Tuvieron que pasar varios años para hacer una recapitulación y recordar, verdaderamente, cuándo comenzó Berry Nuts. Gracias a unos recibos de las primeras compras, dieron con la fecha: otoño de 2008.
El epicentro fue la granola que Dora, única mujer entre nueve hermanos, preparaba para su familia. Era una mezcla de cereales y frutos secos, y otros ingredientes como arándano y coco, que se llevaba las palmas cuando tenía invitados.
Una y otra vez, le decían: “no seas mala, cuando prepares, me das tantita”. Entonces se le ocurrió capitalizar el éxito de su receta y le propuso, a dos de sus hermanos, que le ayudaran a venderla.
En ese momento, ambos eran universitarios: Rodrigo, de 21 años, estudiaba Finanzas, y Jaime, de 23 años, Ingeniería Industrial. ¿Iba a ser negocio? No lo sabían, pero empezaron a dedicar su tiempo libre en la preparación y empaque de la granola.
“Nosotros la hacíamos, la horneábamos, la empacábamos, ¡nos encargábamos de todo! Eso ha sido muy padre porque a través del tiempo nos ha tocado desde ir al mercado a comprar los ingredientes, hasta empacar, sellar, cortar las etiquetas, llevarlo al súper, acomodarlo, todo lo hemos hecho”, dice Jaime.
La clientela creció y fue necesario contratar a una persona que trabajaba de 9 de la mañana a 1 de la tarde, justo cuando la cocina se liberaba del desayuno y antes de que iniciara la preparación de la comida. Como Dora y su esposo tuvieron siete hijos, sí que era una casa con mucho movimiento.
“Fue un crecimiento muy orgánico, muy naturalito. Primero probamos que el producto funcionara con amigos y familiares, luego con gente no tan cercana”.
Rodrigo Martínez Sada
De una lluvia de ideas surgió el nombre de Berry Nuts y crearon su primer logo formado por bellotas y espigas. No tardaron mucho en introducir su producto en tiendas como Super Mode y fruterías.
Un solo horno resultó insuficiente y compraron otro más grande para instalarlo en la sala de la casa de Dora, mientras se sumaban dos empleados más. En el 2011, tras constituirse como sociedad y registrar la marca, hicieron su primera entrega en HEB, cuenta Jaime.
“Nos dedicamos mucho a hacernos relevantes como producto y como marca, haciendo muchísima degustación. Entramos a sus anaqueles y a los tres o cuatro meses, ya nos estaban solicitando de otras cadenas de supermercado”, agrega.
El siguiente parteaguas ocurrió en 2015, cuando establecieron una planta en forma en un par de bodegas. A casi 10 años de distancia y ya con certificaciones para exportar, han crecido a tres bodegas más.
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En 2018 hicieron un rebranding y lanzaron nuevos productos para llegar a más clientes, como los clústers, bolitas de granola de diferentes sabores que se pueden consumir a cualquier hora del día.
También crearon Arándanuts, una gama de botanas basadas en arándano que va de lo natural a lo enchilado, además de un mix con manzana y almendra.
Los cientos de miles de productos que hoy salen de su planta, cada mes, están presentes en más de 18 establecimientos comerciales en todo el país, así como en el valle de Texas, a través de HEB, y en su tienda en línea. Dora nunca imaginó que la idea de comercializar su granola llegaría tan lejos.
“Qué padre que podamos llegar a las mesas de los demás y que más gente pueda probar productos que son ricos y nutritivos”, dice.
Las reuniones familiares, que periódicamente se realizan en casa de los Martínez Sada, son el mejor momento para probar los nuevos productos con los abuelos, hermanos, cuñados y los 33 nietos.
“Buscamos estar al día en las tendencias, por eso vamos a expos y vemos qué prefieren los consumidores. Siempre tenemos ciertos productos en desarrollo”, dice Jaime.
Y aunque en la planta ya tienen áreas para realizar pruebas, aún hoy, las primeras recetas siempre se gestan en sus hogares.
“El hecho de seguir queriendo sacar productos caseros, ha hecho que los laboratorios sean las cocinas de nuestras casas”, señala Rodrigo.
EL ARTE DE EMPRENDER
Al momento, proyectan que para el 2027 Berry Nuts será más grande en Estados Unidos que en México. Lo que comenzó con un solo producto envasado en recipientes de plástico, de litro y medio litro, ha crecido a más de 40 productos, algunos de ellos disponibles en diferentes gramajes.
“Igual que en México, vamos a buscar la rentabilidad por cliente desde el día 1. Porque hay mucha gente en nuestro tipo de industria, que se llama CPG (consumer packaged goods) que lo que hace es, ¡vamos a estar en la mayor cantidad de puntos de venta posible!”, sin medir las consecuencias, y no les va bien”, dice Rodrigo.
Y es que ya les ocurrió. Fue en el 2016 cuando pretendieron abarcar mil tiendas en el país, un intento que resultó fallido.
“No las podíamos atender, no nos conocían y el producto a final de cuentas no se vendió, o no se vendió tan bien como nos hubiera gustado. Eso lo queremos evitar en Estados Unidos”, explica.
Todo emprendedor vive de ilusiones y una de sus cualidades debe ser el optimismo, asegura Rodrigo. Aun así, ante su expansión, que se antoja más que prometedora, prefieren ser cautelosos.
“El éxito, de la noche a la mañana, tarda 15 años”, es la frase que escuchó Rodrigo hace unos días, en redes sociales, de boca de uno de los tiburones de Shark Tank. No podría estar más de acuerdo.
