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marzo 12, 2025

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Mauricio Gattás, maestro del arte

Ganar uno de los premios más importantes de la plástica nacional, hace 20 años, le cambió la vida a Mauricio Gattás. Decidió dedicarse de lleno al arte, donde también ha dejado un importante legado en la enseñanza

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Mauricio Gattás
Mauricio Gattás

En el 2005, a los 35 años, Mauricio Gattás ganó el premio de adquisición de la VII Bienal FEMSA, en la categoría tridimensional, por la instalación “Mil novecientos cincuenta y cuatro”, una recreación de la cocina de sus abuelos.

Apenas tres años antes había tomado la decisión de explorar formalmente ese gusto por las artes plásticas que lo perseguía desde niño. Hoy confiesa que, por encima de saberse ganador, le emocionó más la noticia de que su obra había sido seleccionada entre 2 mil 240 piezas de 956 creadores.

Luego de rescatar la estufa original de la casa donde creció su madre, Mauricio invirtió una buena cantidad de tiempo y dinero para conseguir cada uno de los elementos que componen esta obra, que desde finales de enero, y hasta el próximo 30 de marzo, se exhibe en el Museo de Historia Mexicana. 

“Fue el primer concurso al que me presenté y, para mi sorpresa, gané”, comenta el artista.

Con estudios de arquitectura, Mauricio había emprendido diferentes negocios, pero ese galardón marcó el comienzo de una etapa profesional con una certeza: podía vivir del arte. Mejor aún, lo iba a hacer.

“Cuando gané el premio dije: ya, aquí me voy a quedar”, cuenta.

Educar la mirada

Fue uno de esos niños que arrasaba con todos los concursos de dibujo escolares. Lo curioso es que su madre, quien celebraba sus logros, lo inscribió a toda clase de actividades extraescolares, pero jamás de artes plásticas. Eso sí, “lo que vayas a hacer, tienes que ser muy chingón”, le decía.

“Siempre me gustaba mucho dibujar y pintar, pero la idea que tenía era que eso no me iba a dar de comer”, menciona Gattás, quien ha tenido exposiciones individuales en el Centro de las Artes y su obra se ha expuesto en espacios como Zona MACO y el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.

Tras independizarse a los 17 años, inició con varios emprendimientos, desde venta de uniformes, hasta puertas y muebles de forja, pero su interés por el arte nunca desapareció del todo.

Autodidacta, a los 20 años comenzó la experimentación con diferentes técnicas pictóricas, como lápiz, carboncillo, acuarela y óleo. No fue hasta el 2002 cuando por insistencia de un amigo, se inscribió en el taller de la pintora chilena Ximena Subercaseaux, donde permaneció por tres años.

“Me sirvió mucho porque aprendí a observar de una manera diferente, a fijarme en detalles como la luz y cómo se refleja en los objetos”, señala. 

Para él, ese primer acercamiento académico significó darle un nuevo cauce a su memoria fotográfica y a educar la mirada.

 
 
 
 
 
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“Antes me daba cuenta de las piezas que había en un sitio, pero no veía cómo entraba la luz, cómo se reflejaba en los objetos. Ahí aprendí a observar todo eso”, dice Gattás, quien realizó una residencia de arte en Saint-Etienne, en Francia, y también tomó clases con los maestros Alejandro Decinti y Óscar Villalón, en Madrid. 

El taller de Mauricio Gattás

Con un estilo realista, donde fluye la imaginación con una fuerte carga de nostalgia y atención al detalle, Mauricio comenzó a destacar como alumno y, tras ganar la Bienal, le empezaron a solicitar que impartiera clases.

No muy convencido, cedió a la insistencia de un alumno. “Espacio para el Arte”, le llamó a su taller, que llegó a contar con 64 estudiantes al cierre del mismo, hace apenas unas semanas.

“Fue una experiencia increíble porque, como maestro, tienes que estar muy atento a los detalles. Además, cada alumno tiene su propio estilo y su propia personalidad en la obra, lo que me enseñó mucho sobre cómo ver y cómo mejorar mi propio trabajo”, reflexiona Gattás.

A sus alumnos solía animarlos a identificar lo que realmente les apasionaba, para crear una propuesta auténtica.

“Por ejemplo, a mi me gustan los objetos, el arte decorativo. Entonces, soy congruente, porque me voy por ahí. Y no se trata de que, si vendes algo, hagas lo mismo, lo mismo y lo mismo, porque entonces empieza un retroceso”, dice.

Por ahora decidió poner una pausa a su labor como maestro para concentrarse en la creación, porque tiene en puerta una exposición individual y varios proyectos, como mudarse una temporada a Estados Unidos.

Aun hoy, Mauricio no olvida ese consejo que escuchó en casa, de dar su mejor esfuerzo, el mismo que un día lo llevó a hacerse de un espacio entre los consagrados y encima, ganar. 

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