Escrito por Alberto Collado
¿Que derecho le asiste a un gobernante temporal y trascedente a hipotecar el futuro económico de una comunidad? Una pregunta que no tiene respuesta aún y que marca también la ausencia de límites y controles a la ambición, la egolatría o la simple y llana corrupción.
Los ejemplos se han multiplicado por el país: desde el “moreirazo” en Coahuila y con cifras distintas pero siempre astronómicas, en Tabasco, Nuevo León, Michoacán y recientemente incluso Jalisco, las deudas contraídas por Gobernadores y en otros casos por Alcaldes, han llamado la atención de la opinión pública y han puesto sobre la mesa el análisis sobre los límites a estas decisiones de endeudamiento, y el nivel de Gobierno en que deben establecerse.
En el mejor de los casos, la egolatría para construir obras faraónicas (se requieran o no), o solo para embolsarse el dinero. El endeudamiento ha marcado de forma radical el comportamiento de la administración pública de Estados y municipios que, al día de hoy, no tienen para pagar rubros elementales como nóminas y proveedores de primera necesidad. Por ejemplo, en Nuevo León no se han liquidado más de cuatro mil 500 millones de pesos a constructores que están quebrando y despidiendo personal para sobrevivir.
La salida fácil: aumentar impuestos, poner nuevos o buscar mayores cuotas de endeudamiento para gastar más de lo que se ingresa. Siempre y en todo momento, ésta ha sido la receta del fracaso, los perjudicados en primera instancia son los proveedores que deben mendigar por ventanillas burocráticas en pos de un cheque que no sale durante meses ( en Nuevo León durante años) y que luego, para seguir en el negocio y para desquitarse, se traduce en overheads a los precios ofrecidos al Gobierno que, finalmente acabamos pagando todos; en pocas palabras, todo es mucho más caro, debido a una administración pública sucia, negligente y corrupta, por que la ineficiencia también es corrupción.
La corrupción es un impuesto que todos pagamos, que se aumenta continuamente y que realmente nos empobrece. Urge que alguien le amarre las manos y corte las uñas a quienes nos han hipotecado el futuro.