Ellos se sienten afortunados por estar rodeados de grandes empresarios del ramo de la manufactura, quienes les recuerdan que los desafíos siempre estarán ahí y que emprender se trata de resolver problemas.
“No te preocupes por ir lento, preocúpate por no avanzar”, fue el último mensaje que les dejó uno de sus consejeros, quien recientemente falleció. “Lo que no se mide no se controla y lo que no se controla, no se mejora”, les dijo otro.
Hoy consideran que han acumulado suficiente experiencia como para lanzar una master class de siete sesiones, en este mes de noviembre, para todos aquellos que deseen llevar su negocio a otro nivel.
“Mucha gente nos pregunta cómo le hicimos para entrar a los supermercados con nuestros productos, entonces vamos a encapsular toda esa información para que esté disponible en un curso pregrabado”, señala Jaime, quien tiene una maestría en Educación y es un apasionado de la enseñanza.
El curso va ligado a la historia de Berry Nuts, bajo tres recomendaciones que los forjaron como empresarios: “Be Likeable”, “Be Profitable” y “Be Ready”.
“Hay muchas cosas, términos que se usan en la industria, etcétera. Hay mil cosas que hemos aprendido a través de los años y que hoy queremos compartir”, dice.
PRIMERO LA FAMILIA
Hasta hace un año, Jaime y Rodrigo llevaban en conjunto las riendas de la empresa, pero por ponerle un nombre y aunque siguen siendo “todólogos”, hoy son CEO de Berry Nuts México y CEO de Berry Nuts USA, respectivamente.
No es fácil ser hermanos y socios, reconocen. Las diferencias calan hondo, pero también el perdón se experimenta diferente.
“Algo padre es que las alegrías se multiplican y los problemas se dividen”, dice Jaime.
Hay qué ver cómo celebran cuando tienen un nuevo producto o cuando cierran un cliente nuevo, así como la preocupación que genera una devolución copiosa o la cancelación de un trato que iba bien encaminado.
Pero cuando uno está cabizbajo, el otro lo anima, y viceversa, para mantener el barco a flote, dicen. De cualquier manera, saben que hay prioridades.
“Lo más importante es la salud física, emocional y espiritual, antes que el negocio. Buscamos tener los pies sobre la tierra, nos enfocamos en que somos una empresa familiar, que tenemos más de 50 empleados que son familia”, señala Jaime.
Y sí, agrega Rodrigo, literalmente hay familias: primos, hermanos, cuñados y toda clase de parentescos. Eso sin buscarlo, es que se corre la voz del buen ambiente de trabajo, dicen.
“Tenemos muchas áreas de oportunidad, pero el tema humano, en la fábrica, lo hemos mantenido. Y pasa que hay gente que se ha ido y regresa, porque dicen que en otros lugares los tratan como un número”, cuenta.
Los empresarios coinciden en que su cable a tierra son sus familias. Los dos están casados y cada uno tiene cuatro hijos, a quienes buscan dar el mejor de los ejemplos.
“Hemos escuchado historias de muchos empresarios, que su negocio vale millones de dólares, pero sus hijos no les hablan. Entonces, ¿qué sentido tiene?”, dice Jaime.
Rodrigo cuenta que hace un par de años tomaron un curso de empresas familiares y él le planteó a la coach que, en las juntas semanales, sus hermanos solo querían hablar de asuntos personales, mientras que él solo quería hablar de negocios.
“Nos dijo que era muy importante que cada uno hablara de lo que considerara valioso. Así que ahora dividimos el tiempo a la mitad y vemos los dos temas”, añade.
LA VERDAD ANTE TODO
Jaime admira de Rodrigo su reciedumbre y Rodrigo aprecia la alegría de Jaime. Los dos reconocen que la paciencia, la confianza y el optimismo de su hermana no tienen comparación, al igual que su habilidad de poner las cosas en perspectiva.
Por otro lado, Dora destaca la tenacidad y entusiasmo de sus dos hermanos.
“No se dan por vencidos ante las dificultades, que han sido muchas, y que siempre están al pie del cañón”, dice.
Los tres están de acuerdo en que el valor más fuerte que les inculcaron sus padres, Dora Sada y Alberto Martínez, es la fe, misma que ha sido de gran ayuda en su negocio.
“Saber que estamos aquí de paso, que no se mueve nada si Dios no quiere que se mueva. A nosotros es lo que nos mantiene positivos y eso se va bajando a todas las demás virtudes. Trabajamos con ética, no decimos mentiras. Nuestros empaques dicen 100% la verdad”, comenta Jaime.
Lo dice porque muchos productos, vecinos en el anaquel, mienten al consumidor.
“Es difícil enfrentarnos en un mundo en el que yo tengo mi producto, con dos sellos, y el de al lado tiene uno, pero es mentira. Para nosotros es más importante decir la verdad”, agrega.
Si pudieran regresar al primer día en que su hermana los invitó a vender su granola casera, se dirían a sí mismos: “ármate de paciencia y sé muy ordenado con tus finanzas”.
“Emprender es una aventura. Tienes que buscar un balance en tu vida, saber a qué ritmo puedes ir avanzando y cuándo frenar. Importantísimo: pedir ayuda. Estamos en un mundo donde la gente se cree súper poderosa y no podemos solos”, comenta Jaime.
Al final, queda una certeza: naturalmente, entre hermanos siempre será mejor.