Raymundo Cavazos, CEO de Volvo Car México: on the right track

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Nacido en Monterrey hace 48 años, Raymundo Cavazos ha sabido integrar la disciplina de las grandes organizaciones con un profundo sentido humanista, convencido de que el trabajo es también un espacio para crecer y disfrutar.

Al llegar a Volvo Car México, encontró un proyecto que resonaba con sus valores personales y profesionales. El compromiso con la sustentabilidad, la seguridad y la responsabilidad social han definido su gestión e impulsan un cambio de mentalidad en el sector.

Nada menos, desde que tomó las riendas de la marca, a nivel nacional, la firma de origen sueco ha crecido más del 300% y hoy es una de las compañías con mayor porcentaje de ventas de autos eléctricos en el País. 

A continuación, un recorrido por la trayectoria del Director General de Volvo Car México, quien demuestra que liderar también es inspirar desde lo humano.

Personas trabajando para otras personas

Cuando Raymundo Cavazos habla de su rol al frente de Volvo Car México, es evidente  la pasión con la que se refiere a las personas. Para él, el negocio automotriz —como cualquier otro— no parte de la tecnología, los números o los productos. Parte del ser humano.

“Somos personas trabajando para otras personas. Ese ha sido el eje de nuestra estrategia desde hace más de siete años”, asegura el directivo de 48 años.

Su estilo de liderazgo se ha forjado en los valores como humildad, respeto, trabajo en equipo y servicio. No son frases para colgar en la pared: son prácticas diarias, hábitos que busca permear desde la oficina directiva hasta el trato con los clientes.

De hecho, la conversación de Raymundo fluye sin dobleces ni poses. 

“Siempre le digo a mi equipo: piensa cómo te gustaría a ti ser tratado, qué te gustaría recibir. Así es como debemos actuar. No vendemos solo autos, promovemos una forma de vida”, asegura.

Antes de llegar a Volvo, el ejecutivo tuvo dos experiencias clave que lo marcaron profundamente. En FEMSA, su “universidad profesional” por 8 años, tras graduarse como licenciado en Comercio Internacional en el Tecnológico de Monterrey, aprendió la importancia de una estructura sólida y la fuerza de los valores organizacionales.

Pero fue en Harley-Davidson donde conectó con algo más profundo: la pasión. “Ahí fue cuando entendí que el trabajo es una bendición y que puede disfrutarse. Que un hobby puede convertirse en tu vocación”, señala.

Durante casi una década, en la que inició como Gerente de Operaciones y escaló hasta convertirse en Director General en México y LATAM, lideró la expansión de la icónica marca en la región y aprendió a leer a clientes profundamente apasionados. 

“Con ellos entendí que no se trataba solo de una moto. Era su espacio, su escape. Y querían vivirlo al máximo”, recuerda. Esa filosofía se trasladó luego a Volvo: entender al cliente desde la emoción.

“En Volvo, esos mismos clientes de Harley solo cambiaron de día: de lunes a viernes usan su Volvo; el fin de semana se suben a su moto. Pero son los mismos: personas que quieren disfrutar la vida”, asegura.

Volvo no vende autos, vende una forma de vida, dice Raymundo. Bajo esa premisa, el directivo y su equipo impulsan una cultura organizacional que inspire a todos sus colaboradores. 

“Que no sientan que tienen un trabajo más, sino que estén en el mejor trabajo de su vida. Al menos hoy. Mañana puede ser otro, pero el presente se disfruta” dice.

Afinidad con Volvo

Cuando surgió la oportunidad de sumarse a Volvo, en mayo del 2018, el reto fue tan atractivo como desafiante. La marca enfrentaba una etapa de transformación profunda, y eso lo motivó. Pero más allá de todo, lo atrapó la cultura.

“Los valores nórdicos de la marca coincidieron mucho con mi manera de pensar. El enfoque humano, la sustentabilidad, la seguridad… eran principios con los que me identificaba plenamente”, comparte.

Raymundo no solo quería impulsar una marca en el mercado mexicano, quería mostrar que se puede competir de otra manera. “Queríamos demostrar que no es necesario jugar con las mismas armas que los demás. Se puede competir haciendo las cosas bien, todos los días, con visión, respeto y responsabilidad”, advierte.

Se enorgullece del legado de Volvo: desde el cinturón de seguridad de tres puntos —una innovación que la marca liberó a otras marcas para salvar vidas— hasta su actual enfoque en sustentabilidad, la compañía ha sido pionera en poner al ser humano al centro. 

Busca que ese mismo espíritu se refleje en cada persona que se une al “team Volvo”: colaboradores, distribuidores, clientes. Todos pueden formar parte de un ecosistema donde la conciencia, la acción y la empatía son tan importantes como la tecnología.

“Lo que ves en el diseño de un auto Volvo tiene una funcionalidad. No hay adornos innecesarios. Todo está donde debe estar, como en un buen equipo de trabajo”, explica.

Su visión de negocio también tiene un componente social claro. A través de la electrificación, Volvo busca promover un estilo de vida consciente, con la meta de contar con un portafolio 100% eléctrico para 2035.

“Queremos que nuestros clientes también sean agentes de cambio, que se preocupen por su entorno, por su comunidad. Lo que vendemos es un vehículo, sí, pero también una declaración de principios”, advierte.

Desde su perspectiva, la movilidad eléctrica no es una moda ni una imposición, sino una evolución necesaria. Asegura que la marca tiene un rol claro: ser un agente de cambio, un ejecutor de una estrategia global con impacto local.

