A finales de octubre, el huracán Otis azotó la costa del Pacífico de México como una feroz tormenta de categoría 5, rompiendo récords regionales por la fuerza y velocidad de su intensificación.
El huracán flageló al segundo Estado considerado más pobre de México. El 60% de la población de Guerrero está en situación de pobreza (más de 2,3 millones de personas) y el 25% en pobreza extrema, esto son 900.000 personas, según los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
En todo el territorio estatal, intempestivamente hubo 500 000 interrupciones eléctricas. Instituciones hospitalarias, establecimientos hoteleros, complejos e inmuebles comerciales, escolares y, por supuesto, casas-habitación experimentaron adversidades, severos deterioros, e incluso algunos colapsa-ron.
Emisoras radiales en Acapulco cesaron sus transmisiones, dando como resultado una interrupción comunicativa, igual que un tramo de una arteria vial quedó intransitable.
Los perjuicios fueron seriamente significativos. La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS),señaló que el huracán Otis entró al top ten de los siniestros más caros para el sector asegurador en México.
De acuerdo con la AMIS, a dos semanas del golpe del meteoro, los primeros cálculos del daño en Acapulco alcanzaron los 11 mil 424 millones de pesos, cifra que tendrá ajustes en función de algunas valuaciones que siguen en curso en las zonas del impacto.
Me centró en esta ciudad porque Acapulco funge como motor de desarrollo económico de Guerrero. Pese a las contrariedades de la Entidad, Acapulco es considerado escenario de grandes citas empresariales, deportivas, artísticas y de vacaciones de miles de mexicanos de todos los presupuestos.
Contaba con unas 20.000 habitaciones, 377 hoteles y multitud de otros alojamientos vacacionales, el 80% de los cuales quedaron dañados por el huracán al igual que el 95% de los comercios.
Pese al soporte económico que otorga Acapulco al Estado, sorprende que la declaratoria de emergencia durara tan poco tiempo. De hecho, de la noche a la mañana (casi igual que el mismo huracán),del 2 al 3 de noviembre, la Federación redefinió estado de desastre natural en 47municipios de Guerrero, ajustando a sólo dos (Acapulco y Coyuca).
Diversos especialistas consideran que la ciudad tardará de uno a dos años en resurgir y aunque consideran insuficientes los apoyos oficiales no se han quedado de brazos cruzados.
No podemos concluir este 2023 sin que procuremos ayudar a Guerrero. La joya turística de Acapulco ha colocado a México en la admiración mundial. Donemos y reactivemos las actividades turísticas de este bello puerto que tanto ha aportado a México.
