica la mayor parte de su tiempo a dos obras de beneficencia. Independientemente de las limitaciones que ELA le trajo a su vida, es un hombre que envidiablemente ya cumplió su bucket list.

El Superman que tropezó

En su libro Voluntad de Acero, Pablo relata cómo detectó que algo estaba pasando en su cuerpo. Se percató que no podía correr como lo hacía normalmente. En enero 2010, tras un descanso del Ironman de Cozumel, el regiomontano decidió regresar a los entrenamientos.

 “Me di cuenta que batallaba mucho para retomar el paso acostumbrado; cuando alcanzaba cierta velocidad me fallaban las piernas y varias veces tropecé con el pie izquierdo”, relata en su libro.

Tras visitar opiniones de diferentes doctores, le detectaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neuromuscular degenerativa que provoca la pérdida progresiva de movimiento muscular de pronóstico mortal.

En sus etapas avanzadas, los pacientes sufren una parálisis total, si bien la sensibilidad e inteligencia se mantienen intactas, se va perdiendo la capacidad de controlar el movimiento de todos y cada uno de los músculos.

Cumplidos 44 años, le diagnosticaron tres años de vida. Lo más fácil para él era resignarse y dejar a un lado sus sueños y planes, como si todo se resumiera a la temida frase de los competidores: “Gracias por participar”.

Es aquí donde la vida del Arquitecto Pablo Antonio Ferrara Fernández tomó un verdadero sentido para convertirse en la mejor versión de sí mismo.

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El momento de quiebre

Cerca del 2016 , las dificultades comenzaron cuando su cuerpo no estaba recibiendo los alimentos envasados prescritos, y al mismo tiempo la debilidad respiratoria le causaba envenenamiento por acumulación de dióxido de carbono en la sangre. A mediados de año sucedieron varios factores que hicieron que Pablo llegara al hospital.

Le realizaron la traqueotomía, en donde a las pocas semanas se acostumbró a este nuevo método para respirar. Poco a poco encontraba la manera y con la asesoría de la nutrióloga Paty Rivera, cuyo padre padeció ELA, cambiaron la alimentación del arquitecto por productos frescos, cocinados, mezclados y licuados en casa.

A partir de ese momento el quiebre acabó y la recuperación empezó.

De la enfermedad a la discapacidad

Durante el tiempo en el que Pablo tuvo complicaciones de respiración y alimenticias, perdió la mayor parte del control que quedaba en sus dedos y las vibraciones que podía hacer con sus cuerdas vocales, pero ambas perdidas las tenía resueltas con Tobii.

“En el proceso de ir aprendiendo a vivir con el ventilador artificial como aliado, viene el recuento de los daños. Ya son siete años después de iniciar los síntomas, y desde ese enero del 2010, mes a mes la merma física que la enfermedad causaba a mi cuerpo, al menos para mí, era evidente. Sin embargo, ahora, descontando la necesidad de la traqueotomía, tengo que revisar mis escritos de hace un año para estar consciente de las pérdidas.

La ELA en su definición dice que es una enfermedad mortal, pero esto se debe a que la muerte llega a los afectados por los problemas derivados de la falta de autonomías que provoca. En mi experiencia, ELA es una enfermedad altamente incapacitante en términos exclusivamente musculares, y como tal, los afectados tenemos que vivir un proceso de aceptación y adaptación más rápido que el avance de la enfermedad”.

El verdadero motor

Tener una vida activa ayuda a que el regiomontano no se sienta mal ni enfermo, vivir con discapacidad no significa resolver problemas físicos para sobrellevar las circunstancias, sino adaptarse y transformar su entorno para poder desenvolverse de forma completa en todas las facetas de la vida.

“Cuando las opciones se limitan hay dos caminos: quejarte por lo que no puede ser, o hacerte más observador de tus capacidades y aprovecharlas. Ésta última alternativa para mí tiene un doble efecto positivo, no solo te concentras en buscar el cómo sí, también te hace valorar las bendiciones con las que cuentas. Es precisamente cuando hago el recuento de todos los motivos y herramientas que tengo para luchar que renuevo mi voluntad para superar cualquier reto”.

Cuando lo puse frente al panorama de un empresario que vive estresado por alguna situación compleja en los negocios y le cuestioné sobre algún consejo que le daría para apreciar la vida, Pablo Ferrara con firmeza respondió:

“No hay tarea ni meta que valga la pena que no sea difícil de alcanzar. Si dejamos que las circunstancias nos definan, es que no tenemos suficiente fuerza de voluntad. Los retos son solo los datos de entrada en la ecuación, el resultado depende de lo que nosotros aportemos a la fórmula

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