El director de Innovación y Vida Estudiantil de PrepaTec nos platica sobre su historia en el mundo de la docencia.
Tener claro lo que se quiere ejercer como carrera profesional cuenta con el potencial de transformar la vida de miles de personas. Qué mejor manera de hacerlo a través de la educación, con la firme convicción de que, más de verlo como un trabajo, es una pasión que te llena de energía. Así es la trayectoria de Rafael Abrego, Director de Innovación y Vida Estudiantil de PrepaTec en el Tecnológico de Monterrey.
Desde antes de graduarse, Abrego comenzó a trabajar en el Tec de Monterrey. Incursionó en el área computacional de las preparatorias de la ciudad y le tocó formar el primer centro electrónico de cálculo. Sin embargo, a comienzos de la década de 1990, fue invitado a introducir la tecnología en las prepas. Fue ahí donde se dio cuenta de que el foco importante del Tec era más la educación que la informática, así que se interesó en la planeación del futuro de los jóvenes, incursionado en la docencia.
Más adelante, cuando se abrió la Prepa Tec Santa Catarina, Rafael ayudó en el diseño de la infraestructura. Durante este proceso, le ofrecieron la dirección de la misma, así fue como se dio cuenta de que le gustaba encontrarse cerca de los alumnos. En este cargo estuvo desde 1999 hasta el 2016. Toda esta experiencia lo llevaría hasta donde hoy se encuentra, buscando continuar impactando de forma positiva en la formación de los estudiantes, no solo en términos de conocimientos sino también en la cuestión humana. “Un reto es la parte socioemocional, que es mucho más relevante que la tecnología”, explica Abrego.
Antes, cuando no había teléfonos inteligentes y la conectividad estaba un poco más limitada, si sucedía algo bueno o malo dentro de la escuela, de ahí no pasaba. En la actualidad, en cuestión de segundos un suceso le puede dar la vuelta al mundo, algo que puede repercutir en los estudiantes, quienes pueden verse afectados para encontrar trabajo 10 o 15 años después. “Hay que educar con lo que hay de vanguardia en tecnología, pero no queremos alumnos ni seres humanos esclavos de los dispositivos”, señala Rafael. “Si no puedes estar tres días sin tu celular entonces hay un problema”. Por lo tanto, esto implica que cada persona regrese a su raíz para determinar qué la hace feliz y cuál es su plan de vida; se requiere de un acompañamiento con los alumnos, más allá de la tecnología, sino que vaya de la mano con las emociones.
LA EDUCACIÓN POSTPANDEMIA
La crisis sanitaria aceleró la parte de entender que es posible trabajar y estudiar a distancia, ya sea de forma síncrona o asíncrona. Sin embargo, a medida que cede la contingencia, los alumnos y profesores se encuentran en un entorno donde el modelo presencial y remoto están vigentes, lo que genera un caos.
El desafío es encontrar el balance y obtener lo mejor de cada uno de acuerdo con las necesidades de los estudiantes y según el requerimiento de las materias. “
Con la pandemia se ganó en la parte de habilidades blandas”, explica Abrego. No obstante, hubo rezago en la asimilación de conocimientos. Pero esto no es excusa para que los alumnos no busquen la manera de ponerse al corriente cuando hay herramientas y tecnologías que pueden ayudarlos a lograrlo. la idea es impulsar aún más las dimensiones del bienestar socioemocional y el físico, este último relacionado con la higiene del sueño, el ejercicio y una buena alimentación. De esta manera los alumnos serán más plenos, productivos y enfocados a conseguir sus objetivos con el fin de lograr ser la mejor versión de ellos mismos. Bajo esta premisa, en el 2030 se hablará del “florecimiento humano”.
“Es importante entender la ciencia, las matemáticas y la tecnología, pero esto con la intención de ser mejores, no para angustiarnos e ir en contra del nivel de vida”.