Deporte: escuela de liderazgo

Raymundo define su estilo de liderazgo como humano, con una influencia clara: el deporte. “Me encanta el futbol soccer y americano. Jugué frontón, ráquetbol, atletismo. Los deportes me enseñaron que, si uno no hace su parte, afecta a todo el equipo”, comparte.

Esa filosofía la aplica en su forma de dirigir: disciplina, colaboración, constancia y enfoque en el resultado. “Después de entrenar intensamente, hay una satisfacción mental que es incomparable. Así también se debe vivir el trabajo”, opina.

Liderar, para él, es formar personas. “Mi objetivo es que los equipos que tengo el privilegio de dirigir se conviertan en mejores seres humanos. No podemos perder tiempo, la vida es muy corta. Hay que formar personas íntegras que también trabajen bien”, sostiene. 

Le gusta escuchar a mentores deportivos y leer sobre liderazgo, pero si hay una figura que ha influido en su forma de ver la vida, es Jesús. “The big boss”, le llama.

“Puede sonar atípico en un entorno corporativo, pero los Evangelios están llenos de lecciones de liderazgo. Muchos los descartan por ser ‘religiosos’, pero contienen lo esencial sobre cómo tratar a los demás, cómo servir”, agrega.

Para él, el liderazgo efectivo parte de preguntas simples, casi infantiles, pero poderosas: “¿En qué te puedo ayudar hoy? ¿Qué necesitas?”. Y remata: “No es ciencia cuántica. Solo necesitamos escuchar más, ver más y hablar menos”.

Al fin regio, Raymundo dice que asar carne es una metáfora perfecta de lo que significa trabajar en equipo. Cada quien con su tarea, todos aportando al bien común. “En la carne asada se aprende a servir, a colaborar, a convivir. Y eso también se traduce al mundo profesional”, dice.

La influencia familiar también es evidente en su forma de ver la vida. Su padre, con una frase simple pero poderosa, lo marcó desde joven: “Mete muchos goles”. No hablaba de futbol (su posición era delantero), sino de actitud. “Ese era su mensaje: ve y logra tus metas, no te detengas”, recuerda con emoción.

Innovar sin perder la alegría

En un mercado automotriz cada vez más competitivo, ¿cómo mantener la motivación y la innovación? Cavazos lo tiene claro: celebrando la competencia. “La competencia es buena, nos obliga a mejorar. Nos mantiene entrenados, como en el deporte. Siempre hay algo que se puede mejorar”, asegura.

La clave está en no caer en la zona de confort. “Aunque el proceso sea muy bueno, siempre se puede hacer mejor. Lo más importante es nunca perder la actitud positiva. Los problemas siempre van a estar, pero hay que verlos como oportunidades. Y actuar con entusiasmo”, opina.

Uno de los mayores retos que enfrenta como CEO es mantener la cohesión interna. “La competencia externa es fuerte, pero lo más difícil es mantener viva la cultura del equipo. Evitar que la rutina o la turbulencia del mercado apaguen el entusiasmo. Porque somos personas y tendemos a complicar las cosas”, señala.

Por eso, insiste en mantener el enfoque humano, en cuidar la comunicación, en fomentar ambientes de paz, de respeto. “Nuestro tiempo es limitado. Si lo pasamos peleando o desconectados, desperdiciamos una oportunidad única de construir algo valioso”, dice.

La pandemia fue una prueba sin precedentes, pero también una oportunidad. “Aprendimos que sí se puede trabajar desde donde estés. Que se puede confiar en la gente. Que se puede ejecutar sin pánico”, dice.

Pese al encierro, Volvo Car México creció en ventas durante la pandemia. Lo atribuye a decisiones rápidas, a un equipo cohesionado y a la confianza mutua. Pero también aprendieron a balancear. 

“Pasamos de no vernos, a llenar la agenda de videollamadas. Aprendimos que el trabajo es solo una parte de la vida. Y que para ser mejores personas y profesionales, hay que cuidar todas las áreas”, advierte.

Volvo: una plataforma de transformación

Entusiasta, Raymundo insiste en que su mayor logro es haber construido un equipo sólido, comprometido y humano. Para él, el verdadero motor de Volvo México es su gente. “El equipo que se formó, el equipo que trabaja todos los días por hacer mejor las cosas… eso es lo mejor que tenemos”, comparte con orgullo.

Más allá del escritorio, encuentra en su familia su fuente principal de energía. Con siete hijos, asegura que la convivencia y el tiempo compartido con ellos y su esposa es lo que más lo llena. “No importa el escenario, tenerlos cerca me trae grandes sonrisas”, confiesa.

A la hora de hablar del futuro, especialmente para las nuevas generaciones, Cavazos es claro: actuar es más importante que planear en exceso.

“Que no se detengan. Tomen acción. Escuchen, observen y lleven soluciones a la mesa. El tiempo es oro y cada minuto puede ser decisivo”, afirma.

Para él, el éxito —ya sea profesional o personal— no se mide en títulos, cifras o reconocimientos. Se mide en paz. En estar bien con uno mismo, en ayudar a otros, en hacer lo que te gusta y hacerlo con propósito. 

“Cuando estás tranquilo contigo mismo, todo lo demás llega”, sostiene.

Esa serenidad, asegura, no significa frenar ni soltar el volante, sino avanzar con intención:  disfrutar cada tramo y entender que liderar también es servir para avanzar juntos.

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